Independiente vs. Huracán, por la Liga Profesional: Martín Cauteruccio aportó el gol necesario aunque el paladar está desteñido
“Estoy muy contento, aportando lo mío y esperando que en lo grupal salgan mejor las cosas”, dijo el goleador
Había aroma de final en el aire y en el detalle de las tribunas repletas. Como para recordar aquella de 1994 que decidió un título, la más lejana de 20 años antes que definió un finalista de Copa Libertadores o la última, que desempató el ascenso en 2014. Después, el partido haría olvidar cualquier semejanza con el pasado, salvo en el resultado: en todos los casos, la paternidad del Rojo pudo más.
La actualidad, es cierto, le juega en contra a los dos, pero aun así, con necesidades imperiosas y todos los defectos a cuestas, el fútbol puede esconder un as bajo la manga para huir de la peor de las inopias. No importa que un encuentro sea la nada misma. Da igual que el nivel de despropósitos técnicos y tácticos amenacen con marcar un nuevo récord mundial. Es indiferente que la pelota se convierta en una enemiga a la cual se le pegan puntapiés sin contemplaciones ni destinos prefijados. Muy poco interesa que el juego despierte murmullos de desaprobación, o directamente bostezos sin disimulo. En cualquier momento y cuando nadie lo espera, alguien canta vale cuatro y tira el ancho de espadas sobre la mesa.
El choque era exactamente eso, un cero absoluto. Hasta que de pronto, a los 40 minutos de la primera mitad, la diagonal de un goleador movió la estantería. A nadie escapa que Martín Cauteruccio vive la etapa crepuscular de su carrera, tampoco que conoce los detalles de su oficio y sabe cuándo y cómo aprovechar el aire y la energía que todavía guarda en pulmones y músculos. Con eso le alcanza para cumplir regularmente con su labor principal: llenar de gol la garganta de sus hinchas (ya van 11 veces en el torneo).
Lo mejor del partido
En ese minuto 40, Ayrton Costa buscó en corto a Martín Sarrafiore, ubicado como interior izquierdo y este supo divisar el pique corto de Cauteruccio a espaldas de Fernando Tobio. El pase estuvo a tono con lo que se venía viendo hasta ese instante. Salió defectuoso y lo mejoró un roce en Fernando Godoy que desacomodó al defensor y dejó al uruguayo de cara a Lucas Chaves para conectar el zurdazo suave y cruzado con el cual poner el 1 a 0.
Hasta ahí los dientes apretados que podían suponerse en un choque con trascendencia inmediata pero también futura sólo se hicieron presente en los encontronazos permanentes. En cambio, nunca apareció el previsto ritmo alto para empujar al rival contra su arco y provocar sus errores. El Rojo y el Globo brindaban -y brindaron hasta el final- una exhibición de máxima pobreza que contó con todos los ingredientes posibles.
A Independiente la tensión le cercenó el ímpetu que venía mostrando en sus últimos partidos en su estadio. Jugó con el freno de mano puesto, algo que no sirve a sus características actuales. No tiene el plantel que dirige Ricardo Zielinski futbolistas con cualidades suficientes para tener la pelota y hacerla circular con criterio y seguridad. O dicho de otro modo, le cuesta un mundo dar más de tres pases seguidos con la precisión necesaria para que la jugada progrese hasta convertirse en una acción de peligro.
Del otro lado las cosas están incluso peor. La semana estuvo plagada de malas noticias: eliminación de Copa Sudamericana, renuncia de Sebastián Battaglia, cruces verbales en el interior del vestuario y marcha de Lucas Merolla (se fue al Mazatlán mexicano) con discusiones incluidas. Con Diego Martínez, el nuevo técnico que será presentado este lunes, sentado en la tribuna, Huracán apostó todo a arañar un punto que le apuntalase la confianza. No lo logró, y tampoco hizo mucho por hacerlo. Al Globo le faltaron iniciativa, talento, creatividad y fe. Y le sobró un segundo de distracción defensiva para irse sin nada de Avellaneda.
Celebró Independiente la victoria en un simulacro de final que fue a su vez un sucedáneo de ese deporte maravilloso llamado fútbol. ¿El paladar negro? Este desteñido Rey de Copas no tiene tiempo para disquisiciones cromáticas.