En Brasil renacieron los “doleiros”, los cambistas ilegales que mueven millones del narcotráfico y la corrupción
Ya no se trata solo de dinero, sino que hacen transacciones con criptomonedas para operaciones de blanqueo
Pero la figura clave en toda esta historia, según la prensa brasileña, es Moufarrege, investigado por transferir clandestinamente dinero entre Estados Unidos y Brasil a militares implicados en la compra. Los pagos eran supuestamente anticipos del proveedor de los chalecos antibalas, procedentes de un contrato de 650.000 reales, cerca de 133.000 dólares, para consultoría y otros servicios para optimizar la compra. Los investigadores sospechan que se trataba en realidad de un soborno para facilitar el contrato. Según la Policía Federal, el 18 de septiembre de 2019 Moufarrege transfirió 25.000 reales, unos 5.100 dólares, a las cuentas del coronel Robson Queiroz, miembro activo del Comando Militar del Este (CML) que tenía contactos directos con Braga Netto. Al día siguiente, según Metrópoles, Moufarrege envió otros 25.000 reales a una empresa propiedad del general Paulo Assis, posiblemente un lobista de la operación. El doleiro ya había sido acusado por la justicia militar de conspiración para el tráfico de drogas por un incidente ocurrido en 2019, cuando se descubrieron 39 kilos de cocaína en el equipaje de un sargento brasileño, Manoel Silva Rodrigues, que viajaba en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña para Sevilla, en España. El avión acompañaba a la aeronave presidencial de Bolsonaro, que se dirigía al G20 en Japón. El cambista brasileño fue acusado de actuar como ‘conducto’ entre vendedores de droga y militares. Según la Policía Federal, “un traficante entregaba dólares para que Márcio Moufarrege pudiera negociar la venta de esta moneda extranjera” a “valores muy elevados y, por lo tanto, compatibles con el tráfico internacional de drogas”. De acuerdo con los documentos de la investigación, el cambista tiene condenas anteriores por tráfico internacional de drogas y operaría en el Distrito Federal, donde se ubica Brasilia, “enviando estupefacientes (principalmente cocaína) al exterior, recibiendo éxtasis de Europa y comercializando diversos tipos de estupefacientes”.
Hoy en día, el narcotráfico es uno de los mercados más lucrativos para el sector de los cambistas ilegales, que nació en los años 70 y 80, cuando aún no existían las tarjetas de crédito y la clase media brasileña, debido a la altísima inflación, buscaba dólares para proteger su patrimonio, además de que los que viajaban al extranjero tenían un límite muy bajo para comprarlos. Por esto, los servicios de los doleiros se volvieron muy demandados en el país. Hoy en día, este mercado financiero paralelo ilegal desempeña varias funciones, como facilitar las transacciones internacionales con dinero no declarado a las autoridades, por ejemplo para comprar en el extranjero productos mucho más caros en Brasil. O para ocultar transacciones financieras para evadir impuestos, permitiendo que el dinero entre y salga de Brasil. Pero, sobre todo, los doleiros son cruciales en las grandes transacciones de dinero relacionadas con la corrupción y el narcotráfico, porque permiten eludir los controles del Banco Central y, especialmente, de la Unidad de Inteligencia Financiera, la UIF. Según la legislación brasileña es obligatorio declarar las transacciones en especie que superen los 30.000 reales, unos 6.200 dólares, incluidas las donaciones. Además, según la Circular 3.839 de 2017 del Banco Central, los clientes que deseen hacer depósitos o retiros en efectivo por valor de 50.000 reales, unos 10.000 dólares, o más, deben informar a sus bancos, que a su vez deben transmitir esta información a la UIF. Por lo tanto, es inevitable que los doleiros sean fundamentales para mover sin control el dinero procedente de la corrupción. Recordemos que Brasil ocupa el puesto 94 de 180 países en la lista del Índice Mundial de Percepción de la Corrupción de 2022.
