Día del Perdón: Dios está allí donde hay una pareja enamorada
Esta tarde, con la puesta del sol, empezará Iom Kipur la mayor festividad judía. Se trata, explica el Gran rabino de la Comunidad Sefardí de Buenos Aires, de reconciliar a cada humano con Dios. Pero es sabio empezar por hacerlo con la pareja, porque en ese amor está Él.
El Día del Perdón es un día de reconciliación entre cada ser humano con Dios o sea con la bondad y la moral.
Hay un prójimo cercano con el cual deberíamos reconciliarnos en especial: nuestra pareja.
Esa reconciliación se genera cuando adoptamos una actitud de humildad y nos disculpamos por nuestros errores con el prójimo y con Dios.
El Talmud -ese libro que recoge discusiones rabínicas- dice que ¨si quieres encontrar a Dios lo hallas en medio de una pareja enamorada¨.
En este contexto, hay un prójimo cercano con el cual deberíamos reconciliarnos en especial: nuestra pareja.
Y aunque en principio deberíamos tener la precaución de relacionarnos correctamente para evitar necesitar pedir perdón, por más enamorados que estemos, el pedido de perdón es inevitable, porque somos humanos y cometemos errores. En caso de reacciones inadecuadas el pedido de perdón sirve para recomponer la relación.
El pedido de perdón debe ser sincero y real, y especialmente debe ser verbalizado. La palabra sincera y honesta, la palabra dicha con amor, cura el alma y genera un vínculo positivo con quien nos reconciliamos.
Los humanos nos equivocamos y aprendemos. Los errores son parte de ese proceso. Para eso está el perdón. No obstante, no debemos cometer errores con la justificación de que luego podemos pedir perdón. Llega un momento en que se torna inverosímil y falso.
Cuando erramos y generamos discordia y ruptura, podemos remediar el vínculo con una disculpa dulce y agradable, con palabras sinceras.
El Día del Perdón,es un día para volver a vincularnos con la fuente de la bondad y moral, de manera que influya en nuestra forma de actuar éticamente de manera armoniosa.
Para que ello ocurra Dios nos dice: primero reconcíliate con el prójimo, pero principalmente con tu pareja, solo así demostrarás realmente que eres noble.
La residencia de Dios no está en el cielo, está en la casa de los enamorados.