Dos
errores gruesos condenan a los de Xavi a un empate insuficiente en
Mallorca. El joven Fermín le salvó un punto a un equipo con problemas
defensivos y errores obscenos de Ter Stegen. El VAR anuló un penalti
señalado sobre Lamine Yamal.
As
El Barça se dejó dos puntos en Mallorca (2-2) y, muy probablemente, el liderato. Como
esos líderes de Tour que esperan a que la carrera avance para llevar,
al fin, el amarillo, pareció no quererlo. Para ser la séptima jornada,
no obstante, el partido se vivió al filo. Y el de Son Moix estuvo bravo
hasta el final, con los jugadores bermellones saltando sobre el árbitro
por una falta señalada en el tiempo cumplido. Seguramente, el Barça no pueda decir que mereció más; ni el Mallorca menos. Hasta
Larin pudo hacer el 3-2 en el minuto 97 en una transición clarísima. El
partido quedó en tablas y con un penalti sobre Lamine Yamal que el
árbitro señaló y el VAR anuló..., jugadas grises. El Mallorca se levantó
de su caída en Girona y el Barça…, dejó dudas como ante el Celta y sumó
su segundo tropiezo del curso. Al menos, no se fue frustrado del todo
porque el joven Fermín empató el partido y demostró que está mucho más
para esto que jugadores con más peso específico, supuestamente.
La
primera parte tuvo un relato muy poco lineal y un desarrollo
absolutamente inesperado. El Mallorca se fue al descanso ganando 2-1,
pero nada sucedió como consecuencia del juego, sino de sobresaltos. El 1-0 de Muriqi tuvo que ver con una imprudencia de Ter Stegen,
que en ocasiones se hace demasiado el interesante con el balón. Tanto
azúcar (Simeone dijo recientemente en un documental que juega mejor con
el balón que la mayoría de centrocampistas de Primera) no suele ser
bueno. No es la primera vez que Ter Stegen enseña su lado oscuro en el
Barça. Después de su primera temporada en la Ciudad Condal, la del
triplete, Mikel San José le hizo un gol desde el centro del campo en la
Supercopa por imprudente. No contento con eso, y con Bravo lesionado,
también le formó un lío a su equipo en Vigo en una derrota 4-3 provocada
por sus excesos de confianza. Ocho años después, y después de un tiempo
más comedido, sigue tropezando en la misma piedra. Hay puristas que
mantienen que es su estilo. Otros creen que es una irresponsabilidad. En
todo caso, quedó claro que fue un exceso de suficiencia que significó
el 1-0 del Mallorca y condicionó el desarrollo de una primera parte que,
sin embargo, el Barça pareció enderezar en los últimos minutos. Colgado
de Gavi, con una presencia espectacular en el juego, los de Xavi
empataron cerca del descanso con un tirazo de Raphinha. El partido
pareció volcar del lado blanco (“blanco Barça”, diría Laporta). Raphinha
mandó a las nubes una ocasión mucho más clara que la del 1-1; y
Rajkovic firmó un paradón después de un tiro cruzado de João Félix. En tres toques, sin embargo, el Mallorca se inventó el 2-1.
Un pelotazo de Rajkovic al cielo de Mallorca la tocó Muriqi antes de
que Oriol Romeu se enterase de que pasaba por allí. Abdón le cogió la
espada a Araújo y marcó el 2-1, con Ter Stegen otra vez lejísimos de la
jugada.
Otra
vez, Xavi estaba obligado a mover el árbol antes de tiempo por la mala
cabeza del Barça en la primera parte. Esta vez, ni siquiera había
encontrado un gran Celta como el sábado. El Mallorca había sacado
petróleo de sus oportunidades y las debilidades culés. João Félix pudo
arreglar en parte el estropicio, pero su genialidad terminó en el palo. Estaba tan mal la cosa, que no tardaron en aparecer Fermín y Lamine. Lo
primero que hizo el chico de Rocafonda fue encarar y, aparentemente,
provocar un penalti de Nastasic. Prieto Iglesias, árbitro VAR, convenció
a Muñiz Ruiz de que ahí no había pisotón y la oportunidad del Barça se
fue al limbo. Pero el Barça estaba más mandón y, en una buena
combinación con una dejada maestra de Lewandowski, Fermín, el chico de El Campillo, empató el partido a un cuarto de hora del final dejando el partido en el aire. Y así se quedó.