Camaleón Ancelotti

Bellingham de ‘diez’, Valverde de ‘falso extremo’, Camavinga de lateral... Decisiones acertadas de un técnico, el italiano, que se ha sacado varios ases de la manga en el Madrid.

Fernando S. Tavero
As
“No es fácil ser tan flexible y tan camaleónico como lo ha sido él en su carrera (...). No es sólo un gestor, es una persona que a nivel táctico ha aportado mucho a este deporte. Siempre se le ha tenido como un buen hombre con buena mano con los futbolistas. Es una de sus cualidades, pero tiene mucho conocimiento del fútbol”. Ancelotti, sobre Ancelotti. Davide, en entrevista con AS, sobre su padre. Era diciembre, antes de que, con el adiós de Benzema y la llegada de Bellingham, Carletto se mirase bajo la manga y encontrase un as nacido en Stourbridge. Reubicar al inglés para hacer del defecto (de un delantero centro de campanillas) una virtud. No es la primera ocasión en la que el italiano ‘improvisa’. Dos etapas en el Real Madrid, diez títulos y varias comodines puestos en juego. Di María, Vinicius, Valverde, Camavinga o ahora Bellingham.

Diez veces Bellingham

No lo dudo Ancelotti cuando barruntaba cómo sería su nuevo Real Madrid, sin Benzema y con Bellingham. Las condiciones físicas, técnicas y tácticas del inglés dibujaban más que un centrocampista. El italiano entendió que Jude tendría más impacto como mediapunta, a pesar de haberse ganado el ascenso a la élite como interior. Se hablaba de un box to box, pero Carletto identificó a su nueva estrella como un mediapunta. La pretemporada se centró en lograr que los mecanismos del equipo girasen en torno a su figura y tras dos partidos, el verano da sus frutos. Tres goles en dos partidos y, más allá de números, sensaciones de jugador generacional. Lo verbaliza el propio Bellingham: “Soy diez veces mejor jugador que la pasada temporada”. Los 14 goles de su último año en Dortmund no se convertirán en 140, pero, de momento, ya es el pichichi de LaLiga...

Camavinga, lateral a pesar de Camavinga

Los problemas físicos de Ferland Mendy y la apuesta -de entrenador y de jugador- de Alaba como central dejó a Ancelotti en una situación complicada para el carril del tres. La polivalencia de Nacho se vislumbraba como alternativa... hasta que apareció Camavinga. Esporádicamente había ocupado la posición, también con Francia en el Mundial, pero fue la pasada temporada cuando, de repente, se convirtió en lateral izquierdo titular del Real Madrid. Una temporada de consolidación en la que de sus 59 partidos y 3.579 minutos, 17 y 1.422′ fueron en una demarcación de la que el propio futbolista renegaba. “Claro que no soy lateral, soy centrocampista”, llegó a decir victoria liguera ante el Rayo (2-1).Fuerte al duelo, veloz en la incorporación y con buena asociación con Vinicius para percutir. Con lagunas posicionales, pero un rendimiento estupendo. No obstante, si todo sigue su curso, será anecdótico. Desde el club y en la mente de Carletto, el futuro de Cama está en la sala de máquinas. Pero en caso de necesidad, el italiano sabe que tiene un tres de garantías a mano.

De pajarito a Halcón

Una de las claves de la Decimocuarta fue la reconversión de Valverde. Con la CMK a pleno rendimiento y el 4-3-3 por entonces inamovible, el pajarito no lograba reventar la puerta de la titularidad perenne... hasta que Ancelotti le colocó como falso extremo derecho. Un cuarto centrocampista que asistía a Carvajal en defensa -la eliminatoria ante el Chelsea fue su gran puesta en escena- y a Vinicius y Benzema en ataque -de su bota derecha nació la asistencia del 1-0 al Liverpool en París-. Así cerró la 21-22 e inició la 22-23, donde un reto del técnico al uruguayo potenció un registro casi opaco hasta le curso pasado: su disparo de larga distancia. Así llegó la evolución a Halcón. Carletto no tuvo que romper su carné, porque Fede superó la decena goleadora (12 tantos en total, cuando en el resto de su carrera en el Madrid ha marcado seis). El octavo llegó en noviembre (ante el Celtic) y tras el Mundial bajó el ritmo y el rendimiento, pero esta temporada ha comenzado como la batería a pleno rendimiento. Más lejos del área, en una sala de máquinas más vertical que posicional donde el 4-3-1-2 le devuelve a sus orígenes. Ahora, la realidad es que Valverde, más allá de dibujos y ubicaciones, es titularísimo para Ancelotti. Por sus intangibles y la estadística palpable, esa aportación goleadora que floreció en una posición hasta ese momento inédita para el de Montevideo.

La conquista de Vini

En el despertar eterno de Hazard, apareció Vinicius para quedar. La 21-22 fue la del ascenso a la cima del brasileño. Curiosamente, la primera campaña del Real Madrid 2.0 de Ancelotti. Suplente en las dos primeras jornadas, su tanto al Alavés (1-4 para los blancos) y su doblete al Almería (3-3) hicieron que Carletto no dudase en la tercera jornada ante el Betis. Sorpasso de Vini a Eden y el técnico italiano ya no volvió a mirar atrás. Tampoco el de São Gonçalo, que enterró la duda en la definición para terminar el curso con 22 goles y 20 asistencias (incluyendo penaltis forzados). La temporada pasada, un paso más. 23 tantos, 21 asistencias y un liderazgo perenne auspiciado por los tambaleos de un Benzema no tan Balón de Oro y más terrenal. El resumen lo hizo el propio técnico. “Vinicius es el jugador más desequilibrante del planeta”, dijo tras la exhibición del ahora 7 blanco en Anfield. Ahora es indiscutible, pero en el amanecer de la 21-22 las críticas se mezclaban con la esperanza. El resultado no necesita explicación: antes del retorno del entrenador de Ancelotti, 14 goles; desde entonces, 46, contando el anotado al Almería.

La BBC no pudo con el Fideo

En septiembre de 2013 llegaba Gareth Bale al Madrid. Ya estaban Cristiano Ronaldo y Karim Benzema, pero también un Ángel Di María cargado de papeletas para ser el gran damnificado. No obstante, ante el buen hacer del Fideo y su fútbol incansable, además de desequilibrante, Ancelotti encontró cobijo para los cuatro. Si había alguna ausencia en banda, el extremo de guardia de la BBC era el argentino. En caso contrario, y aquí viene la novedad, al centro del campo. Di María jugó casi tantos partidos en la sala de máquinas aquella campaña (22) como en el frente de ataque (29). Xabi Alonso, Modric y el rosarino como conector y lanzadera de Benzema, Bale y Cristiano. Una temporada a caballo entre dos posiciones que se resumió en 11 goles 26 asistencias y un papel decisivo en la consecución de la Décima y la Copa del Rey ante el Barça. En Lisboa, como interior. En Mestalla, el día de la cabalgada del Bale que vino precedida por un tanto del propio Di María, como extremo.

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