Por qué Putin evita iniciar un reclutamiento masivo en Rusia para hacer frente a la contraofensiva ucraniana

Especialistas explicaron a la revista Newsweek los factores que llevan al jefe del Kremlin a abstenerse -hasta el momento- de una movilización a gran escala

Aunque sabe que en un futuro próximo va a necesitar aplicar nuevas medidas para tratar de mejorar el rendimiento de sus tropas en suelo ucraniano, Putin no está decidido a hacer caso a esas recomendaciones por temor a romper con la narrativa que ha venido impulsado desde el 24 de febrero de 2022, cuando inició la invasión a Ucrania.

En septiembre del año pasado el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, indicó que el país destinaría a unos 300.000 reservistas y ex militares. Ese reporte se dio en medio del anuncio de Putin de una “movilización parcial” de la población. Sin embargo, el jefe de Estado nunca hizo pública esa cifra.

Ucrania estima en 250.000 las bajas del ejército ruso desde el inicio de la invasión. Frente a semejante golpe, el ministro de Defensa ucraniano, Oleksiy Reznikov, comentó a finales de 2022 que una segunda movilización masiva en Rusia comenzaría en enero de este año. El Kremlin, no obstante, negó tales afirmaciones, y hasta rechazó las denuncias de movilizaciones encubiertas.

Konstantin Sonin es un economista político de origen ruso de la Universidad de Chicago. En diálogo con la revista norteamericana Newsweek, consideró que lo más probable es que Putin se abstenga de declarar una movilización masiva porque se da cuenta de que la guerra es “profundamente impopular entre la gran mayoría de la población rusa”.

Reclutas rusos llamados a filas para el servicio militar se reúnen en un centro de reclutamiento en Simferopol, Crimea, Ucrania (REUTERS/Alexey Pavlishak)
Reclutas rusos llamados a filas para el servicio militar se reúnen en un centro de reclutamiento en Simferopol, Crimea, Ucrania (REUTERS/Alexey Pavlishak)

“Hay un par de millones que están muy contentos de que haya una guerra contra Ucrania, otro par de millones que se oponen a la guerra, y hay decenas de millones que no la apoyan y que no protestan”, apuntó.

Un sondeo de opinión realizado en junio por Russian Field -una empresa de investigación no partidista con sede en Moscú- reveló que el apoyo de la opinión pública rusa a la guerra de Putin en Ucrania ha disminuido significativamente. Sólo el 45% de los encuestados estaba a favor de continuar la “operación militar especial” del Kremlin.

Sonin reconoció, en tanto, que el reclutamiento de “voluntarios” está en pleno apogeo en Rusia. El gobierno ofrece salarios muy altos, en comparación con la media nacional. Todos los combatientes rusos tienen derecho a una suma del Ministerio de Defensa de 195.000 rublos (2.080 dólares) al firmar un contrato de al menos un año. Los salarios mensuales, asimismo, varían en función del rango militar, el cargo y la duración del servicio, pero ninguno es inferior a 204.000 rublos (2.176 dólares).

Sonin dijo que otro factor por el que Putin evitaría iniciar una movilización masiva abierta es que la narrativa propagandística que él y su entorno impulsan es que Rusia no está librando una guerra, sino que está llevando a cabo una operación militar a escala limitada. De hecho, en los medios de comunicación rusos no se puede hablar de guerra o invasión; una imposición que fue establecida por ley tras el inicio de la incursión militar.

En esa línea se pronunció Neil Melvin, director de Estudios de Seguridad Internacional del think tank británico de defensa y seguridad Royal United Services Institute (RUSI). Según explicó a Newsweek, el mensaje propagandístico de Putin hizo que “siga caminando por la cuerda floja sobre la cuestión de la movilización”.

El experto británico remarcó que Putin se abstuvo de reclutar un número significativo de jóvenes de las grandes zonas urbanas de Rusia. Gran parte de los combatientes que fueron reclutados en la movilización parcial provenían de las repúblicas de minorías étnicas de Rusia. Incluso, antes del anuncio de esa movilización, esas regiones ya habían sufrido el mayor número de muertes y bajas por la guerra en Ucrania.

En pocas palabras, Melvin reveló que Putin está evitando “reclutar en grandes cantidades a los hijos de sus principales grupos de apoyo internos”. Más aún, en momentos en que el presidente tiene un año electoral en 2024.

Además, opinó que el jefe del Kremlin tampoco pretende romper el “contrato social” que mantiene con la población: “La movilización masiva, cada vez más urgente dado el desgaste de las fuerzas rusas en Ucrania, rompería este contrato y llevaría a casa de las familias de toda Rusia los costes de la guerra”.

Ucrania estima en 250.000 las bajas del ejército ruso desde el inicio de la invasión (Sergey BOBOK / AFP)
Ucrania estima en 250.000 las bajas del ejército ruso desde el inicio de la invasión (Sergey BOBOK / AFP)

Los especialistas también hicieron referencia al factor económico. Tras la invasión a Ucrania, Rusia fue objeto de innumerables sanciones impuestas por la Unión Europea, Estados Unidos y otros países de Occidente, lo que llevó a un fuerte desplome del rublo ruso. Además, Rusia fue expulsada del sistema bancario mundial SWIFT; Europa congeló las compras de petróleo y gas rusos; y el G7 acordó un tope de precios para el crudo y los productos petrolíferos refinados rusos. Todo esto impactó de forma directa en la economía local.

Nick Trickett, experto en economía rusa, dijo a Newsweek que a medida que Putin utilice mayores niveles de gasto para sostener la guerra, más complicado le será gestionar el tipo de cambio del rublo. “Si movilizas la economía para la guerra aumentando el gasto en defensa, aumentas la demanda de importaciones y de mano de obra. La mayor parte del valor de la mayoría de los bienes de consumo sigue siendo importado. Cuanto más se importa, sobre todo si se reducen los ingresos por exportaciones energéticas, más se debilita el rublo”, explicó.

Y agregó: “Cuanto más débil sea el rublo, mayor será la inflación. Cuanto más suba la inflación, más habrá que subir los tipos de interés para acabar con ella, aplastando la construcción y el gasto de los consumidores y sumiendo a la economía en una recesión más profunda”.

Trickett consideró que una movilización a gran escala es posible, pero supondría un elevado coste económico y político. Sonin, por su parte, opinó que la economía rusa no perdería mucho en cifras del PIB nominal: “Porque a estas alturas está impulsada sobre todo por la contribución inflada del aumento de la producción militar, y seguirá hundiéndose en términos de calidad de vida”.

“Movilizar a 500.000 personas no acabaría con la economía rusa, ni siquiera 5 millones acabarían con ella, pero económicamente no tiene nada de bueno”, concluyó Sonin.


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