El veto como sepultura de las Naciones Unidas

Desde le punto de vista de la protección de la paz, el derecho a veto no ha sido capaz de impedir 285 conflictos armados

Cuando se inició el diseño de la arquitectura institucional, la mayoría de las democracia liberales se pronunciaron por el establecimiento de un cuerpo directivo capaz de proteger la paz, evitar intervenciones militares y dirimir conflictos antes de que estos se tornaran en guerras. Y estos objetivos sirvieron de argumento para la creación del derecho a veto para los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

Si juzgáramos estas premisas a partir de la evidencia empírica llegaríamos a la conclusión de que quienes así justificaron la entronización del derecho a veto estaban todos aplazados en geopolítica. Porque, para comenzar, los grandes beneficiarios de estas políticas fueron precisamente quienes tenían y aún tienen el poder de fomentar guerras y realizar intervenciones militares exitosas. Y una vez ejecutadas este tipo de políticas, la mejor forma de evadir la acción de la comunidad internacional es mediante el veto. Así quedó demostrado en el uso de este recurso. Desde la creación de las Naciones Unidas Rusia ha recurrido 120 veces al veto en 78 años. Estados Unidos, por su parte, ha recurrido al veto 82 veces. En síntesis Estados Unidos y Rusia han sido los usuarios más recurrentes del veto.

Desde le punto de vista de la protección de la paz, el derecho a veto no ha sido capaz de impedir 285 conflictos armados que incluyen la guerra de Corea, la guerra de Vietnam, la guerra Irán-Irak, la invasión de Afganistán por la Unión Soviética, la invasión de Irak por los estados Unidos y la invasión de Ucrania por Rusia. En términos de recursos destinados, bajas e impacto económico, estas guerras sumadas compiten con la destrucción de la Segunda Guerra Mundial.

Ni hablar de invasiones militares, ya que estas han estado a la orden del día desde 1945 sobrepasando las 300 en los últimos 75 años. En este siglo, la segunda guerra del Congo, la limpieza étnica ejecutada en Ruanda, la guerra civil de Siria, el conflicto de Darfur, el actual conflicto de Sudán y la guerra de Yemen prometen sobrepasar la destrucción de la Segunda Guerra Mundial.

En síntesis, la idea de que dándole poder de veto a cinco naciones iba a establecer un dispositivo de estabilidad que impediría destruir la paz y que aparecieran conflictos han probado estar equivocada. La evidencia así lo demuestra y nos indica que llegó la hora de hacer que el Consejo de Seguridad de la ONU tome sus decisiones por mayoría calificada, como ocurre en toda democracia. Porque el sistema del veto no solo ha resultado inútil para los propósitos de la ONU sino que ha creado una parálisis en la organización que le impide actuar de manera eficiente. Y es por ello que, según encuestas de opinión de firmas acreditadas, el 60% de la ciudadanía de 70 países del mundo piensa que habría que abolir las Naciones Unidas. 


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