Juan Fernando Quintero en Racing: todas las vidas de un crack de la nostalgia, a las puertas de la serie ante Boca que lo invita a volver a ser
Ahora en la Academia, el colombiano jugará otra vez contra el Xeneize, con el legado del Bernabéu sobre su espalda
“La vida nos exige siempre, pero perdí muchas cosas que la gente no sabe y no me interesa decirlas... El mundo de River es fuerte, te lleva al extremo, aunque así es la vida. Hoy vemos personas que amamos y se van, hay que vivir todos los días así. River trae una carga emocional, física y mental que es fuerte, y que a veces te satura. Eso a mí me pasó y ya está... Hay momentos en que tenés que pensar en vos, y no quiero decir que River fue el problema: fueron muchas cosas. La vida te satura muchas veces y hay que poner en la balanza la tranquilidad de uno”, contaba, en una charla por TV, tres meses después.
Insistía Juanfer, que prefirió un profundo, enorme cambio de aire: “River te lleva al límite. Ya llevo 20 años en esto, he sacrificado mucho tiempo y no ha sido en vano: he tenido una carrera muy bonita. Pero creo que al final somos seres humanos, y el personaje y el fútbol se quedan en el campo. Cuando llegás a tu casa y llorás es porque somos seres humanos. Mucha gente no sabe lo que pasa detrás de un partido y de lo que sufrimos, y a algunos nos afecta más que a otros. Y a raíz de eso uno toma decisiones”.
A los 29, Quintero regresó a River. Un exponente de una clase de jugador que existe cada vez menos. Al mismo tiempo, una trampa: su estirpe solía surgir en ocasiones especiales. Le faltaba continuidad. No hay que recordar antiguas frases del Muñeco para ponerlo sobre la mesa: “Lo que venía haciendo estaba muy bien, pero jugaba pocos minutos. Este año (2019) le dije que quería que fuera el jugador que le diera funcionalidad al equipo. Ese rol protagónico. Que sintiera que íbamos a necesitar un compromiso mayor de él. Está para eso, para asumir un compromiso futbolístico, está cómodo con eso. Necesitábamos también que viera que tenía que comprometerse más, estar más cerca del arco rival. Estoy contento con su presente y que el equipo lo pueda acompañar bien”.
Vuelo bajo en la segunda temporada en River y casi en puntas de pie en Junior durante 2023. Ahora, una nueva oportunidad le brinda el fútbol a su magia. Juanfer siente que es hoy, que es ahora mismo: con la camiseta de Racing, contra Boca, en los frenéticos cuartos de final de la Copa Libertadores. Boca, en la Bombonera. Y con la mítica camiseta número 8, la misma que la del festín en el Bernabéu, allí en donde Fernando Gago estaba del otro lado del mostrador.
El DT pretendía un mediocampista ofensivo y con buena pegada para resolver los córners, los tiros libres y la conducción global. La Academia pagó unos 3.500.000 dólares por la transferencia. Gago sentía urgencia para potenciar un equipo que -entre salidas y lesionados- había terminado jugando con muchos juveniles en la Liga Profesional anterior. El colombiano rubricó un contrato hasta diciembre de 2025.
Conductor de un equipo audaz con algunas licencias defensivas (en lo mejor y lo peor de su trayectoria, la película es parecida), Gago necesita rápidamente ocupar la silla vacía de Matías Rojas, que se marchó con el pase en su poder a Corinthians, de Brasil. El paraguayo, al fin de cuentas, fue un fuera de serie en un equipo entusiasta.
Gago jugó aquella final de Madrid. Ingresó por Pablo Pérez, el capitán, en el final del segundo capítulo de los primeros 90 minutos, aunque salió lesionado cuatro minutos antes del cierre, en el segundo tiempo suplementario, cuando Boca ya no disponía de cambios.
El entrenador sufrió en vivo el golazo de Juanfer (entró por Leonardo Ponzio, el capitán, un buen rato antes para el 2-1 del equipo millonario. Siempre lo admiró, más allá de los encuentros sobre el campo. Ahora, en otra función, en otro equipo y… otra vez contra Boca. Confía en su talento, desconfía de sus intermitencias.
Racing también había sufrido la calidad del colombiano. Juanfer le convirtió un golazo de tiro libre en el Monumental, un zurdazo que sorprendió al arquero Gabriel Arias y se metió en el primer palo, por la fecha 18 de la Superliga 2019.
“Estoy muy contento y agradecido a Racing por la oportunidad. Hablé con el entrenador y estoy convencido del proyecto del club. (Gago) me planteó cómo iba a encajar en el juego de él, y la verdad es que me motivó. Y acá estoy”, cuenta el colombiano, que espía un puñado de minutos en la Bombonera y convertirse en un actor principal en el Cilindro. Es la oportunidad de su nueva vida. La presentación, en Santa Fe y frente a Unión, solo mostró una parte de su repertorio: chispazos sin puntería. “Tenía la idea de que Agustín (Almendra) y Juanfer sumen minutos y ritmo de competencia. Los vi bien, acoplados al sistema del equipo, en algunos movimientos, aunque falta la adaptación lógica de lo que hacemos”, define Gago.
Encaja a la perfección en el juego de la audacia (con varios intérpretes juveniles) de la Academia, aunque sabe que precisa una dosis de desgaste físico y presión constante, que es una incógnita si está dispuesto a exhibir. Tiene, en cambio, una pegada sin igual. Una zurda instalada en las pesadillas xeneizes y con el estímulo de crear un segundo capítulo. El que precisa para volver a ser.