Argentinos y Fluminense: un empate que va a ser imposible de olvidar, con el drama jugando en la Copa Libertadores
En la Paternal, el Bicho y el equipo brasileño empataron 1-1, pero el resultado fue lo de menos; lesiones, una imagen impactante, las lágrimas de Marcelo y un volante en el arco durante 20 minutos
Faltan 20 minutos y Argentinos aguanta contra Fluminense, un grande de Brasil. Hasta que Samuel Xavier logra sacar un zapatazo sensacional. Casi toca la pelota Heredia, el arquero improvisado, en un vuelo de pájaro. Y en el final, por si faltaba algo, Flu convierte el segundo a través de Leonardo Fernández, un uruguayo. Por fortuna, el VAR decide que está en posición adelantada. Un alivio.
Un alivio temporal, dentro de un gran drama, mezclado con el fútbol. Hay noches así, inesperadas. Dolorosas, porque esa imagen es imposible de replicar. Duelen en el alma.
Juega bien Argentinos. Nada nuevo, en realidad: pero vale recalcarlo, reformular el concepto, cuando se cita con Fluminense, el que dejó en el segundo puesto a River en la zona de grupos, el mismo que le marcó cinco goles en Río de Janeiro, el mismo que se paseó por la Boca con imágenes con Juan Román Riquelme sonriente. Marcelo, Ganso, Cano fueron algunos que se fotografiaron con el vicepresidente xeneize, en la antesala de los octavos de final de la Copa Libertadores. El equipo de la Paternal, lejos de las luces de tantos otros, se ocupa de lo importante: de la pelota. El 1-1 es una muestra; el desquite será el martes próximo, en el Maracaná.
Se abre el debate actual: no hay cucos brasileños, al menos, en esta parte del recorrido. Ganador de las últimas citas con diferencias (casi) abismales, desde 2019 hasta ayer, queda establecida la sensación de que los equipos argentinos tienen más y mejores recursos. No solo Boca o River, también Racing, reforzado con lujos para nuestro alicaído medio.
Lo peor, lo más doloroso, de todos modos, fue la grave lesión de Luciano Sánchez, con la rodilla izquierda destruida, por una llegada a destiempo de Marcelo, autor de un inesperado pisotón, al punto de ponerse a llorar inmediatamente, conmocionado por la fractura por la que el defensor del Bicho deberá estar muchos meses fuera de las canchas. El estadio entero sintió un frío desolador, que duró largos minutos, más allá de la efervescencia del partido y la noche casi primaveral. El defensor, alertado por el VAR, fue expulsado.
El espectáculo empezó con una pirueta de Avalos, respetado por los que entienden de juego, ignorado por los que buscan goles a cualquier precio. Gabriel Milito tiene su faro, pero no se inmuta, no se transforma demasiado, cuando en el final de ese capítulo sufre su salida, por una lesión muscular, reemplazado por Gastón Verón. Argentinos, cuando ataca, lo decide con cinco, seis intérpretes delante de la cara de Fabio, el veterano arquero de Flu, de 42 años.
Gondou, González Metilli, hasta Bittolo avanzan en carrera, con destrezas y variantes propias de un equipo que no mereció quedar instalado en el puesto número 10 de la Liga Profesional. Sólo River y Talleres jugaron a otra cosa, en un torneo en el que Argentinos, cuando ataca, está en esa misma sintonía. Tiene la contracara, no solo cuando ofrece licencias en la defensa, mucho más sin Torrén. El problema es global: desaparece de la escena de a ratos, pierde lucidez, no mantiene el colmillo afilado en una larga duración.
Como le ocurrió en la salida en falso de Alexis Martín Arias, autor de una infracción violenta sobre Diogo Barbosa. Sin arquero, con todos los cambios realizados, Leonardo Heredia se puso los guantes. El volante había ingresado por Gondou y acabó los últimos 20 minutos en el arco. El dramatismo se agigantó en la Paternal. Algo más que un partido de copa. Un bombazo de Samuel Xavier al ángulo fue imposible para el exjugador de Atlético Tucumán, que de todos modos alcanzó a tocar el balón.
Fluminense recordó que tiene historia (no la historia de Argentinos, campeón de la Libertadores en 1985) y algunos intérpretes de clase internacional. Evidentemente, se sintió incómodo en el pago chico de la Paternal, si lo compara con el Maracaná, en donde arma un festival de su fortaleza. Quinto en el Brasileirao, no perdió en Río de Janeiro durante 2023. El conjunto carioca pudo empatar antes: dispuso de dos tiros en los palos.
El juego audaz, deriva de la pelota, en los pies de Federico Redondo, que a los 20 años no puede evitar la comparación, misteriosamente, porque juega muy parecido a su padre, Fernando. No lo toma como una presión: se nutre de aquella elegancia, pases cortos y algunos avances por sorpresa.
Milito logra en Argentinos, desde 2019 y en continuado, lo que no pudo conseguir (o lo logró en tiempos efímeros, en realidad) en Independiente y Estudiantes, en dos períodos. Una identidad definida, un gusto por el buen juego que no siempre va de la mano con los resultados. Insiste, de todos modos. Y con apuestas arriesgadas, como Marco Di Césare (21), suerte de mariscal de la juventud. Un (muy) buen equipo de fútbol, en una noche maquillada de múltiples sensaciones. Cuando el drama juega con el fútbol.