River, con chapa de campeón
El Millo y San Lorenzo empataron en un partido que pareció de Copa. El equipo de Demichelis se plantó, lo peleó y tiene todo servido para una fiesta cercana en el Monumental.
Desde que está Rubén Darío Insua, San Lorenzo es un equipo comprometido, sanguíneo, que le saca provecho a sus oportunidades, que defiende con el corazón cada pelota. Le dijo a River, tomá, tené la pelota, a ver qué haces. Y el equipo de Demichelis, con más de 70% de posesión de la pelota en ese primer tiempo, no le llegó una vez. La cancha lucía seca, con algunos panes amarilos, lejos de la alfombra húmeda y resbaladiza del Monumental. San Lorenzo lo emparejó todo con River desde el vamos, le sacó rapidez al Millo y a ello le agregó el consabido sacrificio de sus jugadores, trabando en todas, con concentración al máximo. En concreto, el Gallego Insua planteó un partido de Copa. Y bajo esos términos se jugó el match.
River igual se plantó. Se dispuso a jugar este juego, acostumbrado a otro tipo de respeto, se entreveró en la propuesta de Insúa. Y claro, ni De la Cruz, ni Barco, ni Nacho, ni Beltrán, ni el mismo Aliendro, destacaron por juego. Sí por otros roles. Que en el fútbol es necesario también cumplir y que hasta ahora no habíamos visto. Por eso, en una cancha difícil. con uno de los animadores del campeonato, el saldo es más que positivo. Más allá del resultado, más allá de que pudo haberlo perdido o ganado en el final, el empate, en este contexto, es un buen resultado, a pesar de la paridad y la ausencia de goles. La mayoría de ustedes que están leyendo esto probablemente no habían nacido o eran muy chicos, pero la Revista El Gráfico hubiera calificado el match como intenso.
Vale repetir el concepto, fue un partido de Copa. A ambos les vino bárbaro casi como preparación ante lo que le viene. No hizo mal el entrenador de San Lorenzo en poner a todos los titulares, a pesar del viaje inminente a Colombia.
No hizo mal el entrenador de River en plantear un esquema lógico con
cinco volantes en un territorio que se suponía hostil, con un rival que
sabe cómo igualar la correlación de fuerzas. Se jugó con el clima copero de principio a fin, incluso hasta el final, donde se putearon, empujaron, patearon. Quizás no sea estético, no deja de ser fútbol, aunque nos quede ese gustito amargo porque River cortó su racha de goles consecutivos en este 2023.
Ahora sí, River tiene todo para dar la vuelta en el Monumental, con su gente, en una fiesta que merece este equipo. Hoy no le tocó imponer estilo, hoy le tocó adaptarse. Y vale tanto una cosa como la otra. De hecho, perdón la insistencia, los partidos de Copa se juegan así.