Murió un hombre en Marsella tras recibir un impacto de proyectil durante las protestas del sábado
La fiscalía dijo que la causa probable de la muerte en fue por una “pelota de goma” de los utilizados por la policía antidisturbios, pero no especificó quién disparó ni a quién pertenecía el arma
En toda Francia se produjeron incidentes tras el funeral de un adolescente de ascendencia norteafricana, cuyo muerte como consecuencia de un disparo de la policía durante un control de tráfico desencadenó disturbios en todo el país durante varios días.
La fiscalía dijo que la causa probable de la muerte en Marsella fue un violento impacto en el pecho de un proyectil “pelota de goma” de los utilizados por la policía antidisturbios, pero no especificó quién disparó ni a quién pertenecía el arma. El impacto provocó un paro cardiaco y la muerte súbita.
El hombre murió en la noche del 1 al 2 de julio, mientras Marsella estaba sumida en disturbios y saqueos, pero los fiscales dijeron que no era posible determinar dónde estaba cuando le dispararon ni si la víctima había participado en los disturbios.
El mayor foco de tensión se produjo el sábado en Marsella, donde la policía disparó gases lacrimógenos y libró batallas callejeras con jóvenes en el centro de la ciudad hasta altas horas de la noche.
Las pistolas que lanzan pelotas de goma están diseñadas como armas antidisturbios no letales que no penetran en la piel, pero su uso por parte de la policía en Francia es controvertido, ya que los proyectiles han provocado la pérdida de ojos, heridas en la cabeza y otros traumatismos.
Por otra parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció este martes una ley urgente para reparar los daños causados por las siete noches de disturbios nocturnos a raíz de la muerte de un joven baleado por la policía.
La muerte de Nahel, un joven de 17 años de padres argelinos y marroquíes, ha avivado antiguas quejas sobre discriminación, violencia policial y racismo sistémico entre las fuerzas del orden —que las autoridades niegan— por parte de grupos de derechos y dentro de los suburbios de bajos ingresos y mezcla racial, que rodean las principales ciudades francesas.
Lo que empezó como una revuelta en los suburbios se transformó en una oleada de odio y rabia contra el Estado y de violencia oportunista.
El último balance del ministerio del Interior informó que desde entonces se detuvo a casi 3.500 personas, se incendiaron unos 12.200 autos y se dañaron unos 1.100 edificios, entre ellos comisarías y escuelas.
Durante una reunión con decenas de alcaldes de las localidades afectadas, Macron prometió este martes ayudas financieras para reparar “carreteras, edificios municipales, escuelas”, según un participante.
“Vamos a presentar una ley de urgencia para acortar todos los plazos, para tener un procedimiento acelerado”, agregó, según el participante. Su entorno no precisó por ahora cuándo se presentará la ley.
En la región de París, epicentro de los disturbios, el gobierno regional contabilizó un centenar de edificios públicos dañados y debe aprobar el miércoles un fondo de ayuda de 21,8 millones de dólares.
Según la autoridad regional de transportes IDFM, el impacto de los hechos en el transporte público de París y sus suburbios se elevó a al menos 20 millones de euros. Por ejemplo, se incendiaron 39 autobuses.
Cuando los disturbios se encuentran en plena desescalada, el gobierno de Macron busca qué respuestas adoptar a la crisis, que recuerda a los disturbios que estallaron en los suburbios de París en 2005.