Independiente se complicó de nuevo: perdió con Newell’s y volvieron los silbidos en Avellaneda
El equipo de Zielinski dio un paso hacia atrás y sufrió su novena derrota del campeonato; en un fallo discutible, el VAR le anuló un gol a los rosarinos
Ya sin mayores aspiraciones ni agobios inmediatos en la recta final del torneo, el Rojo y la Lepra empezaban a construir un duelo atractivo para el observador neutral. Con un arranque prometedor del local, que con sus deudas futbolísticas a cuestas aportaba concentración y orden para anticipar en el medio, agarrar a contramano a la defensa rojinegra y generar peligro. Con la calma que le ofrece al conjunto rosarino una campaña que tiene en la Sudamericana su punto fuerte y le permite aguardar que despunten el riesgo latente que insinúa Brian Aguirre en cada arranque por izquierda y la claridad en el toque y el traslado que ofrecen Cristian Ferreira y Marcos Portillo por el centro.
Antes de los 5 minutos, Matías Giménez ya había estrellado un derechazo en el palo. Del otro lado, en cambio, Newell’s golpeó en la primera que tuvo. A los 14, Jorge Recalde le ganó de mano a Edgar Elizalde, tocó cortito, se resbaló Ayrton Costa en el cierre y Ferreira, desde la medialuna, acomodó la pelota contra el palo izquierdo de Rodrigo Rey.
No se achicó el local con la desventaja, seguía siendo imparable Aguirre y preciso Ferreira en cada contra, mantenía el interés el encuentro, hasta que a los 23 desbordó Ángelo Martino por izquierda, lanzó un centro perfecto y Recalde metió el frentazo a la red. Era gol en todos lados, menos en las controvertidas pantallas del VAR. Lo llamaron a Ariel Penel, que vio la imagen de un involuntario manotazo de Martino a Barcia y anuló el tanto.
El gol anulado y la reacción de Heinze
Entonces comenzó otro partido. Mucho peor. Discutido, cortado, confuso. Con un árbitro que se sintió condicionado, un Independiente que perdió el norte y un Newell’s al que le faltó acierto para aprovechar el momento. Rey le negó el segundo a Aguirre a los 35 y a Recalde sobre la hora.
La sensación se prolongó hasta los 20 de la segunda mitad. Ansioso el local, imprecisa la visita, incomprensibles Penel y el VAR en la interpretación de cada roce (otro manotazo de Martino, esta vez en su área a Nicolás Vallejo, ni siquiera fue revisado). En ese instante, Ricardo Zielinski decidió jugar a la ruleta rusa, y no se trata de un juego de palabras con su apodo. Empujado por el “movete, Rojo, movete” que bajaba de las tribunas, quitó a un volante, sumó un delantero más, quebró en dos a su equipo y el tiro le salió por la culata. Apenas un ratito más tarde, Gustavo Velázquez cabeceó un córner, Elizalde desvió con el pecho y el balón se escurrió entre las piernas de Rey.
En las gradas el público perdió la paciencia, volvieron los silbidos y los gritos de desaprobación que habían desaparecido hace varias semanas; sobre el césped el equipo extravió el poco sentido común que le quedaba y no sufrió más de cuenta fue porque los cambios que introdujo Gabriel Heinze desdibujaron la buena imagen de Newell’s.
La recta final del torneo determinará dónde fijará su vista Independiente en la Copa de la Liga. Si en los puestos que dan acceso a la Sudamericana o en el fondo de la tabla anual. Se antojan claves los refuerzos que puedan llegar, se dibuja incierto el futuro, porque si en un partido caben muchos partidos, en un club con un presente tan inestable como el Rojo todavía puede caber muchas temporadas en un solo año.