Las múltiples caras que enseñó River las maquilló Rondón con el tiro del final
En la agonía del juego, el venezolano desató el nudo y marcó la victoria por 1-0 sobre Atlético Tucumán; así, estiró la racha invicta en el Monumental
Ganar tenía su premio: saltar a los puestos de clasificación para pulsear por el título de la Copa de la Liga. La repetición de los futbolistas elegidos, después de la victoria sobre Arsenal –la que desactivó un frente interno que se generó el propio River–, una señal de confianza y de conformidad por las piezas que disiparon lo que se ofrecía como una tormenta. No se alejó del plan que lo devolvió al éxito, aunque el rival tuviera otras características y cargara en su mochila un invicto de diez partidos: pases cortos y amplitud con los laterales, la receta primaria que diseñó el entrenador Demichelis. Y logró ejercer un dominio a partir de un movimiento compartido que ensayaron las cuatro usinas futbolísticas que dispuso el técnico.
Con la movilidad de Nacho Fernández, que le ganaba la espalda al Bebe Acosta, los millonarios desajustaron a los tucumanos, que tenían inferioridad numérica de entre sus volantes de contención: Lanzini, Barco y De la Cruz, las tres piezas restantes que componían la línea de gestación sin posiciones fijas con las que River dominaba. Con un remate del colombiano Borja y otro de cabeza de Nacho Fernández –pelotas que controló el arquero Marchiori–, River pisó el área y alertó sobre la intención de ser punzante, agresivo, además de ser el que marcaba el pulso del juego.
Las situaciones de riesgo no desaparecieron, aunque el plano se modificó: Funes Mori falló en ataque y el alivio provocó también una reacción de los tucumanos. Un tiro de esquina venenoso de Pereyra, un disparo de Maestro Puch y una doble aparición ofensiva –en la misma acción– del zaguero Romero, alarmas que se encendieron en River, que pasó de controlador a controlado en un suspiro y aquella circulación y movimientos atractivos se convirtió en intrascendencia: Pereyra corrigió su posición y aunque cedió protagonismo ofensivo, ayudó a monitorear la zona en donde River se imponía para lanzar las ofensivas. Ese detalle que descubrió la dupla técnica Gómez-Orsi confundió a los millonarios, que con Barco y Lanzini se duplicaban en un espacio y la gravitación no era la del comienzo.
El agónico triunfo de River
Alerta, siempre agazapado y cercano al área por su incesante búsqueda, en un fallo del defensor Romero descubrió una oportunidad que desbarató Marchiori: el zaguero se cayó en el despeje y Barco habilitó a De la Cruz, que exigió al guardavalla. Los minutos del primer tiempo se consumían y River, sin perder la paciencia, aunque también sin el repiqueteo del inicio, dejó de martillar y en la última acción del primer tiempo desató un movimiento lento pero efectivo que dejó al chileno Paulo Díaz de frente al arco: el defensor convirtió, tras una pifia de Bruno Bianchi, aunque el árbitro Dóvalo, tras el llamado del VAR –Lamolina- anuló la conquista, por posición adelantada en el comienzo de la jugada. El defensor millonario sacó ventaja, porque el rival no ensayó un rechazo deliberado, sino un desvío, según interpretó el árbitro.
Para cambiar el marcador, los dos acusaron reemplazos. Kranevitter tomó el lugar del capitán Enzo Pérez -con una pequeña molestia muscular- y el Decano replicó con dos movimientos: Tomás Castro Ponce –cuyo pase pertenece a River– y Tesuri saltaron al campo para desplazar a Giani y Acosta. Desde fuera del área llegaron las primeras agitaciones: De la Cruz por explotó el balón en el pecho del arquero y Carrera no le acertó al marco, aunque hizo estirarse a Armani.
Borja, que en el primer tiempo jugó más de espalda que perfilado hacia el arco rival, estaba marcado para salir, recibió de Barco y anotó, aunque esta vez el VAR validó la posición adelantada que señaló el asistente Ezequiel Brailovsky. Fue su última intervención, porque Rondón tomó la posta, aunque el venezolano tuvo la compañía de Colidio –ingresó por Lanzini– como ladero ofensivo, mientras que el colombiano nunca tuvo un acompañante natural. Rondón tuvo en minutos su situación –pase largo de Díaz–, pero Marchiori era una muralla. Respondió Atlético Tucumán con Orihuela, como advirtiendo que tenía cuerda para explotar los espacios que empezaba a ofrecer en el retroceso River; en el siguiente ataque, Coronel estrelló el balón en el palo izquierdo, después de correr con la pelota desde la mitad del campo.
El público se dividía entre empujar al equipo y la impaciencia por un juego que se esfumaba sin quebrar el rival. Solari, la última pieza de recambio que utilizó Demichelis, acertó en su cuarto centro desde la derecha, y Rondón usó la cabeza para desatar el nudo y doblegar a un duro rival que no caía desde junio. Gol, desahogo, éxtasis, luego de gatillar en 25 oportunidades sobre un arquero que parecía imbatible. Ganó River, por intenso y no desanimarse en la búsqueda, después de enseñar múltiples caras en un mismo juego.