Independiente y la doble polémica: ¿hubo penales? no cobrados por Darío Herrera ante Instituto Con poco fútbol y dos situaciones confusas en el final, el Rojo no pudo pasar del empate frente a la Gloria en Avellaneda 24 de septiembre de 2023 17:47 Rodolfo Chisleanschi PARA LA NACION Matías Giménez forcejea con Juan Franco; Independiente e Instituto empataron 0-0 por la Copa de la Liga Profesional Matías Giménez forcejea con Juan Franco; Independiente e Instituto empataron 0-0 por la Copa de la Liga ProfesionalTélam No pudo Independiente. Aunque lo intentó y buscó de todas las maneras posibles, encontró en Instituto una roca indestructible y aunque por las ocasiones creadas -ninguna del todo clara- mereció algo más, debió conformarse con el 0 a 0 y cierto aroma de frustración. En tiempos de VAR y sobre todo en partidos cerrados, tensos y con mucho más nervio que calidad, la polémica espera a la vuelta de cualquier esquina. Iban 41 de la segunda mitad con el duelo encaminado hacia el empate, cuando Braian Martínez le ganó la espalda a Gregorio Rodríguez quien desde atrás se estiró para tocar primero la pelota y después el tobillo del delantero. Darío Herrera, hasta ahí de correcto arbitraje, interpretó que era penal, pero Germán Delfino, a cargo de las revisiones en Ezeiza, lo llamó para que lo reviera. La mirada en el monitor cambió la decisión. Carlos Tevez da indicaciones durante el partido de Independiente e Instituto Carlos Tevez da indicaciones durante el partido de Independiente e InstitutoTélam Si faltaba algo, en el descuento Fernando Alarcón fue a despejar en el área, Alexis Canelo se anticipó, se produjo un contacto y el jugador local cayó de manera exagerada. En esa ocasión el árbitro hizo mutis, también Delfino, y todo Independiente se fue de la cancha con cierto sabor a injusticia. Es discutible y puede caberle la razón, pero en el análisis global el calificativo más adecuado sería el de inmerecido. Desde el mismo día de su aterrizaje en Avellaneda, Carlos Tevez indicó que la marca en el orillo de su equipo iba a resumirse en una palabra, intensidad, y en el rápido entendimiento del mensaje de sus jugadores asentó buena parte de la levantada del Rojo a partir del cambio de entrenador. Pero para dominar un partido, darle fluidez a la circulación de la pelota y en definitiva jugar bien, la intensidad es apenas un ingrediente más. Importante, pero no vital. Más aún cuando un equipo se encuentra con la horma de su zapato. Ezequiel Parnisari intenta marcar a Martín Cauteruccio Ezequiel Parnisari intenta marcar a Martín CauteruccioTélam Diego Dabove repite ese mismo concepto en cada club que confía en sus servicios e Instituto no es la excepción. El conjunto cordobés basa su identidad en el esfuerzo físico, el choque permanente, el anticipo en los diversos sectores del campo y la salida rápida una vez recuperada la pelota. Con semejantes “atributos”, la posibilidad de que se arme un partido medianamente atractivo resulta casi imposible. Así, a medida que las fricciones le fueron quitando lugar al fútbol, algo que ocurrió demasiado pronto, el encuentro comenzó su deslizamiento hacia un pozo del cual muy pocos intentaron rescatarlo. Más urgido por la victoria que su rival -por ser local, sumar menos puntos en la tabla anual y tratar de mantener su posición expectante en la zona A de la Copa de la Liga-, de punta a punta del partido Independiente manifestó algo más de intención ofensiva y en el arranque de cada etapa incluso llegó a inquietar al muy seguro Manuel Roffo. En el primer tiempo respondió sin dar rebote a un par de remates de Matías Giménez y Braian Martínez a los 9 y a los 18; en el segundo, debió exigirse para desviar por encima del travesaño un derechazo de Martín Cauteruccio los 13. Pero al margen de esos pequeños lapsos, el Rojo careció de las luces imprescindibles para encontrar resquicios entre el enjambre de cuerpos y piernas que opuso su adversario en cada avance. Braian Martínez intenta pasar entre dos rivales; Independiente no tuvo gol Braian Martínez intenta pasar entre dos rivales; Independiente no tuvo golTélam Ni Iván Marcone en el eje central ni Federico Mancuello en la segunda escala creativa supieron hallar espacios para pensar y elaborar acciones con mínimo de claridad; ausente Isla e ineficaz Julio Buffarini, la banda derecha fue una vía muerta hasta el final, cuando la ocupó Javier Ruiz, juvenil debutante el día de su cumpleaños número 19. De ese modo, el ataque del Rojo quedó a expensas de la siempre embarullada gambeta de Martínez o de que algún rebote afortunado le quedara a favor a Alexis Canelo o Giménez. Del otro lado, las cosas no fueron mucho mejores. Ni el buen manejo de la pelota de Matías Romero en el medio, ni algún esporádico encuentro entre Brahian Cuello y Gastón Lodico alcanzaron para gestar llegadas profundas al área local, obligando a la Gloria a apostar su suerte ofensiva a dos únicas fichas, que Adrián Martínez ganase al menos una vez su duelo de potencia con Felipe Aguilar o que un aislado córner o tiro libre lateral le permitiera exponer su reconocida capacidad aérea. No sucedió ninguna de las dos cosas y Rodrigo Rey vivió 90 minutos de absoluta tranquilidad. Lo mejor del partido y las polémicas Los (escasos) merecimientos de los dirigidos por Tevez se acumularon sobre todo al regreso del vestuario. Una molestia en el muslo izquierdo de Buffarini propició una serie de movimientos posicionales que durante un rato resultaron beneficiosos para el equipo. Fundamentalmente el traslado de Braian Martínez a la izquierda, que abrió una momentánea brecha en la defensa cordobesa. Tampoco duró demasiado. Tras aquel remate de Cauteruccio volvió a ajustar las tuercas defensivas la visita todo volvió a la mediocridad. Sólo la ráfaga final, con las dos maniobras que encendieron la polémica y la bronca local alteraron la sensación de nada que reinó durante casi toda la tarde. ¿Hubo penal en alguna de las acciones protestadas? Queda a juicio de quien quiera interpretarlas. A todo Independiente le dejó un sabor a injusticia, incluso a robo, aunque tal vez lo más acertado sea hablar de una actuación que pese a su bajo nivel mereció algo más que un olvidable 0 a

