River sufrió la primera frustración de la era Demichelis ante un rival que tiene la receta para desdibujarle la sonrisa
Como en la Liga Profesional, la T derrotó al conjunto millonario; ganó por 1-0 y se clasificó para los octavos de final por la Copa Argentina
Cómo reaccionaría River tras los festejos por la conquista de la Liga Profesional fue un interrogante que los referentes intentaron despejar un puñado de horas después de la celebración. “Festejamos un ratito y ya estamos pensando en el partido del jueves”, apuntó Ignacio Fernández antes del cruce con Talleres. El entrenador Demichelis no dispuso la formación de gala y hubo ausencias en la defensa: sin Milton Casco y Leandro González Pirez, Andrés Herrera y Robert Rojas tomaron las plazas.
La jerarquía y los antecedentes del adversario eran una prueba para el ciclo, que pretendía tomarse un desquite: la T es uno de los cuatro equipos (Belgrano, Arsenal y Barracas Central, los otros) que superaron al campeón en la Liga. Aquella noche cordobesa, la decisión de no alistar a Rodrigo Aliendro resultó –con el 1-2 y el desarrollo adverso– un llamado de atención para el director técnico, que por entonces era observado con lupa por los hinchas. El recorrido final cambió las interpelaciones por ovaciones y reconocimiento.
El cuadro cordobés fue finalista de Copa Argentina en las últimas dos temporadas, pero el trofeo le resultó esquivo. Boca y Patronato resultaron las barreras no superadas. La disponibilidad del arquero y capitán Guido Herrera –ante Chacarita, en los 32os de final, había atajado Alan Aguerre– y la ausencia del artillero Michael Santos –sobrecarga muscular– obligaron a movimientos al director técnico Javier Gandolfi, que había aparecido en los planes de River para ser ayudante de Demichelis. No fue casualidad el afectuoso saludo entre los conductores en Mendoza.
Compacto de Talleres 1 vs. River 0
El juego en el estadio Malvinas Argentinas se ajustó a los antecedentes de dos equipos que privilegian los movimientos ofensivos, la dinámica. Un tiro libre que terminó en gol pero fue anulado por posición adelantada de Gastón Benavídez– y una presión asfixiante –al igual que en aquel partido en el estadio Mario Kempes por la Liga– preocuparon a River en el inicio. Sin el uruguayo Santos, la T no poseyó un faro de área: el reemplazante, Nahuel Bustos, actuó como falso Nº 9, con Rodrigo Garro como socio por la zona central; Diego Valoyes y Ramón Sosa ocuparon las bandas, con el detalle que retrocedían poco ante los defensores laterales rivales.
River no se despojó de su libreto, aunque se incomodó sin la tenencia de la pelota y por la dinámica cordobesa. Con Ulises Ortegoza y Rodrigo Villagra como estandartes para adelantar y retrasar las líneas, Talleres dominó las acciones. Franco Armani –con brillantez frente a Sosa y respuestas contra los remates de media distancia– y un poste ante una definición de Garro fueron reflejo de una mejor imagen albiazul, frente a apenas pinceladas de los millonarios.
Martilló tanto la T que Garro rompió el dique: recogió un rebote corto de Enzo Díaz, en una jugada en la que la pelota cruzó un par de veces el área, y anotó por tercera vez contra River en dos partidos. El gol desató el nudo del resultado. El uruguayo Nicolás De la Cruz iluminó al equipo vestido de rojo en el tramo final del primer tiempo y Herrera le ahogó a puro reflejo el gol a Aliendro, que apareció como delantero central.
En desventaja, River se estableció en campo ajeno y jugó a cara o cruz. No tuvo la frescura ni la precisión que hizo que se adueñara de la LPF tres fechas antes del desenlace. Dispuso de oportunidades (un remate de Nacho Fernández para empatar fue la más peligrosa), aunque también dejó espacios en el fondo como para recibir otro estiletazo. Dos corridas de Valoyes fueron las jugadas más incisivas con las que Talleres pudo aumentar la ventaja: en la primera, el colombiano definió desviado; en la siguiente cayó en el área, aunque no existió falta del paraguayo Rojas.
En el ida y vuelta ninguno de los dos acertó. Pero el festejo fue de Talleres, que sueña romper el hechizo en la Copa Argentina y sumar una estrella. River sufrió un tropiezo que incomoda, molesta, pero que no es un golpe devastador: cinco días atrás se consagró campeón, ahora y tiene por delante los octavos de final de la Copa Libertadores.