Así preparó Bordalás la trampa para desquiciar al Barça de Xavi
Apoyado en Damián y Djené, sus dos generales, el técnico exprimió sus limitados recursos en un partido físico y trabado que no debió sorprender a Xavi.
Por más que previsible, su obra, la de Bordalás, valió un punto y casi más, y fue una concatenación de exámenes para un Xavi que fue respondiendo mejor con sus cambios que explotando en sala de prensa. Quizá también por cómo algunos de sus futbolistas le habían inclinado a caer en una trampa que, aunque de sobra sabida, no acertaron a sortear como deberían peloteros de ese nivel.
Bordalás se agarró a Djené, de primeras. Ubicó al central como argamasa de un pétreo bloque central en la medular que sostuvo todo un intenso y físico entramado para impedir cualquier juego entre líneas del Barcelona. Pero no sólo, fue el único jugador del partido a quien no pareció afectarle el paso de los minutos. Se multiplicaba tanto para apagar un fuego ante un Abde fresco en una jugada al límite como para estirar a su equipo en la recta final con conducciones, cuando a todos ya le faltaban piernas.
Por detrás, otro de sus generales inició un efecto contagio. Damián se empleó con todo sobre Lewandowski. Muy físico, al límite de lo reglamentario para Soto Grado, sacó del partido al polaco en el primer tiempo, para ser una sombra el resto del partido. Descentrado, fallando triangulaciones que se le presuponen a su calidad y llegando tarde a casi todo. Parecía mentira con qué maniobra más simple, pero el uruguayo sacó a Lewy del Coliséum. Fue una sombra el polaco.
Pertrechado muy bien en el centro, había que alicatar los costados. Damián contagió al resto y la misión era impedir las rupturas en diagonal de los extremos habilitados por los centros de los volantes. Gastón, Aleñá... Muchos azulones se fueron empleando sobre un Raphinha que pasó de ser el mayor peligro del Barcelona a su principal lastre cuando respondió al enésimo contacto con un codazo impropio. Perdió los nervios en un partido que debía jugarse con frialdad en cada refriega. Xavi contestó bien abriendo el campo con Abde, pero le faltó precisión a su equipo en los últimos metros para encontrar a un Lewandowski trastocado después de su ‘baile’ con Damián.
Bordalás también estiró como pudo a los suyos. Con Portu y Choco Lozano, después dio refresco a un combativo Latasa para dar entrada a un solidario Mayoral. La torpeza de Mata le impidió sacar más ventaja de la trampa en la que había caído el Barcelona por la mala cabeza de Raphinha. En general, ninguna novedad. A Xavi no le podía sorprender nada de lo que sucedió y por más que les pedía a sus futbolistas jugar a uno dos toques para evitar el cuerpo a cuerpo, no hubo fluidez entre líneas para evitarlo. Con Pedri al nivel de Lewy, sólo las carreras de Abde y la aparición de Lamine Yamal planteaban ya problemas a la última resistencia azulona, que había tenido también a Soria como gran protagonista. Además, Soto Grado decidió proteger su decisión inicial sobre el penalti cometido sobre Araújo yendo un paso para atrás para sancionar una mano al límite de Gavi. Bordalás salió vencedor, pese al torrente de clásicos sarcasmos que acompañarán a este partido, algunas faltas de respeto. Exprimió lo que tenía, cada persona en el estadio sabía lo que iba a pasar... Después, el mayor argumento del rival fue señalar al árbitro. El Barcelona tuvo un 75% de posesión, pero tiró cuatro veces entre los tres palos por dos del Getafe. Los de Xavi ejecutaron 729 pases, con un 77% de acierto en el último tercio del campo. El Getafe sumó 234 pases. Los azulones hicieron 20 faltas por 11 del Barcelona.