Shakhtar Donetsk, el club errante que hace nueve años no puede jugar de local

El plantel del campeón ucraniano vive la mayor parte del año en un hotel de Lviv, donde juega sus partidos del torneo local; tarda un día en trasladarse a Varsovia (Polonia) para disputar los partidos de la Champions League

“A comienzos de la pasada temporada, cuando se reanudó la liga ucraniana, el equipo se entrenaba en la base olímpica de Sviatoshino, en Kiev”, cuenta a LA NACION Oleg Barkov, jefe de prensa de Shakhtar. Y agrega: “Ese centro se transformó en nuestra casa desde que nos mudamos primero de Donetsk a Lviv y luego a Kharkiv. Al final, volvimos a Kiev”. Para este año, el panorama es distinto, pero siempre lejos de casa. “El equipo estará entre julio y agosto en Kiev y luego en septiembre, tras la fecha FIFA, nos mudaremos a Lviv”, agrega Barkov.

A puertas cerradas y en el Arena Lviv; así jugó Shakhtar todos sus partidos de la temporada pasada
A puertas cerradas y en el Arena Lviv; así jugó Shakhtar todos sus partidos de la temporada pasadahttps://www.instagram.com/fcshakhtar/

La logística no es para nada sencilla, más allá de que se trate del club más poderoso del país, y cuyo dueño, Rinat Akhmetov, es la mayor fortuna de Ucrania (5 mil millones de euros). “En Kiev, los jugadores viven en sus departamentos, pero en Lviv estamos todos juntos en el mismo hotel, dentro de un centro de entrenamiento con canchas de fútbol”, cuenta Barkov. Mientras están concentrados en Lviv, las familias de los jugadores permanecen en diferentes ciudades europeas, como por ejemplo Varsovia. Shakhtar puede darse ciertos lujos, como tener avión propio, ploteado con el naranja y el negro, o incluso un ómnibus que lo traslada por todo el país. En los últimos meses, el plantel también viajó en tren.

Una muestra de su poderío ocurrió tras algunos fallos arbitrales en el torneo local que el club consideró injustos. Darijo Srna, director deportivo de Shakhtar y toda una institución en el equipo de Donetsk (y de Kiev, y de Lviv, y de Varsovia), protestó y le propuso a la liga instrumentar el VAR, pero pagado por el Shakhtar: “Pido a los responsables del arbitraje en Ucrania que castiguen a los árbitros que cometen errores graves. Mi opinión es que es necesario desarrollar árbitros jóvenes, ambiciosos, porque hoy el arbitraje no está al nivel que debería estar. Entendemos los desafíos financieros que enfrentan los organizadores de los torneos, por lo que el club baraja la posibilidad de adquirir un sistema VAR para todos los partidos de la liga ucraniana. Es importante que todos los clubes estén en igualdad de condiciones”, reclamó Srna.

Darijo Srna, director deportivo de Shakhtar Donetsk
Darijo Srna, director deportivo de Shakhtar DonetskJonathan Moscrop - Getty Images Europe

La hoja de ruta del “equipo errante” se modifica de forma rotunda para los partidos de Champions League. “Vamos en ómnibus desde Lviv a Rzeszow, en Polonia. Desde allí tomamos un avión a Varsovia (donde hacemos de local en el estadio del Legia) o a las otras ciudades europeas en las que tengamos que jugar. El viaje a Varsovia, solamente, nos toma 10 horas: dos horas por ruta hasta la frontera, dos horas de control migratorio, y otras dos horas de ruta a Rzeszow. El vuelo en sí a Varsovia dura 25 minutos, pero podemos estar mucho tiempo en el aeropuerto. En cualquier caso, nos pasamos todo un día de viaje”, relata Barkov, el jefe de prensa. Desde el comienzo de la invasión rusa, el tráfico aéreo en territorio ucraniano está cerrado. Así, el plantel de Shakhtar (y todos los demás de la liga de ese país) sólo pueden trasladarse en ómnibus o tren.

