SEVILLA 1 - GIRONA 2 / Sevilla colista, Girona segundo

El Sevilla es el único equipo que no ha sumado después de tres jornadas, la primera vez en su historia que ocurre eso. Los de Míchel reafirman su rol de revelación. Una parte de la afición sevillista gritó hacia el palco al acabar el partido

José A. Espina
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El Sevilla se convierte en colista de Primera, el único equipo que aún no ha sumado puntos después de tres jornadas, y la temporada comienza peligrosamente a parecerse a la pasada para el equipo de Nervión, que además visita el Metropolitano antes del parón con todo lo que ello conlleva. El Girona, que suma siete puntos en tres partidos, reafirma su rol de revelación momentánea con una victoria de quilates que le coloca momentáneamente segundo... Aunque ganar en el Sánchez-Pizjuán (ya lo consiguieron los propios catalanes el año pasado) se esté poniendo más barato cada día. Es la primera vez que los andaluces comienzan una Liga de Primera con tres derrotas.

Y Mendilibar comienza ya a estar en la cuerda muy floja por culpa defensa de mantequita que ya ha recibido ocho goles en tres partidos, y ante rivales que a priori no debían de hacerle apenas pupa. Al Sevilla le da jugar bien, mal o regular: cualquier equipo le hace daño con extrema facilidad. Al Girona no le hicieron falta esta vez ni el balón ni su habitual valentía: dos errores garrafales en el despeje, o el no despeje, bastaron para que Herrera y Aleix García pusieran por delante al equipo de Míchel una vez por cada mitad. Entre medio, un espejismo: el empate postrero de Gudelj, en el descuento del primer tiempo, para el Sevilla.

Un espejismo esa igualada para un Sevilla que sí, había sido posiblemente mejor que su rival durante los 45 minutos iniciales pero sin profundidad ni demasiado remate. Menos tuvo durante una segunda mitad accidentada, en la que después de recibir el 1-2 en una pifia de Rakitic, el VAR anulaba un golazo del croata por fuera de juego milimétrico y luego también el vídeo rectificaba a Gil Manzano en un presunto penalti por manos dentro del área catalana.

Mendilibar reaccionó tarde y quizá mal con los cambios entre la impotencia sevillista y de un estadio que acabó pidiendo la dimisión de sus dirigentes. Míchel, que había arreglado la extraña puesta en escena de su equipo con un cambio defensivo en el centro del campo (Juanpe por Herrera, para poner de pivote a David López), sonríe de nuevo.


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