También había una mujer entre los cambistas ilegales que garantizaron el esquema financiero destapado por la operación Lava Jato. Nelma Kodama, la “Dama del Mercado”, como la apodaban, fue detenida en marzo de 2014, en el aeropuerto internacional de San Pablo, cuando intentaba embarcar en un vuelo con destino a Milán, en Italia, con 200.000 euros escondidos en su ropa interior. Posteriormente fue condenada a 18 años y 4 meses de prisión, pero gracias a un acuerdo con la fiscalía salió de la cárcel con una pulsera electrónica. Volvió a ser noticia en abril de 2022 cuando fue detenida en un hotel de lujo de Lisboa, en Portugal, en el marco de la operación “Descobrimento”, que desmanteló una red de tráfico de cocaína desde Brasil a Europa. La mujer fue acusada de intentar enviar 580 kg de cocaína - incautados posteriormente por la policía - en el fuselaje de un avión en el aeropuerto internacional de Salvador de Bahía en 2021 con destino al viejo continente. La droga, según la investigación, pertenecía en parte a Nelma y en parte a un alto cargo del Primer Comando Capital (PCC), la principal organización criminal de Brasil. Extraditada a su país, la mujer fue liberada en junio de este año, donde queda ahora con una tobillera electrónica. Otro protagonista del Lava Jato es el doleiro Bernardo Freiburghaus. Tras huir de Brasil, empezó a cooperar con las autoridades de Suiza, país del que es nacional. Aquí se benefició de un procedimiento de juicio simplificado y ahora está en libertad. Según la acusación, Freiburghaus gestionó 21 cuentas para garantizar el pago de sobornos en la trama Petrobras/Odebrecht. En total, habría blanqueado más de 60 millones de dólares.
Sin embargo, el cambista ilegal más famoso de todos los tiempos en Brasil sigue siendo Dario Messer, conocido en el mercado paralelo como el “Doleiro de los doleiros”, entre los pocos capaces de transferir sumas millonarias. Como informó la operación Lava Jato, Messer habría movido 300 millones de dólares para Odebrecht. Fue condenado en 2020 a 13 años de prisión tras permanecer prófugo entre Paraguay y Brasil, gracias al apoyo del ex presidente paraguayo Horacio Cartes, de quien fue socio en fazendas, bancos de inversión y empresas. Según la confesión de Messer a las autoridades brasileñas, Cartes le habría proporcionado 600.000 dólares para sobornar a jueces paraguayos, dinero que luego Messer utilizó para financiar su fuga a San Pablo, Brasil. Dado que, según el Departamento del Tesoro de EE.UU., que lo sancionó el pasado mes de marzo, Cartes tiene vínculos con Hezbolá, muchos se preguntan si Messer también prestó sus servicios directamente al “Partido de Dios”, muy activo en América Latina. “Hezbolá organizaba regularmente eventos privados en Paraguay en los que los políticos hacían tratos para obtener favores, vendían contratos estatales y discutían actividades de aplicación de la ley a cambio de sobornos”, reza el documento del Tesoro de EEUU. “Los representantes de Cartes cobraban sobornos durante estas reuniones”.
En su confesión, Messer también explicó a los magistrados que en Brasil está ganando terreno un nuevo sector, en el que, sin embargo, admitió que nunca había operado, el de los cambistas ilegales que ya no mueven dinero, sino criptomonedas para operaciones de blanqueo. Según Messer se trata de jóvenes con grandes conocimientos informáticos que suelen operar fuera de Brasil. Se configura así un nuevo capítulo en la historia de los cambistas ilegales en el país latinoamericano, que también involucra a grupos criminales chinos cada vez más presentes en el negocio del lavado de dinero, como ya se ha visto en México. En San Paulo, en la zona comercial 25 de Marco controlada en parte por la mafia china, según la Secretaría de Ingresos Federales de Brasil, existe un problema de remesas ilegales de dólares a través de criptodivisas, que se utilizan para alimentar las actividades de contrabando. La criptodivisa Tether (USDT), que está vinculada a la moneda estadounidense y, por tanto, no sufre volatilidad, ha sido ampliamente utilizada con este fin por la última generación de los doleiros. Esta criptodivisa se compra sin la debida declaración al Banco Central, que no logra interceptarla como una operación de cambio encubierta, es decir, una evasión de divisas. Y ahora preocupa mucho la “simbiosis entre organizaciones criminales y grupos terroristas, que acaban compartiendo redes logísticas para el movimiento y el blanqueo de dinero”, como afirma la Secretaría de Ingresos Federales de Brasil. Una combinación que corre el riesgo de volverse peligrosa no sólo en Brasil, sino en toda América Latina.