Murió Heber Mastrángelo: el adiós a un hombre que con diagonales y goles formó parte del comienzo de Boca en la gloria copera
Tenía 75 años; conquistó con el equipo xeneize dos Libertadores y la Intercontinental
Tuvo su origen en Atlanta, donde debutó profesionalmente en 1968, y luego de un paso por River Plate y Unión, llegó a Boca, donde no paró de dar vueltas olímpicas. Desde la primera, en el Metropolitano de 1976 hasta la inolvidable de 1981, con Diego Maradona como símbolo. En el medio, las conquistas continentales e intercontinental con el legendario Toto Lorenzo como cabeza.
Santafesino nacido en Rufino, en una zona de muy pocas casa y puro campo y tierra de grandes futbolistas, como Amadeo Carrizo y Bernabé Ferreyra. No fue fácil la vida para Mastrángelo, que debió superar la adversidad que el destino le opuso bien temprano. A los 6 años sufrió una poliomielitis que lo dejó un año postrado en la cama, sin poder caminar. Miraba por la ventana como jugaban a la pelota sus amigos, esos que no se acercaban a visitarlo porque los padres temían que fuera algo contagioso. La ventana era su televisor, mientras que el otro contacto con la realidad eran las revistas “Así es Boca”, que el diariero tiraba por debajo de la puerta de su casa. Entre los temores por no poder caminar más, los pronósticos agoreros de los médicos y el tesón de su mamá, Nelly, que lo masajeaba varias veces por día, Heber salió adelante. Según él, acaso por aquellos masajes o por la leche que él mismo ordeñaba y bebía, jamás se desgarró en toda su carrera.
Su pasión por la pelota se complementaba con su trabajo en un matadero en Rufino. Pero el fútbol pudo más y Heber fue a probarse a Rosario Central, pero no tuvo noticias. Hasta que un amigo de su padre lo llevó a Buenos Aires para una prueba en Atlanta, donde Bernardo Gandulla -otra gloria de Boca en los años 40-, lo fichó de inmediato.
En Atlanta le costaba cobrar el sueldo y aseguró haber pasado hambre en su aventura en Buenos Aires, en tiempos en los que compartía pensión con el Loco Gatti. Hasta que lo compró River. ¡Justo a él, que en su cuarto de chico tenía los posters de Marzolini, del tano Roma... Pero era un profesional, y como tal le marcó cinco goles a Boca con la casaca millonaria. Sin embargo, en 1975, en tiempos turbulentos para el club de Núñez, con una sequía de 18 años sin salir campeón, se fue a jugar a Unión de Santa Fe.
Y en 1976 cumplió su sueño: llegó al club de sus amores, Boca Juniors. Tenía todo arreglado para jugar en Independiente, pero Toto Lorenzo -su entrenador en Unión- le dijo que esperara, que iba a ir con él a Boca. Y así fue. Mastrángelo no tuvo la mejor bienvenida de parte de Alberto J. Armando, el presidente del xeneize: “Salvo Boyé, acá putearon a todos los que usaron la 7, espero que no te pase lo mismo a vos”, cuenta que le dijo el hombre fuerte del club.
En una entrevista con El Gráfico, recordó lo especiales que eran los duelos con River. “Y… lo saqué siempre de la Libertadores: cada vez que nos enfrentábamos, le metía goles... y afuera River. Sé que Angel gritaba “Marquen a Mastrángelo”, y tiraba todo a la mierda cuando hacía goles”.
Justamente frente a River fue su primera gran alegría en el fútbol: el 22 de diciembre de 1976, Boca le ganó al Millonario la final del Campeonato Nacional con un gol de Suñé de tiro libre, en la cancha de Racing. Esa tarde, Mastrángelo no debía haber jugado por culpa de un esguince de tobillo. Pero Toto Lorenzo lo puso igual. “Jugá parado, nada más te pido”, le dijo el DT, que sabía que con Heber en la cancha Passarella no se mandaría al ataque. Y así fue.
En las concentraciones de La Candela compartía habitación con el Loco Gatti, pegada a la que ocupaban Toto Lorenzo y su preparador físico, Jorge Castelli. Y reconoce al Toti Veglio como el futbolista con el que mejor se entendió dentro de una cancha.
En 1977, fue la consagración ante Cruzeiro, después de los penales, en una cerrada serie que se definió en el Estadio Centenario de Montevideo. El primer título internacional para Boca, que le daría la posibilidad de disputar la Copa Intercontinental. No fue ante el campeón de Europa, Liverpool, sino ante el subcampeón -algo que solía pasar en aquella época, donde estos choques no tenían la organización de hoy-, el Borussia Moenchengladbach. Boca empató 2 a 2 en la Bombonera y goleó 3-0 en Karlsruhe. En ambos encuentros, anotó un gol Heber.
El 28 de noviembre de 1978, en la Bombonera no cabía un alfiler. Boca se había traído un empate sin goles de Colombia y ya le ganaba 1 a 0 al Deportivo Cali con gol de Perotti al comienzo del encuentro. A los 15 del segundo tiempo, Suñé puso un pase en profundidad y Mastrángelo concretó una obra maestra: enganche hacia adentro y zurdazo a colocar, desde afuera del área, que se metió en el ángulo del arquero Zape. Sería el segundo de los cuatro goles con los que Boca selló su segunda conquista de la Copa Libertadores.
¿La selección? Estuvo en una lista de 40 futbolistas en la previa al Mundial 78. Pero según el propio Mastrángelo, era una utopía: Menotti no iba a llevar a la Copa del Mundo futbolistas de Boca por su rivalidad con Toto Lorenzo.
También fue parte del plantel que se consagró campeón del Metropolitano 1981, aquel que entre sus filas tenía a nada menos que a Diego Armando Maradona. Sin embargo, Mastrángelo jugó apenas un puñado de minutos en aquel certamen. Una lesión de rodilla mal curada lo empujó al retiro.
Una vez fuera de la actividad, tras un fugaz paso por Defensor Sporting, de Uruguay, Mastrángelo fue ayudante de varios de los técnicos que pasaron por Boca en los años 80, como Dino Sani, Alfredo Di Stéfano y Mario Zanabria. Volvió a trabajar en las inferiores del club durante las presidencias de Mauricio Macri -por quien hizo campaña puerta a puerta para captar el voto de los vitalicios- y de Daniel Angelici.