ESLOVAQUIA 0-1 PORTUGAL / Alta tensión con Cristiano
Portugal gana en Eslovaquia sin brillo y mete miedo (15 puntos de 15), aunque el protagonista fue el de Madeira por una dura patada al portero Dubravka que mereció la roja y se quedó en amarilla.
Durante todo el choque a Portugal le costó salir de cada presión eslovaca. La agresividad sin balón se les atragantó a los de Roberto Martínez, que tuvieron que esmerarse en todos los inicio de juego desde atrás. Palhinha se incrustó como tercer central entre Antonio Silva y Rúben Días, los laterales dejaron su espacio libre para los interiores (Bernardo y Vitinha) y la superioridad se logró incluyendo a Cancelo como segundo mediocentro, al estilo al que acostumbraba en el City. En cualquier caso, hubo errores y riesgos que pudieron costarle un gol. Harazlin no aprovechó ninguna de ellas, algo que suele pagarse cuando hay una selección más potente enfrente.
No es que los portugueses arrollaran como otros días, pero en cada ocasión en la que se acercaban a la portería contraria se hacía el silencio en Bratislava. Rafael Leao, titular por la izquierda en detrimento de Joao Félix, logró encontrar los principales agujeros, aunque no pudo conectar con Cristiano, algo gris aunque participativo. Con el mapa girado y los renglones torcidos, el salvador fue Bruno Fernandes. La calidad de Portugal es tal que una jugada sin aparente peligro puede acabar en gol. Así ocurrió cuando el centrocampista del United se adentró en el área y lanzó un misil cruzado imparable que puso en ventaja a los lusos.
Ni con la ventaja en el marcado cambió el panorama. Portugal mandó entre bostezos y Eslovaquia apenas se animó en un disparo alto de Schranz. Para entonces ya se atisbaban los primeros signos de ansiedad de Cristiano, que tuvo un par de ocasiones claras marradas y acabó por ensuciar su actuación con una patada sobre el portero Dubravka que estuvo a punto de costarle la roja.
El mal control del crack de Madeira invitó al guardameta a ir a por la pelota. Cristiano se lanzó con las piernas por delante e impactó con él en su cabeza. El árbitro sueco le sacó la amarilla que le impedirá jugar el siguiente encuentro por acumulación de tarjetas, pero no hubo revisión de VAR aunque el público en el estadio lo exigiera y que seguramente hubiera acabado con él en el vestuario. Una jugada peligrosísima que le convirtió en el protagonista de un segundo tiempo sin mucha historia y cuyo desenlace nervioso y poco brillante dispara a Portugal hacia la Eurocopa sobreviviendo a uno de sus peores días.