¡Por fin, Boca, carajo!

El equipo dijo presente con una goleada que vale más por el rendimiento que por el resultado. Un poco de calma en la previa de los partidos más importantes y una conclusión para Almirón: los equipos lógicos funcionan mejor.

Colectivamente, los goles llegaron como la consecuencia de una búsqueda y no como ese Boca out of context que se da tantas veces, cuando de la nada sale un gol salvador. Hubo un rendimiento parejo, la autoridad que se espera de un equipo con tantos nombres y con esta camiseta, algo parecido a lo que todos reclamaban. Incluso en ese primer tiempo torcido en el que cada uno, tal vez empeñado en buscar la salvación individual para ser parte del equipo que afrontará los partidos más importantes del año, hacía la suya sin reparar en lo grupal. Les pasó, por ejemplo, al Changuito y a Janson. Zeballos había decidido todo mal, tozudo, individualista, hasta le rebotaba la pelota. Janson hacía siempre la misma, la gran Janson, un extremo izquierdo que jamás desborda porque es derecho y busca siempre el recorte y el tiro franco para su perfil. 

Central Córdoba vs. Boca:  el gol de Lucas Janson (0-2)

En ese primer tiempo, dio la sensación de que el único que entendía de qué se trata este juego era Medina, aun perdiéndose dos goles cara a cara (en una la tiró arriba, la otra se la tapó muy bien el arquero). Se asoció, acomodó a sus compañeros, armó el juego interno, se ensambló bien con todos, aunque los demás no le correspondieran. De él, del fútbol que él imaginó, nació el 80% de lo que el equipo generó. Lo que cambió en el segundo tiempo, el click, también partió de los pies de Medina y un pelotazo hermoso al pique de Zeballos. La diferencia estuvo en la gestión del santiagueño: la neurona se le acomodó, metió el freno y un pase riquelmeano frente al cierre de dos defensores desesperados y Blondel, llegando desde atrás como un tanque, resolvió. Segundo gol en sus últimos dos partidos de titular para el ex Tigre, que se anota para lo imporante.

Y con el partido desatado, sin ese nudo que lo ataba, Boca se soltó. Y le salió todo. Janson hizo la gran Janson y gritó su primer gol en Boca. Chiquito Romero, que había dado un rebote a lo Armani, tapó un mano a mano extraordinario. Y hasta el Pipa la metió de cabeza, pelado como en sus mejores tiempos. ¿Magia? Bueno, que cada uno crea lo que quiere. Desde acá diremos que fue un buen centro, un cabezazo a contrapierna y listo.

El equipo sintió la entrada de Ramírez -no por su aporte, claro, sino por la salida de Medina, usina total del fútbol- pero aun así no sufrió. Y Almirón se vuelve con tranquilidad, con una sonrisa y con algunas alternativas interesantes. Blondel, está dicho, por un Advíncula que bajó. Merentiel, aunque no la haya metido (una al palo, una por arriba), siempre importante por su sacrificio y esta vez lúcido para tocar. El Zeballos y el Janson del segundo tiempo. Y Campuzano, que salió un rato antes y por algo será... Elogiar al colombiano da un poquito de miedo, aunque se haya mostrado ubicado, aunque conozca la posición y el oficio. ¿Por qué da miedo? Almirón estaba buscando un 5 clásico que juegue posicionalmente en lugar de Pol, pero eso no garantiza que el mismo Pol salga del equipo porque todos saben que tiene el puesto comprado. Lo puede correr a un costado, de interno, y sacrificar por ejemplo a Equi Fernández, otro de buen partido. El equipo no está para que jueguen juntos Pol y Campuzano. Casualidad o causalidad, Boca jugó el mejor partido de los últimos tiempos sin Pol. O sea: jugó sin freno de mano. Con once, no con diez.

Con todo lo que valoramos el resultado, que siempre es lo más importante, las mejores sensaciones las deja el rendimiento. El 3-0 ayuda a la confianza, nos acomoda en la tabla de un torneo que sólo nos interesa para clasificar a la próxima Libertadores, pero lo que realmente vale es que Boca haya jugado un partido completo en buen nivel, casi sin fisuras, y que hayan recuperado la fe los que estaban hundidos, como Pipa. Ese gol vale mucho más fuera del partido que dentro de él.

Ahora, a crecer. A seguir por este camino. Almirón, por favor: no rompas lo que funciona. Por supuesto que esto no garantiza nada de nada, pero sirve para asomar la cabeza. Ojalá Palmeiras jugara como Central Córdoba, así de liviano, pero no será así. En todo caso, siempre será más importante lo que hagamos nosotros: Boca. ¡Boca, Boca, Boca! ¿Viste, Almirón, que no hay que hacer nada raro?


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