Los fantasmas de Xi Jinping: entre la economía y Taiwán
Es el dilema que enfrenta ahora el jefe del régimen chino. Una invasión a la isla podría sumir a su propio país en una crisis de inimaginables consecuencias
- Las exportaciones cayeron 14,5% entre julio de 2022 y el mismo mes de este año.
- El país entró en deflación, lo que podría desnudar signos de una posible recesión.
- El desempleo entre los más jóvenes está en un nivel récord: en junio alcanzó 21,3 por ciento. A tal punto preocupa esto a Beijing que prohibió publicar esos datos oficiales los próximos meses.
- Los créditos han caído a niveles de 2009.
- Los desarrolladores inmobiliarios -Country Garden y Evergrande- están en jaque y a punto de declararse en default. El segundo de ellos se presentó en convocatoria en los Estados Unidos.
- Una de las financieras más importantes -Zhongrong International Trust- también muestra graves debilidades lo que hace temblar a los mercados locales. La compañía ha dejado de pagar a al menos cuatro grandes clientes por un total de 19 mil millones de dólares.
- El precio de las propiedades se desploma, lo que muchos temen que pueda significar el inicio de la explosión de una burbuja. Los dueños deben más por su casa que lo que ésta vale.
- El yuan está en su valor más bajo en 16 años frente al dólar. ¿Es la moneda con la que sueñan los países miembros del BRICS? Quizás lo discutan en la cumbre que desarrollan por estos días en Sudáfrica.
- Los nacimientos están en contracción y China ya no es la nación más poblada de la Tierra, galardón que ahora lleva India, cuya economía está en crecimiento. Esto es particularmente grave teniendo en cuenta la masa laboral que hará falta en unos años y aún no nació.
- Los grandes bancos recortaron sus proyecciones de crecimiento por debajo de 5 por ciento.
- La deuda interna de los estados es monumental y lleva un arrastre de años. El problema es tan evidente que grandes ciudades enfrentan dificultades para proveer servicios básicos.
El “momento Lehman Brothers” que planteó el diario The Wall Street Journal hace menos de una semana preocupa a las autoridades del régimen que intentan desesperados movimientos para recrear la economía, sin éxito. “Rebajamos la previsión de crecimiento del PIB real de China ya que la recesión inmobiliaria se ha agravado, la demanda externa se ha debilitado aún más y el apoyo de las políticas ha sido menor de lo esperado”, publicaron este lunes los analistas de UBS.
Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y editorialista del diario The New York Times, cree que la situación es grave pero que no afectará mayormente al resto del mundo, ni a los Estados Unidos. Dice que vivirá su 2008, pero -casi- en soledad. En su última columna titulada ¿Hasta qué punto asusta la crisis china?, el autor plantea: “Ahora viene China, con un sector inmobiliario aún más hinchado que los de las naciones occidentales antes de 2008. China también tiene un sector bancario en la sombra grande y muy problemático. Y tiene algunos problemas singulares, en particular las enormes deudas de los gobiernos locales”.
Ante este oscuro escenario, Xi Jinping enfrenta un dilema mayor: ¿es momento de enfocarse en la economía o distraer a la población -y al mundo- con una invasión a Taiwán? La segunda opción terminaría por dinamitar la primera, no sólo a escala local, sino internacional.
La narrativa del régimen de Beijing contra el gobierno democrático de Taipei se multiplicó esta semana luego del paso fugaz por el aeropuerto de Nueva York de William Lai, vicepresidente taiwanés quien visitó Paraguay, donde se reunió con el flamante presidente Santiago Peña. Lai es candidato a suceder a Tsai Ing-wen en 2024. Taipei espera estos días nuevas maniobras militares intimidatorias. El objetivo es socavar la moral de la población y hacerle temer una incipiente invasión. Con esto, piensa el régimen continental, podrían golpear la candidatura de Lai.
Pero Beijing también usó sus medios para difundir su furia por la cumbre que protagonizaron en Camp David -en las afueras de la capital norteamericana- Joe Biden, Fumio Kishida y Yoon Suk-yeol, los líderes de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur. En Global Times, un periódico administrado por el Partido Comunista Chino (PCC) cuestionaron la reunión en las afueras de Washington. Señalaron -en palabras del vocero de la cancillería, Wang Wenbin- que las tres naciones buscan una “nueva Guerra Fría”. Nada dijo de los bloqueos marítimos y los cazas que violan el espacio aéreo de Taiwán.
Pero fueron más allá: “Wang señaló también que China tiene una soberanía indiscutible sobre las islas del Mar de China Meridional y sus aguas adyacentes. Las actividades de construcción de China en su propio territorio y las actividades de protección de derechos y aplicación de la ley de los buques guardacostas chinos en aguas bajo jurisdicción china son legítimas e irreprochables”, publicó el medio oficialista. Gran parte de esas 250 islas son también reclamadas por Vietnam, Malasia, Brunei y Filipinas. Para sumar: Indonesia dice tener derechos a la explotación de esa zona.
Una invasión a Taiwán podría empeorar las cosas de manera incalculable. Además de los riesgos militares que quedaron demostrados en Ucrania, China podría afrontar una recesión absoluta por la paralización total de su comercio internacional. Por el estrecho donde se desarrollaría una guerra con la isla, transitan la mayoría de los buques que llevan y traen productos y alimentos al país. ¿Qué empresa marítima arriesgaría su flota en la zona mas caliente de la Tierra? ¿Qué haría Xi con semejante freno económico? La situación actual sería añorada por el establishment chino.
Pero además, una guerra de esas características podría envalentonar a los otros vecinos que disputan cientos de islas con Beijing. ¿Cuántos frentes estará dispuesto a abrir el jefe del régimen?
Son preguntas que líderes acorralados muchas veces no llegan a formularse y que tampoco sus asesores se animan a acercarles. Taiwán es la obsesión de Xi Jinping, con la que sueña superar a Mao Zedong en los libros de historia. Quizás sea momento de enfocarse en otras prioridades, antes de que sea demasiado tarde.