La rotación, la rotación...

...Se va a la p... Barracas le ganó a un River plagado de suplentes. ¿Hubo subestimación? Algunos futbolistas no rindieron ni en la actitud y se le puso un ratito más de emoción a la recta final del campeonato.

Partamos de otra base. Cuando se recurre a la bendita rotación, lo que suele pasar es que se tocan piezas de un andamiaje pero sin resentir el funcionamiento. Sacás a un baluarte de acá, metés a otro que supla su labor y así. River, de manera novedosa (en realidad no, contra Atlético Tucumán hizo esto y no le salió bien),  puso cinco defensores. En realidad buscaba que fueran tres atrás, con Rojas (flojísimo nivel, debería tomar nota el representante con el tema del cambio de aire para Robert), Maidana (casi no había jugado este año, once partidos consecutivos sin entrar al field) y Enzo Díaz (no anduvo nunca de segundo central), y por los costados, los externos, por decirles de algún modo, Herrera y Elías Gómez, sueltos más adelante por las bandas, casi casi como volantes. No hace falta que digamos que este experimento no anduvo.

Bien. Ahora, la rotación. Uno entiende que el trajín de partidos, lógicamente, cansa. River viene acumulando juegos intensos por una clasificación trabajosa en la copa y porque va encaminado para salir campeón en la liga local. Juega el cuerpo, juega la cabeza. Ahora bien, River jugó el martes. ¿Era para cambiar a todo el equipo? Los jugadores en la Argentina tienen doble pretemporada -algo inédito en casi todos lados-; es decir, se preparan intensamente en lo físico. De todos modos, juegan un partido por semana en promedio, algo también poco habitual (por caso en Brasil juegan todos cada tres días). Se comprende que el entrenador quiera "cuidar" jugadores, preservarlos de lesiones, lo que fuera. Pero, ¿un equipo completo? El concepto rotación en todo caso, supone cambios parciales, no absolutos. River, lamentablemente, cambió todo. Y perdió.

¿Y la actitud? Barracas Central, con un técnico "bicho", fuerte en su reducto, puro entusiasmo, supo lidiar con cierta indulgencia de su rival en el primer tiempo. Porque River podía estar desarmado en lo táctico, pero no ganó una sola pelota dividida, de esas en las que se dejan la piel trabando. No presionó nunca, no impuso el rigor físico. Y, teniendo en cuenta de que el suplente históricamente trabaja para ganarse el puesto, bueno, esto también fue algo que sorprendió. Sin hacer nombres propios, todos más o menos nos damos cuenta quiénes tienen el compromiso que hay que tener cuando te ponés esta camiseta. Y un gran ex jugador de River como Demichelis lo sabe también mejor que nadie y seguro tomará nota.

River es el mejor equipo argentino, lejos, muy lejos. Pero no deja ser un equipo en construcción dentro de una transición luego de la ida del Muñeco. Venimos señalando aquí que hay cuestiones que son ostensibles a la vista en cuanto a los errores. Hemos hablado una y otra vez de los retrocesos fallidos, algo que todavía no logra mejorar Demi. Las contras rivales presentan a un River siempre desesperado en los regresos, en la cancha se ve perfecto, parece una estampida en reversa de siete, ocho jugadores millonarios que vuelven como locos ante una contra que ve tierra fértil como para la estocada. En televisión se ve también, avanza la contra rival y súbitamente aparecen en el cuadro una gran cantidad de jugadores de River detrás de jugador y pelota.

Agregamos, además, los cambios. Señalamos también que se suelen demorar. Sin hacer nombres tampoco, no tiene sentido hacerlos, había sustituciones que se imponían, tanto para la salida y como para el ingreso. Pero hoy los cambios no solamente fueron curiosos sino que se demoraron demasiado. De todos modos, confiamos que Demichelis sin dudas logrará corregir estas cuestiones, como ha corregido otras muy rápidamente.

Un comentario final. Si bien no se puede ganar siempre, lamentablemente, no hay partidos para perder. Es un consuelo engañoso ese de que si había un partido para perder era éste. Y lo mismo va para la rotación, si había un partido para "rotar" era éste. Me parece errado enfocarlo así. Por caso, lo que recibió el rival ante este cambio absoluto de equipo fue una subestimación, que alimentó aun más el empuje con el que jugaron. River puede jugar con suplentes, está claro, puede "rotar", pero de antemano, tiene que salir a intentar ganar absolutamente todos los partidos. Porque lo exige la camiseta, la historia y la misma competencia en la que tiene muchas chances de lograr el título y donde no tiene partidos de prueba. 

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