Di María, eternamente joven

El Benfica gana la Supercopa de Portugal gracias a un gran gol del argentino. Más tarde, Musa cerró el marcador. Fue un encuentro duro, con 12 amarillas y con Pepe y Conceiçao expulsados.

Iván Cordovilla
As
El Benfica de Roger Schmidt fue uno de los equipos revelación de Europa la temporada pasada y, por ello, les quitaron a Enzo Fernández (en enero), a Gonçalo Ramos y a Grimaldo. El entrenador alemán respondió con Kökcü y Di María, dos fichajes que, a la espera de un delantero, recordaron a Portugal quién manda en el país.

La Supercopa ante el Oporto fue un partido duro. Más allá de lo que suelen ser los clásicos. Y al árbitro, Luís Godinho, se le fue rápidamente de las manos. Antes de la hora de partido, ya había mostrado diez amarillas. Dos de ellas fueron a João Mário y a Ristic, y quizá aquellas amonestaciones fueron razones para Schmidt, que les sacó del campo en el descanso para meter a Jurasek y Musa.

Hasta entonces, la primera parte se desarrolló entre destellos de Di María, arrebatos de carácter (ofensivo y defensivo) de Kökcü e intentos desacertados del Oporto. Fue en el minuto 61 cuando Di María marcó uno de los goles más típicos de su carrera, entrando en el área y definiendo con el interior de su zurda al palo más lejano. El argentino fue el mejor del partido. Partía desde la derecha, pero se movió por todo el frente de ataque (sin Gonçalo Ramos, Rafa hizo de 9), dividiendo rivales y haciendo regates de todo tipo.

El Benfica no tardó demasiado en ampliar la ventaja. Siete minutos más tarde, Musa ganó un balón aéreo a Pepe, Rafa Silva, siempre jugando con un criterio inteligente, entró en el área y asistió al propio Musa para hacer el 2-0 definitivo.

Show de Pepe y Conceiçao

En el descuento, Pepe pagó su sobrexcitación con una roja. El central golpeó a un rival en el culo con la rodilla en una acción que, viendo la repetición, es difícilmente argumentable que fue un golpe sin intención. El árbitro fue al monitor y le expulsó. Pepe, pitado por la afición del Benfica, respondió quitándose la camiseta y mostrándola con actitud desafiante a la grada.

El colegiado también necesitó ir a ver una mano de Gonçalo Borges previo a un golazo de Galeno desde fuera del área que hubiese recortado distancias y dado emoción a los ocho minutos de descuento. Las excesivas protestas provocaron la segunda roja del partido, esta para Conceiçao, técnico del Oporto, que se negó a irse del campo, tuvo que intervenir Marcano (capitán) y entraron dos policías para hacer el amago de sacarlo del campo. Finalmente, y tras varios minutos con el partido detenido y con el árbitro sin saber muy bien qué hacer, ambos hablaron y Conceiçao aceptó irse a la grada.


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