Otro Brahim
El malagueño regresa con un estatus renovado a Madrid. Viene de ser el timón de un Milan semifinalista de la Champions y, pese a la competencia, aspira a asaltar la titularidad.
Aquel curso (18-19) estuvo marcado por la inestabilidad en el banquillo madridista. Hasta tres técnicos asumieron los galones de primer entrenador. Solari tomó las riendas en noviembre de un Madrid que había empezado dirigiendo Lopetegui en verano. Posteriormente (en marzo), Zidane se hizo con el equipo y ya no lo soltó hasta 2022. Bajo su mando, Brahim saltó al campo en ocho de los últimos diez partidos ligueros. Con Solari, por contra, 8 minutos ante el Betis y 16′ en la eliminatoria de Copa del Rey ante el Leganés habían sido toda su participación. Parecía que podría ir ganando continuidad con el francés, pero la competencia era muy alta y tras un curso siguiente (19-20) casi en blanco en Concha Espina (solo disfrutó de 206′), se vio obligado a hacer las maletas.
Ídolo en San Siro
Era evidente que necesitaba minutos y en Milán los encontró. Allí se ha convertido en un referente para la afición rossonera y en uno de los mediocampistas más desequilibrantes de Europa. Tres años en San Siro que le han puesto en el foco, principalmente los dos últimos. Viene de llevar al Milan a proclamarse campeón de la Serie A once años después (21-22) y de devolver al equipo a unas semifinales de la Champions (22-23) tras 16 temporadas sin hacerlo (la última data de 2007). No es baladí.
En esta 22-23 ha jugado 45 partidos en los que ha anotado siete goles y ha dado otras siete asistencias. Ha demostrado, además, ser de los que no se amedrentan en las grandes citas. Su conducción desde campo propio en la ida de cuartos ante el Nápoles no se borrará fácilmente de la retina de los hinchas rojinegros. Terminó en gol de Bennacer y acabó siendo decisiva para conseguir el pase a la antesala de la gran final de Estambul. También su gol en octavos al Tottenham o su cabalgada para sentenciar a la Juventus en Liga acabaron siendo determinantes. Cuando la presión aprieta él no se esconde. ADN Real Madrid.
Sobre el papel, con Bellingham recién fichado y un gran tráfico en su zona, ha vuelto a Chamartín para desempeñar el rol de suplente de campanillas que venía ejerciendo Asensio, pero no por ello se resigna a que su destino sea partir sistemáticamente desde el banquillo. Sabe que la temporada es muy larga y que el nuevo sistema, que da cabida a un cuarto centrocampista, le beneficia. No solo por espacio. También por ubicación. El 4-3-1-2 que pasará a implementar Ancelotti en julio recupera una posición, la de mediapunta, que en el Madrid no había existido en los últimos años. Ahí es donde mejor rinde el malagueño. El puesto que le ha llevado a explotar en Milán y en el que más cómodo se siente. Por ello y por sus nuevas hechuras, confía en ser, esta vez sí, importante en el club blanco. Otro Brahim está de vuelta con mucho que decir.