Copa Sudamericana: el sueño de San Lorenzo se estrelló contra los aciertos y la jerarquía de Sao Paulo
El Ciclón perdió 2-0 y quedó eliminado en los octavos de final; una producción de mayor a menor, que desnudó las escasas variantes del plantel
La modificación que ensayó Insua en la alineación enseñó sin disimulo cuál sería la estrategia de San Lorenzo para jugar en el Morumbí. Con el ingreso del colombiano Carlos Sánchez por Gonzalo Maroni, respecto a la formación que ganó en el Nuevo Gasómetro, el Ciclón se robustecía en el mediocampo con un futbolista de corte y se desinflaba en el control de la pelota. Una apuesta de riesgo frente a un rival que no se desentiende si debe manejar el balón, aunque en el encuentro de ida no tuvo la frescura ni la inteligencia para quebrar el bloque defensivo azulgrana. Pero en el desquite, los paulistas -repitieron los mismos nombres- en apenas 27 segundos generaron el primer susto: Rodrigo Nestor trazó una diagonal y el remate se marchó junto al poste derecho de Augusto Batalla.
Los diez minutos iniciales lo descubrieron a San Lorenzo asfixiado, sofocado por la presión de Sao Paulo y también por el griterío y el empuje de los torcedores. El Morumbí era un hervidero y el Ciclón tenía la misión de bajar la temperatura de esa olla. En una charla entre Rafael Pérez, Jalil Elías, la Roca Sánchez y Gastón Campi -aprovecharon la fortísima infracción que Alisson le cometió a Gastón Hernández ante la mirada contemplativa del árbitro asistente Martín Soppi-, se corrigieron posiciones y el movimiento provocó un pequeño respiro para los azulgranas. Y apenas logró reacomodarse, fijar cómo tapar los huecos, lanzó una primera advertencia ofensiva.
Con la fórmula clásica, la de siempre y que lo transformó en un equipo de riesgo en la Liga Profesional -finalizó tercero- y competitivo en la Copa Sudamericana, porque más allá de alguna turbulencia en la etapa de grupos fue solvente al momento de sellar la clasificación. La banda izquierda, la franja de explosión y por donde combinaron Nahuel Barrios y Malcom Braida -anoche más contenido que en otros partidos-; el centro del lateral-volante no encontró ubicados al paraguayo Adam Bareiro ni a Iván Leguizamón, aunque el despeje defectuoso lo recogió Agustín Giay, cuyo remate fue bloqueado y la jugada terminó en un tiro de esquina.
La derrota y eliminación de San Lorenzo en Brasil
Esa acción aquietó el impulso que traía Sao Paulo y le ofreció un matiz nuevo al partido, porque se produjo un intercambio de ataques que se extendió durante siete minutos. Un ataque por ataque, de esas propuestas que no suele aceptar el Ciclón, pero que ante los espacios que se abrieron con el adelantamiento del tricolor era tierra fértil para lanzarse en ofensiva. Una mano sin intención dentro del área del zaguero Beraldo, el primer eslabón de la cadena, que continuó un minuto más tarde cuando Barrios capitalizó una falla en la salida de San Pablo y después de enganchar frente a la marca estrelló la pelota en el travesaño, ante la estirada del arquero Rafael.
Los paulistas asimilaron el impacto y respondieron con una andanada ofensiva: la Roca Sánchez no logró escapar de la presión, cedió la pelota y Wellington perdió el duelo con Batalla, aunque desde el piso volvió a poner en juego el balón para el remate de Pablo Maia, que despejó Hernández sobre la línea. Como el Ciclón, en dos minutos los brasileños dinamitaron el arco de San Lorenzo: Alisson -tras un movimiento colectivo- fue el encargado de finalizar la jugada que descubrió en el vuelo de Batalla la reacción que ahogó el festejo.
Sin el dominio absoluto del desarrollo y con la ventaja del resultado del juego de ida, San Lorenzo aplicó algunos artilugios para congelar el juego. Batalla, Bareiro, Leguizamón y Braida fueron cayendo al piso y el árbitro uruguayo Esteban Ostojich cortó las acciones. La fricción fue en aumento y los de afuera -en particular el banco de suplentes de San Pablo- poco ayudaban a descomprimir.
El juez amonestó al entrenador Dorival y al futbolista Michel Araújo; Bareiro y Luciano recibieron la tarjeta amarilla, tras una falta del atacante guaraní que el brasileño protestó, por entender que se trató de un codazo. Empujones, caras desafiantes y un clima espeso del que Sao Paulo tomó rédito en los minutos finales del primer tiempo y que coronó con el gol de Jonathan Calleri, tras una jugada de pelota parada que los azulgranas reclamaron: el delantero le ganó en el salto a Hernández y, de cabeza, hizo caer la pelota por detrás del cuerpo del arquero, que con la volada hizo más espectacular la definición.
El voltaje del encuentro disminuyó en el campo, aunque no en las tribunas. Sao Paulo no necesitaba imponer el ritmo frenético del primer tiempo, aunque controlaba tiempo y espacio, y el Ciclón no se salía del libreto. Recién después del cuarto de hora, San Lorenzo ejecutó una variante para disputar el manejo de la pelota: Maroni saltó al campo en lugar de Sánchez, que era su reemplazante. Pero el movimiento resultó un dolor de cabeza: el recién ingresado habilitó a Luciano, que arrojándose al piso marcó el 2-0, tras los amagos, enganches y habilitación precisa del indescifrable Wellington.
Con 20 minutos por delante y con la urgencia de descontar, Nicolás Blandi reemplazó a Leguizamón, que hizo un partido correcto en la función defensiva, aunque no le aportó al ataque. San Lorenzo se tuvo que vestir con un ropaje que no es el que mejor le sienta, el de ser protagonista a partir de un juego ofensivo, voraz. La ausencia de jugadas de peligro para descontar y llevar la serie a los penales, fue un síntoma de las limitaciones que durante pasajes del curso logró disimular con entrega, sacrificio y efectividad.