Boca venció a Platense con tres golazos y con la categoría de Edinson Cavani en su debut por la Copa de la Liga Profesional
El local se impuso por 3 a 1 en la Bombonera, que espera con ansiedad a Racing por la Copa Libertadores; tuvo al uruguayo, Zeballos, Medina y algo de buen juego
Una interesante decisión de Jorge Almirón la de dar minutos y confianza a un grupo de jugadores (titulares, suplentes, debutantes) que tienen sed de protagonismo. La idea, al fin, del entrenador que supo crear una formación de fantasía en viejos tiempos de Lanús fue imponerse en escena, con la ideología y la camiseta sobre la mesa. Algo así como “esto es Boca”, aunque relacionado esta vez con el protagonismo. Un equipo que tiene aires de grandeza, como desde hacía mucho tiempo no exhibía.
La función ayudaba: presentación contra Platense (un equipo entusiasta, dirigido por Martín Palermo, que firmó autógrafos en camisetas xeneizes y fue ovacionado antes de la obra) en la Bombonera, por la Copa de la Liga Profesional, con la atención puesta en la Libertadores. Se acerca la serie de cuartos de final, un choque de planetas contra el Racing de Fernando Gago, en otra página de enfrentamientos contra símbolos xeneizes de tiempos no tan lejanos.
En ese contexto, relativamente favorable (”relativamente” porque Boca, ni cuando tiene todo en favor, arrolla a sus adversarios), formó con un equipo diferente, un 4-3-3 elástico, con algunas caras nuevas y otras sorpresivas. Lucas Blondel y Marcelo Saracchi, en las bandas de la defensa. Jorman Campuzano, como faro exclusivo en el círculo central. El pibe Exequiel Zeballos y Lucas Janson como wings a la antigua. Y Cavani en el centro del área, pero con una particularidad: lo agrada jugar largos metros más atrás, o habitando los costados. Le sobra calidad, al punto de que no toca el balón sin una sutileza. Lo que es una delicia y, a la vez, una bomba de tiempo.
Boca pisó el acelerador desde el primer minuto, con una propuesta ambiciosa, convencido de que puede jugar de ese modo. Sólo debe intentarlo. Y un llamado de atención para Racing y la hipótesis de lo que vendrá: también en el campo internacional (y no únicamente en la Ribera) el cuadro azul y oro está en condiciones de mostrar sus colmillos. Más allá de tantos nombres propios, los mejores suelen ser los jóvenes nacidos en la casa, como Cristian Medina y Zeballos: un pase a lo Román y una definición a lo Pipa Benedetto (de uno al otro) resolvieron el suspenso durante la primera mitad. En el medio de la acción, un toque magistral del veterano uruguayo aclaró el panorama.
Compacto de Boca 3 vs. Platense 1
Platense es un conjunto liviano. De buenas intenciones, prolijo, pero carente de prepotencia, casi un partenaire. Algo de eso pareció notarse en los abrazos que fue regalando, uno tras otro, Martín Palermo mientras se dirigía al banco de los suplentes. Es uno de los grandes ídolos de la historia xeneize, ¿qué duda cabe? El club de Vicente López jugó en ese espejo: siempre, pero siempre, bajo la sombra de Boca. Nunca le faltó el respeto, más allá de que tuvo un par de aproximaciones serias.
Boca no mantuvo la prepotencia ofensiva en todo momento. Evidentemente, no lo siente. Al mismo tiempo, es muy difícil abstraerse de lo que vendrá, de la Libertadores –siempre una obsesión–, de Racing, de sus desafíos más importantes. Sin embargo, cuando se lo propuso, se hizo sentir. Una salida en falso del arquero Ramiro Macagno encontró la cabeza goleadora de Cavani, que, sin el alambrado de la nostalgia, celebró con una sonrisa, enorme. Al rato, un zurdazo de Nicolás Morgantini, fuera de toda lógica, sorprendió al mundo Boca y, sobre todo, a Javier García, de tardía reacción.
Faltaban 30 minutos de un espectáculo que tendría otra sintonía. Platense atacaba por inercia y Boca se defendía, una decisión difícil de entender en un contexto, como tantos otros, en que casi todo estaba en favor. No fue un sufrimiento, el local jamás estuvo contra las cuerdas, pero hay algo en su músculo interior que lo lleva a retrasarse, a conservar la ventaja, a aceptar la dirección del viento. ¿Para qué?
Algunas decisiones –u olvidos– del árbitro Fernando Espinoza (incluida una discusión de alto voltaje con Marcos Rojo) generaron cierto revuelo, mientras Almirón tomaba nota de que el equipo había perdido intensidad, y por eso dispuso los ingresos de Pol Fernández y Luca Langoni; desafortunado, el juvenil se lesionó una vez más. Ganó serenidad en el mediocampo y explosión en el ataque. Y más tarde, en el final, un bombazo de Medina a un ángulo, justo cuando en el ambiente ya se respiraba clima de Libertadores.
Y hacia allí va Boca, con tres joyas y un crack sin documento.