OSASUNA 0 - ATLÉTICO 2 / Superviviente Atleti, Osasuna en llamas

Los del Cholo ganan un partido tenso y que terminó con polémica. Marcó Griezmann, empató David García pero el árbitro lo anuló por un toque de Aimar a Witsel. Enseguida hizo Riquelme el 0-2. Arrasate, el Chimy Ávila y Morata, expulsados.

Patricia Cazón
As
Las lesiones en el Atlético son un fenómeno viral. El maldito dinosaurio en la habitación que nunca se va. En cuatro días, del Real Madrid a Osasuna, el Cholo había perdido a tres hombres por ellas: Correa, Memphis y Savic. El primero, esguince de rodilla con colaboración necesaria de Bellingham, al pisar su pie de apoyo cuando el derbi terminaba. Los segundos, por molestias musculares en una sesión entre medias. ¿Resultado? 15 jugadores de campo rojiblancos en El Sadar, un Atleti sin más rotación, en el corazón de maratón, de Witsel (central por la derecha y no en el medio, de Giménez) por Savic, un banquillo con cinco canteranos y la camiseta verde de Mestalla sobre el césped. Tocaba santiguarse. Enfrente, Arrasate salpimentaba su once con alguna sorpresa. Areso en la defensa, Pablo Ibáñez en el medio.

Comenzaron los rojillos sin apretar demasiado al Atleti en la salida. Pronto descubrieron que era necesario un paso adelante para taponar a ese hombre que no corre, respira dando gas. Se llama Samuel Lino y ha logrado algo que en septiembre parecía ciencia ficción: que no se note la marcha de Carrasco. Corre y centra. Y cuando centra siempre lo hace tenso y con veneno. En el minuto veinte uno de esos le descascarillaba la sonrisa a los 20.000 que llenaban esta noche de jueves la grada de El Sadar. El Atleti cortaba por las bandas, sobre todo esa izquierda. Osasuna no atinaba con balón aunque con un aviso de Torró que se marchó fuera acariciando el palo. Pero presionaban los rojillos desde muy lejos, pero se apelmazaban, espesos, enredados. Y sin saber cómo demonios taponar a ese hombre de cuyas botas siempre brotan centros tensos. Llenos de intención para compañeros de baile como Morata y Griezmann. Son el nuevo tridente del Cholo.

Todo lo inició Álvaro Morata con un desmarque que fue como un silbido a Lino. Mientras el delantero presionaba y distraía a Aitor para forzar su error por atrás aparecía Griezmann para ponerle un lazo a su rechace. Con poco ángulo remató cruzado y a la red. Un gol menos para alcanzar a Luis. Le quedan doce. Osasuna no acusó el golpe, se sacudió la ropa y a correr. Dio un paso adelante y los rojiblancos, uno atrás. Los de Arrasate, sin embargo, nunca llegaron a agarrarse al gaznate del Cholo como lo hacían las caídas en la hierba. Esa de Lino nada más comenzar el partido. La de Morata tras un rodillazo de los que duelen por detrás de Catena. La de Oblak sobre el hombro tras chocar con Budimir en una salida que hizo que Grbic calentara fuerte al descanso. El dinosaurio ahí y la ventaja solo de un gol. Cuando el partido regresó, el Atleti seguía en su paso atrás mientras Osasuna daba todos delante.

Un triunfo sufrido

Los demonios de Mestalla habían viajado en la camiseta verde y estaban ese momento llenando El Sadar. El balón era rojillo, todo el peligro que se respiraba también. Obligado el Atlético solo a defenderse con un Mario Hermoso que despejaba por todos con piel de frontón. Arrasate centraba al Chimy para colocarle más cerca de Budimir. Comenzó a avasallar con transiciones rápidas, abigarrando a los rojiblancos en el área chica de Oblak, obligados a defenderse y solo a defenderse como si ese minuto 46 fuese ya un infinito noventa. Fundidos y exhaustos como consecuencia de compartir habitación con un dinosaurio: que no hay posibilidad de descanso, bocanada de oxígeno en los cambios, son siempre los mismos, cada miércoles y domingo. Guarecidos a los pies de Oblak parecían tener miedo de poner un pie lejos, como si la hierba estuviera llena de pirañas. El Sadar subía la voz, la tensión subía y subía. Y David García cabeceaba un balón a la red para que estallara el partido. Porque hubo llamada de VAR: Aimar, desestabilizado por un empujón de Giménez, caía y le daba un manotacillo, leve, a Witsel en el gol de Osasuna. El árbitro ni fue a la pantalla, cogió su silbato e indicó: “Sigan, sigan”. El empate se iba del marcador. El aire se quedaba lleno de tensión. El 1-1 que pudo ser en la jugada siguiente era 0-2. Lino corría una contra para volver a llenar de veneno un centro, ahora para Riquelme y el gol. Entre Morata y Chimy quedaban todas las chispas. Se enzarzaron una vez y el rojiblanco una vez y el rojiblanco vio la amarilla. Se enzarzaron otra, en el córner, y Morata soltó una patadita a la que el rojillo contestó con un pisotón en la tibia. Roja directa y doble amarilla, dos a la ducha. Y el Atleti en tres días ante el Cádiz sin más delanteros que Griezmann. El dinosaurio todavía ahí.


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