En tiempos de VAR y sobre todo en partidos cerrados, tensos y con mucho más nervio que calidad, la polémica espera a la vuelta de cualquier esquina. Iban 41 de la segunda mitad con el duelo encaminado hacia el empate, cuando Braian Martínez le ganó la espalda a Gregorio Rodríguez quien desde atrás se estiró para tocar primero la pelota y después el tobillo del delantero. Darío Herrera, hasta ahí de correcto arbitraje, interpretó que era penal, pero Germán Delfino, a cargo de las revisiones en Ezeiza, lo llamó para que lo reviera. La mirada en el monitor cambió la decisión.

Carlos Tevez da indicaciones durante el partido de Independiente e Instituto
Carlos Tevez da indicaciones durante el partido de Independiente e InstitutoTélam

Si faltaba algo, en el descuento Fernando Alarcón fue a despejar en el área, Alexis Canelo se anticipó, se produjo un contacto y el jugador local cayó de manera exagerada. En esa ocasión el árbitro hizo mutis, también Delfino, y todo Independiente se fue de la cancha con cierto sabor a injusticia. Es discutible y puede caberle la razón, pero en el análisis global el calificativo más adecuado sería el de inmerecido.

Desde el mismo día de su aterrizaje en Avellaneda, Carlos Tevez indicó que la marca en el orillo de su equipo iba a resumirse en una palabra, intensidad, y en el rápido entendimiento del mensaje de sus jugadores asentó buena parte de la levantada del Rojo a partir del cambio de entrenador. Pero para dominar un partido, darle fluidez a la circulación de la pelota y en definitiva jugar bien, la intensidad es apenas un ingrediente más. Importante, pero no vital. Más aún cuando un equipo se encuentra con la horma de su zapato.