El centro de entrenamiento de Legia, en Varsovia, la casa de Shakhtar cuando juega partidos de local por la Champions League
El centro de entrenamiento de Legia, en Varsovia, la casa de Shakhtar cuando juega partidos de local por la Champions Leaguehttps://www.instagram.com/fcshakhtar/

“El Donbass Arena, donde jugaba el Shakhtar, era el mejor estadio de toda Europa del Este”, recuerda Iryna Koziupa, periodista del portal Tribuna, y una “leyenda” de la prensa deportiva en ese país. “Era moderno, confortable y el día de su inauguración cantó Beyoncé. Con la invasión rusa del Donbass, no podemos ni poner un pie allí. Hace nueve años que nadie juega y el estadio no se usa. El gran sueño de los jugadores del Shakhtar es regresar a ese estadio: será el símbolo de que la guerra terminó. Una señal de que volvemos a la vida normal”, cuenta Koziupa, cuyo hermano está en el frente de combate, a LA NACION.

“Los viajes para los partidos no son fáciles. Vivimos momentos difíciles, pero no podemos cansarnos. Los futbolistas sienten que son privilegiados y es un honor para ellos jugar en tiempos de guerra. Sienten que pueden ayudar, contribuyendo con imágenes positivas para el pueblo si ganan partidos. Es aire fresco en medio de los misiles y de las malas noticias”, agrega Koziupa, quien en los últimos días contó la historia de una madre que perdió a su hijo, fanático del Zorya (otro equipo de la primera división del fútbol ucraniano). “Yo también soy una privilegiada; hago lo que hacía antes de la guerra. No sólo escribo de fútbol, sino también historias de la guerra. Contarlas es mi responsabilidad”, asegura Koziupa.

Pese a los bombardeos, las situaciones límites, el estrés cotidiano y los nervios permanentes, el plantel de Shakhtar no recibe ayuda extra para cuidar su salud mental. “El equipo no tiene psicólogos”, cuenta Barkov, el jefe de prensa. “Pero nuestro exentrenador, Igor Jovicevic (fue reemplazado para esta temporada por el neerlandés Patrick Van Leeuwen) creó un equipo impresionante: unió a todos. Fue un psicólogo para los jugadores y los llevó a creer en ellos mismos, incluso cuando jugamos contra Real Madrid en Varsovia mientras los misiles volaban hacia las casas de nuestras familias en Ucrania. El ADN de Shakhtar es el carácter, la fortaleza”, completa Barkov sobre la resiliencia de los Mineros, tal el apodo con el que se conoce al club.

“Fue gracias a esa fortaleza que el club pudo no sólo salvarse, sino también seguir compitiendo en la elite”, agrega el jefe de prensa. Y razona: “La temporada pasada no jugamos en Europa para ganar, ni por los puntos. Tampoco por los premios. Lo hicimos por nuestra gente, para que las victorias pudieran darle esperanza y los ayudara a creer en Ucrania”. Además, Barkov (nacido en la ciudad de Makeyevka, un suburbio de Donetsk) relata la importancia que tuvo la victoria frente a Rennes, de Francia, el 23 de febrero de este año. Fue un triunfo simbólico: “Justo en la víspera del aniversario de la invasión por parte de los rusos. Fue muy emocionante”. El penal decisivo lo marcó un futbolista sudamericano, el jovencito Kevin Kelsy (18 años), formado en otros Mineros: los de Guayana (Venezuela).

La clasificación de Shakhtar a octavos de final de la Europa League

El jefe de prensa del Shakhtar entiende que el fútbol “es una oportunidad para hablar de la guerra una y otra vez”. Y, con la ayuda de la pelota, “recordarle al mundo la injusticia del siglo 21: la guerra de Ucrania”. Recuerda que el club organiza partidos benéficos para ayudar al país y a los ucranianos. “Entendemos que tenemos la necesidad de ayudar. Y todos nosotros soñamos con volver a Donetsk. Mi sueño es trabajar en el Donbass Arena y escuchar otra vez el himno de la Champions League en ese estadio. Quiero que la Justicia prevalezca, que todos nosotros podamos volver a casa y que los criminales sean encarcelados. Y que vuelva la paz a Ucrania”, desea.

Shakhtar, que es de Donetsk, de Kiev, de Lviv, de Varsovia y un poco de la Europa que considera al gobierno ruso como invasor, ya está de pretemporada. Su objetivo es volver a hacer historia en la Champions League, tras conseguir la corona doméstica por decimocuarta vez. El plantel, conformado en su mayoría por jóvenes con proyección internacional, se entrena en Países Bajos. Lejos de casa. Están acostumbrados. 

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