Copa Libertadores: Boca aguantó frente a Nacional en Montevideo, apostó al cero
Sin arriesgar, con un planteo de cinco volantes en el primer tiempo, igualó sin goles en la ida de su serie de octavos de final
La lectura que se hizo del sorteo de los octavos indicaba que el bolillero había sido amable, por el rival que a Boca le había tocado en suerte. Los pergaminos de Nacional son del pasado, de bastante atrás en el tiempo, porque desde hace años no trasciende en la Copa. Es una expresión del consumo interno del fútbol uruguayo.
Ante un anfitrión que sacó músculo, Boca también opuso piernas y pulmones. Se trajo un 0-0 que no le disgusta, como si hubiese querido dejar preparado el terreno para que el miércoles próximo, en la Bombonera, aparecieran los goles de Edinson Cavani en su debut con la camiseta Nº 10. Un plan pragmático, ejecutado con avaricia como visitante y que necesitará de una mayor ambición como local.
Para abrigarse del fuerte viento que cruzó la cancha a lo largo, Boca eligió cubrirse con un amplio tejido de volantes. Valga la figura para graficar la formación que eligió el DT Jorge Almirón, con cinco mediocampistas y la siguiente distribución: Alan Varela, Jorman Campuzano y Pol Fernández por zonas internas, y Luis Advíncula y Cristian Medina más abiertos.
A la prioridad de Boca de neutralizar riesgos, Nacional respondió de arranque con una presión alta. Se posicionó con decisión en campo ajeno, le quitó margen de maniobra a la salida de Boca. El factor climático era imposible de soslayar. Con el viento en favor de Nacional en el primer tiempo, la pelota parecía llegar más rápida a Sergio Romero, cuyos saques de arco a veces quedaban frenados.
El partido se planteó tan áspero como lo habían sido las horas previas. La llegada de los hinchas de Boca al estadio derivó en incidentes y represión policial. Por la tarde, en las calles de Montevideo hubo corridas por cruces entre los simpatizantes de ambos equipos. La situación se tornó más tensa y preocupante en las adyacencias del Gran Parque Central. Nacional dispuso que hubiera 2000 entradas para los visitantes, que asistieron en un número mayor.
Compacto de Nacional 0 vs. Boca 0
La aglomeración en los ingresos a las tribunas –los asistentes debían mostrar un QR en sus teléfonos celulares– fue reprimida por la policía con bastonazos y balas de goma. Muchos hinchas de Boca se quejaron de una represalia que entendieron excesiva e injustificada. Algunos cayeron al piso en la refriega. Hubo miedo y sensación de indefensión. Cierta calma se restableció a medida que los simpatizantes fueron ocupando su tribuna en una cabecera.
Nacional se topó pronto con un imponderable. A los 7 minutos, “Torito” Rodríguez, ex futbolista de San Lorenzo e Independiente, cayó tras un forcejeo con Medina. Quedó en el piso como desvanecido, y pese a su enfático pedido al médico de que lo dejara continuar, fue reemplazado. Se aplicó el protocolo por posibles lesiones cerebrales.
Boca tenía un poco más de control de la pelota, pero las primeras llegadas con cierto peligro fueron de Nacional, que se encontró con un Chiquito Romero atento y bien ubicado.
Más allá de la cantidad de volantes, a Boca le costaba le costaba armar una sucesión de pases. El desarrollo se hizo cortado, chato; predominaban las prevenciones y la cautela. Ninguno quería arriesgar más de la cuenta por temor a verse sorprendido. La clase de Frank Fabra rompió la monotonía con un pase de emboquillada a Miguel Merentiel, que fue anticipado por el arquero Salvador Ichazo cuando estaba a punto de definir.
Más que por virtudes, la sensación era de que el gol podía llegar por algún error o desacierto. Lo cometió Nicolás Valentini con un despeje de cabeza que dejó la pelota en el área, donde Juan Ramírez definió con un toque que rebotó en un poste. Boca se salvaba de milagro.
El equipo argentino inquietó por la vía aérea, con cabezazos de Valentini y Merentiel. No era mucho, pero alcanzaba para que el desarrollo tuviera un tono parejo, discreto, de pocas luces.
Probablemente como parte de un plan que establecía primeramente aguantar para después soltarse un poco, Almirón cambió a Campuzano por Exequiel Zeballos para el segundo tiempo. Más atrevimiento y desequilibrio individual.
Hubo un poco más de ritmo; el encuentro no se atoró tanto en el medio campo. Nacional le puso el pecho al viento en contra y empujó con ganas. Sin mucha claridad, llegaba a posiciones de remate. También se cargaba de energía con el aliento de sus hinchas. Boca se veía defendiendo muy cerca de su arquero, con Valentini como el más firme y seguro. Una muralla inabordable para Nacional.
Boca tenía un recurso más con la gambeta de Zeballos por la izquierda, pero al santiagueño le hacían falta socios. En cualquier caso, el partido no terminaba de abrirse. Quizá era necesario que el cansancio bajara los ímpetus para marcar y cortar en ambos lados.
Boca hizo una apuesta ofensiva para el último cuarto de hora con los ingresos de Valentín Barco y el debutante Lucas Janson, uno de los incorporados. Almirón interpretó que era el momento de dar el golpe a un rival que había hecho un importante desgaste. Pero enseguida rectificó con la vuelta tras una larga rehabilitación de Marcos Rojo (sustituyó a Medina) para armar una línea de tres zagueros centrales. El último candado para cerrar el cero.