De Laurentiis no suelta a Spalletti y ataca a la FIGC
El presidente del Nápoles pide públicamente el pago de los 3 millones de euros para liberar a su exentrenador, pretendido por la federación para sustituir a Mancini.
Este fue el texto de su comunicado: “Siempre le tuve gran respeto a la selección y cuando era joven, además del Nápoles, era el único equipo que me apasionaba. Luciano Spalletti, a pesar de tener otro año de contrato con el Nápoles, tras haber ganado el scudetto manifestó la voluntad de tomarse un periodo de distanciamiento de la actividad de entrenador por estar “muy cansado”. Por agradecimiento por su trabajo no reaccioné, aunque hubiera podido pedir respetar su contrato. Le di la posibilidad de tomarse este largo periodo de descanso. Tuve que buscar un sustituto y estoy contento de haber encontrado a Rudi Garcia, que hará sin duda un gran trabajo.
Volviendo a Spalletti, escuchando la voz y el sentimiento de los millones de hinchas del Nápoles que sienten un gran vínculo con el entrenador del equipo campeón de Italia, concediendo la posibilidad de no respetar su contrato, pedí garantías sobre el respeto de este año sabático y puse una penalización en el caso en el que este compromiso no se respetara. Sobre la Federación, observando el caso, lo que me sorprende es que se llegue a pocas semanas de dos partidos muy importantes de la selección sufriendo las dimisiones de Roberto Mancini. Hay dos consideraciones ante eso: no se saben mantener las relaciones con los colaboradores, llevándolos a dimitir; faltan herramientas jurídicas para mantener a los mismos determinando el respeto de los contratos, también a través de penalizaciones.
Si se elige a Spalletti, un gran entrenador con 25 años de experiencia de alto nivel, que expresó el mejor fútbol de Europa en la última temporada, ofreciéndole un sueldo de 3 millones netos durante tres años, no se puede parar ante un millón bruto por cada año para liberarlo de su vínculo (compromiso no solo hacia el Nápoles, sino también hacia sus millones de hinchas). Todo eso es incoherente.
Para el Nápoles tres millones no son muchos y para Aurelio De Laurentiis son todavía menos. No es cuestión de dinero, es una cuestión de principios que conlleva no solo al Nápoles, sino a todo el sistema del fútbol italiano, que debe abandonar su actitud de amateur para enfrentarse a los desafíos mirando al respeto de las reglas de las empresas, de las sociedades anónimas y del mercado.
Hasta cuando se considere que la ‘regla’ sea la ‘excepción’, el sistema fútbol no evolucionará y seguiremos viendo ‘casos Spalletti’ y seguiremos escuchando “importantes” comentaristas que no saben cómo se gestiona una empresa de manera sana”.