Eliminatorias: Lionel Messi revoluciona a los hinchas locales en La Paz, convertidos en “boligauchos”
El amor de los bolivianos por el capitán argentino, que sería suplente el martes, es tan fuerte que muchos cantaron por él y vistieron su camiseta, un entusiasmo que no se extendió a la selección local
La imagen se repitió al día siguiente, con el equipo ya concentrado, cuando se preparaba para tener una práctica en el estadio de The Strongest, en Achumani. Los primeros fanáticos llegaron a las 8 de la mañana a las inmediaciones del hotel en la avenida Ballivián, y se atrincheraron en el vallado que dispuso la policía local sin siquiera parar para comer ni tomar, a pesar de que la selección no saldría hasta las 16. La disposición fue igual que la noche anterior: una gran cantidad de simpatizantes muy jóvenes, vestidos con indumentaria albiceleste, con carteles agradeciendo por el título mundial y pidiendo autógrafos.
El contraste con lo que se vio en el hotel Casa Grande, donde concentraban los jugadores locales y a solo cinco cuadras del Camino Real, fue sorprendente: no había más de 20 personas interesadas en ver a los futbolistas de su país. Pero es que el incentivo de ver al mejor jugador de la historia en lo que probablemente sea su última visita a Bolivia es un atractivo demasiado grande, aún si las señales indican que son pocas las chances de que arranque como titular este martes en el estadio Hernando Siles. El único apoyo que llegó hacia la selección local fue cuando, mientras aún se esperaba la salida de los dirigidos por Lionel Scaloni, pasó por al lado el micro que llevaba al plantel verde a su propio entrenamiento, lo que dio lugar a una imagen insólita: hinchas bolivianos, vestidos de argentinos, cantando por Bolivia.
El fanatismo por los jugadores argentinos llega a tal punto que algunos simpatizantes en La Paz aceptarían la derrota con tal de ver a Messi meter su primer gol en una ciudad donde nunca consiguió hacerlo. El agradecimiento, la admiración y el deseo de que el número 10 viva feliz sus últimos años en el fútbol son más fuertes. Y eso quedó reflejado en una venta récord de entradas para el duelo, según se jactó la Federación Boliviana de Fútbol (FBF). Habían comenzado a venderse por internet este miércoles y en sólo unas horas el “80%” del aforo del estadio, que tiene una capacidad de unas 42.000 personas, quedó vendido. Eso no impidió que algunos hicieran fila por la mañana para intentar conseguir algún remanente o reventa, a precios que oscilan entre los 125 y 525 bolivianos (18 a 76 dólares, o 16 a 68 euros). Una entrada que los locales consideran cara, dado el precio reducido de otros partidos de eliminatorias y los sueldos promedio, en el país que rondan los 3000 bolivianos, pero que creen que vale la pena costearse.
Claro está, no todos los bolivianos comparten esta postura de agradecer la mera presencia de los campeones del mundo. Alrededor de las 14, cuando la concentración afuera del hotel ya era considerable, pasó por la avenida un hincha disfrazado del “fantasma de la altura”, asomándose por el techo de una camioneta junto a otros dos hinchas con la camiseta de la selección local, y recordó uno de los días más gloriosos de su fútbol: “¡Les vamos a hacer seis!”.
El malestar por los denominados “boligauchos” se extendió también hacia los propios integrantes del equipo que dirige Gustavo Costas, que según fuentes paceñas indicaron que no se sintieron representados ni respaldados por los miles que fueron a apoyar a los argentinos, aun si muchos dicen que el martes seguirán apoyando a Bolivia. El goleador Marcelo Moreno Martins fue muy claro cuando habló en conferencia de prensa: “Vimos cómo apoyaron a la selección argentina cuando llegaron. Nosotros somos fuertes y de locales peor, entonces tenemos que mantener esa unión, no podemos estar separados, no podemos apoyar a dos selecciones”.
Después de que los jugadores finalmente salieran, a las 15.40, y el público entrara en delirio por ver a los ídolos, gran parte de los presentes se movilizaron hasta las afueras del estadio Rafael Mendoza Castellón, unos 15 minutos al norte. El hecho de que la práctica fuera a puertas cerradas no le quitó la ilusión a los locales de que los futbolistas tuvieran un gesto hacia ellos, e intentaron hacerse escuchar de todas las formas posibles para tratar de captar su atención. Algunos incluso se subieron a las terrazas de los edificios aledaños y hasta a los montes que rodean la cancha para buscar alguna señal de lo que pasará el martes. El gesto no llegaría: el operativo consistió en poner dos micros grandes como “señuelos” para que los jugadores regresaran sin que los hinchas pudieran inferir nada. Scaloni y su cuerpo técnico eligieron el máximo hermetismo para moverse por La Paz.
Ese hermetismo, sin embargo, no evitó que se filtrara la noticia de que Messi no se entrenó con el resto de sus compañeros, sino que mantuvo charlas con el DT durante la hora que pasaron en el predio. El resto del plantel hizo ejercicios físicos de baja intensidad en colchonetas y luego un rondó en mitad de cancha para entrar en calor. Posteriormente hubo una breve actividad de defensa-ataque, seguida por remates de los jugadores de ataque y situaciones de balón parado de los defensores.
La idea consistió en verificar cómo respondían los futbolistas a las condiciones que impone la altura, y en base a eso determinar quiénes estarán en mejor forma para aparecer en diferentes momentos del encuentro. Así se habría llegado a la conclusión de que el capitán argentino podría tener un mejor impacto entrando desde el banco de suplentes, y su reemplazante podría ser Julián Álvarez, que acompañaría en el ataque a Ángel Di María. Además, Scaloni también evalúa la posibilidad de jugar con Nahuel Molina y Nicolás González como carrileros para aportarle más energía y solidez defensiva al equipo, lo que abriría la puerta al regreso de Lisandro Martínez entre los titulares, en lugar de Nicolás Tagliafico. Los hinchas en La Paz solo querrán ver a un jugador rival, pero en medio también hay un partido competitivo, y sumamente desafiante.