Traficantes abandonaron en Panamá a 51 migrantes venezolanos y ecuatorianos y huyeron de la policía
Los migrantes estaban en una lancha cuando una patrulla costera pidió que se detuvieran
La lancha rápida, en la que se transportaban los migrantes, navegaba por el Caribe de la comarca indígena Guna Yala, fronteriza con Colombia, cuando fue avistada por una patrulla del Servicio Nacional de Fronteras de Panamá (Senafront). Los agentes policiales pidieron a la embarcación que se detuviera a través de señales de alto, pero los sujetos que operaban la lancha se fugaron luego de encallar en una playa. Los coyotes se internaron en la selva para evadir a las autoridades.
Cuando las autoridades llegaron encontraron al grupo de viajeros, compuesto por 46 venezolanos y 5 ecuatorianos. El capitán Carlos Reyes, ejecutivo del Tercer Batallón Puerto Obaldía del Senafront, indicó que “Los ciudadanos (en un número no precisado) que operaban esa lancha lograron internarse en la selva”, y están siendo buscados por las autoridades en su empeño por “contrarrestar el crimen organizado en su modalidad de tráfico ilícito de migrantes”, según recogió EFE.
Cuando la lancha se encalló en la playa 10 de los migrantes recibieron atención médica pues resultaron con heridas leves.
Los migrantes abandonados son parte de los miles de viajeros irregulares que buscan llegar, principalmente, a los Estados Unidos y que cruzan por Panamá, por la selva del Darién, que se ha vuelto parte de la ruta migratoria irregular que se ha vuelto frecuente en los últimos años para los venezolanos, ecuatorianos, haitianos y personas de otras nacionalidades.
Las autoridades del Gobierno de Panamá han indicado que, desde enero a julio de 2023, los ciudadanos de Ecuador fueron la segunda nacionalidad que más atravesó la selva del Darién, un paso sumamente peligroso. Según las cifras oficiales panameñas, hasta el 31 de julio cruzaron por el Darién 248.901 migrantes. La mayoría son de Venezuela (136.650), le siguen los ecuatorianos (34.357), los haitianos (34.082), los colombianos (8.183 ) y los indios (3.299), de acuerdo con la información recibida por EFE en una entrevista con la subdirectora de Migración de Panamá, María Isabel Saravia.
Durante el 2022 fueron 29.356 ecuatorianos los que cruzaron por la selva del Darién. Este año, el promedio mensual de connacionales que atraviesa este paso es de 4.908 mensuales. Aunque, según los datos panameños, solo en julio cruzaron 9.236.
Este incremento de migrantes ecuatorianos registrados el último mes coincide con un repunte de los viajes irregulares en este año. Las autoridades migratorias de Panamá han informado que en julio 52.530 migrantes de todas las nacionalidades pasaron por el Darién: 22 (11.926) de cada 100 viajeros eran menores de edad. En muchos de los casos, los niños no logran atravesar la selva. Algunos se pierden o son encontrados muertos junto a sus madres, según informó la agencia.
Según informó el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en el 2022, el número de niños, niñas y adolescentes no acompañados o separados fue cinco veces mayor al 2021. Además, 7 de cada 10 adolescentes no acompañados eran procedentes de Venezuela y Ecuador.
Los migrantes ecuatorianos que emprenden este peligroso trayecto generalmente parten desde Quito hacia la frontera colombo ecuatoriano, donde cruzan por el Puente de Rumichaca. Para abandonar Ecuador e ingresar a Colombia solo necesitan su documento de identidad. Desde allí, los viajeros recorrerán Colombia en transporte terrestre hasta Necoclí, en el departamento de Antioquía. En el puerto de Necoclí los migrantes cruzan en embarcaciones hasta la Selva del Darién, uno de los lugares más peligrosos del trayecto. Quienes logran transitar por esa zona luego continúan su viaje por seis países más, hasta llegar a la frontera sur estadounidense. Este viaje puede durar entre dos y tres meses.
La Selva del Darién, una jungla ubicada entre el noreste de Colombia y el suroeste de Panamá. Tiene 575.000 hectáreas y aunque es Patrimonio de la Humanidad desde 1981, la migración riesgosa, las mafias que operan allí y los animales de la zona, la han convertido en uno de los puntos más peligrosos para los viajeros.