Ezequiel Parnisari intenta marcar a Martín Cauteruccio
Ezequiel Parnisari intenta marcar a Martín CauteruccioTélam

Diego Dabove repite ese mismo concepto en cada club que confía en sus servicios e Instituto no es la excepción. El conjunto cordobés basa su identidad en el esfuerzo físico, el choque permanente, el anticipo en los diversos sectores del campo y la salida rápida una vez recuperada la pelota.

Con semejantes “atributos”, la posibilidad de que se arme un partido medianamente atractivo resulta casi imposible. Así, a medida que las fricciones le fueron quitando lugar al fútbol, algo que ocurrió demasiado pronto, el encuentro comenzó su deslizamiento hacia un pozo del cual muy pocos intentaron rescatarlo.

Más urgido por la victoria que su rival -por ser local, sumar menos puntos en la tabla anual y tratar de mantener su posición expectante en la zona A de la Copa de la Liga-, de punta a punta del partido Independiente manifestó algo más de intención ofensiva y en el arranque de cada etapa incluso llegó a inquietar al muy seguro Manuel Roffo. En el primer tiempo respondió sin dar rebote a un par de remates de Matías Giménez y Braian Martínez a los 9 y a los 18; en el segundo, debió exigirse para desviar por encima del travesaño un derechazo de Martín Cauteruccio los 13. Pero al margen de esos pequeños lapsos, el Rojo careció de las luces imprescindibles para encontrar resquicios entre el enjambre de cuerpos y piernas que opuso su adversario en cada avance.

 Braian Martínez intenta pasar entre dos rivales; Independiente no tuvo gol
Braian Martínez intenta pasar entre dos rivales; Independiente no tuvo golTélam

Ni Iván Marcone en el eje central ni Federico Mancuello en la segunda escala creativa supieron hallar espacios para pensar y elaborar acciones con mínimo de claridad; ausente Isla e ineficaz Julio Buffarini, la banda derecha fue una vía muerta hasta el final, cuando la ocupó Javier Ruiz, juvenil debutante el día de su cumpleaños número 19. De ese modo, el ataque del Rojo quedó a expensas de la siempre embarullada gambeta de Martínez o de que algún rebote afortunado le quedara a favor a Alexis Canelo o Giménez.

Del otro lado, las cosas no fueron mucho mejores. Ni el buen manejo de la pelota de Matías Romero en el medio, ni algún esporádico encuentro entre Brahian Cuello y Gastón Lodico alcanzaron para gestar llegadas profundas al área local, obligando a la Gloria a apostar su suerte ofensiva a dos únicas fichas, que Adrián Martínez ganase al menos una vez su duelo de potencia con Felipe Aguilar o que un aislado córner o tiro libre lateral le permitiera exponer su reconocida capacidad aérea. No sucedió ninguna de las dos cosas y Rodrigo Rey vivió 90 minutos de absoluta tranquilidad.

Lo mejor del partido y las polémicas

Los (escasos) merecimientos de los dirigidos por Tevez se acumularon sobre todo al regreso del vestuario. Una molestia en el muslo izquierdo de Buffarini propició una serie de movimientos posicionales que durante un rato resultaron beneficiosos para el equipo. Fundamentalmente el traslado de Braian Martínez a la izquierda, que abrió una momentánea brecha en la defensa cordobesa. Tampoco duró demasiado. Tras aquel remate de Cauteruccio volvió a ajustar las tuercas defensivas la visita todo volvió a la mediocridad.

Sólo la ráfaga final, con las dos maniobras que encendieron la polémica y la bronca local alteraron la sensación de nada que reinó durante casi toda la tarde. ¿Hubo penal en alguna de las acciones protestadas? Queda a juicio de quien quiera interpretarlas. A todo Independiente le dejó un sabor a injusticia, incluso a robo, aunque tal vez lo más acertado sea hablar de una actuación que pese a su bajo nivel mereció algo más que un olvidable 0 a 0.


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