El VAR “a la Argentina”, una herramienta “de seis puntos” y 7 mil dólares por partido que genera polémicas y sospechas en cada fecha

La asistencia tecnológica, que se implementó para que ya no hubiese dudas en jugadas como las del offside, falló en partidos como el de Boca ante Unión

El VAR “a la Argentina” está provisto por la empresa Torneos, que en 2021 firmó un contrato con la AFA y reemplazó a Reftel, la compañía que había sellado el convenio original para hacerse cargo del sistema. Como en todos lados se precisa un proveedor tecnológico homologado por la FIFA, el del fútbol argentino es la empresa belga SimplyLive. ¿La más prestigiosa? No. Los dos más conocidos y con más experiencia en el mercado, Hawk-Eye y MediaPro, perdieron la licitación original. Es más, la AFA se decantó por una solución centralizada, que le evitaba construir una sala de VAR en cada uno de los estadios, por una cuestión económica: así, cada partido cuesta menos dinero. Por eso es que los asistentes de VAR y los operadores de video están en el predio de Ezeiza y analizan desde allí las imágenes recibidas desde las canchas donde se juegan los partidos: 14 en cada fecha del torneo.

Otra polémica del VAR y las líneas del offside: el gol anulado a Argentinos Juniors en la cancha de River, en la tercera fecha
Otra polémica del VAR y las líneas del offside: el gol anulado a Argentinos Juniors en la cancha de River, en la tercera fecha

“Los 28 estadios de la Liga Profesional están conectados por fibra óptica al predio”, informan a LA NACION desde la Liga Profesional. Sin embargo, en algunos partidos ese enlace falló. A los 10 minutos del encuentro entre Rosario Central y Colón, que se disputaba en el Gigante de Arroyito el 25 de junio, el árbitro Nicolás Lamolina llamó a los capitanes y entrenadores de ambos equipos para informarles que estaba caída la conexión con Ezeiza y que el encuentro se disputaría sin asistencia tecnológica (el reglamento lo permite). Hubo un penal sancionado a favor de Central sin que pudiera intervenir el VAR, largamente reclamado por los visitantes.

Más grave fue lo ocurrido en el Boca vs. Lanús disputado en la Bombonera el 10 de junio. Todo el equipo granate protestó por un gol convalidado a Darío Benedetto a dos minutos del final, que determinó el empate final. Se habló de “inconveniente técnico” y, también, de un “problema de software”, porque el trazado de la línea del offside tomó en cuenta el pie del delantero xeneize y no uno de sus hombros, que parecía en posición adelantada. La duda y la sospecha quedó flotando.

En la revisión de un potencial offside también juega el factor humano. Aunque se trata de una “jugada tecnológica” en la que las imágenes deberían aportar evidencia suficiente para decidir si hay o no posición adelantada, el protagonismo es del árbitro principal de VAR. Le pide al operador de video que congele la imagen en el momento del último pase y, además, trace las líneas paralelas al arco para ver si hay o no posición adelantada. Antes del partido, las cámaras fueron calibradas. Según una fuente al tanto del sistema argentino, esto se hace para “parametrizar las dimensiones de la cancha en base a la toma de las cámaras principales”.

Este punto es el que explica potenciales “errores de software” o líneas mal trazadas y da lugar a las quejas de los hinchas que se sienten perjudicados. Los de Unión, por ejemplo, tras el gol no convalidado el jueves frente a Boca. En la imagen mostrada por la TV (y más allá de la perspectiva o la inclinación de las líneas) se observa que la pelota ya partió del pie izquierdo de Imanol Machuca. El “VAR argentino”, entonces, no es infalible. Ni siquiera para las “jugadas tecnológicas”. En esa línea se inscribe lo que pasó en el último River vs. Argentinos, a comienzos del campeonato: el Bicho había conseguido un empate agónico y tras una larguísima deliberación que incluyó las famosas líneas (otra vez), el VAR invalidó la conquista de los de La Paternal y los millonarios festejaron. Un final polémico.

Aquí conviene frenar la pelota y conocer el trazo fino del “VAR argentino”. En cada partido hay 9 cámaras dispuestas en el estadio. Desde allí parten las imágenes que son procesadas en el edificio arbitral, en Ezeiza. Los partidos de Boca y River, por su importancia, tienen cuatro cámaras más. Es decir, 13. Regla de tres simple: a mayor cantidad de cámaras, más imágenes y más evidencia para definir una jugada clave. Aunque también en esos casos suceden errores.

Tanto la Conmebol como la FIFA tienen otros proveedores y otros sistemas. El último Mundial, disputado en Qatar y ganado por la Argentina, sirvió para estrenar una herramienta que advierte sobre una posición adelantada con la ayuda de la inteligencia artificial. Tanto ese sistema como el que se utiliza en la Premier League, en la Champions League e incluso el de las Copas Sudamericana y Libertadores minimizan el error humano. Ya sea porque tienen más imágenes a disposición (en la última Copa del Mundo hubo ¡42 cámaras! a disposición de los asistentes de VAR) o porque cuentan con tecnología más avanzada. “La solución de Conmebol está en 7,5 u 8 puntos. FIFA y UEFA son 10 puntos”, argumenta el mismo árbitro citado al comienzo de esta nota. Ninguno de ellos, claro está, es 100% seguro.

¿Qué pasa en otros países sudamericanos? El Brasileirao usa la solución de Hawk-Eye a un costo de 50 mil reales (US$ 10 mil) por partido. Uruguay tiene como proveedor a MediaPro, igual que Ecuador, Colombia, Perú, Paraguay y Chile. Bolivia contrató a la misma empresa, con un precio de US$ 3150 por partido, según detalló Fernando Costa, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) al diario Los Tiempos de Cochabamba. Venezuela es el único país del continente que no tiene asistencia arbitral por video. Un detalle: en la página de SimplyLive, el proveedor de la tecnología que se usa en Argentina, figuran apenas dos asociaciones de fútbol como clientes. Además de la AFA, también está la Concacaf, la Confederación de América del Norte, Central y del Caribe.

El VAR de la FIFA y el gol anulado a Lautaro Martínez ante Arabia Saudita en Qatar 2022
El VAR de la FIFA y el gol anulado a Lautaro Martínez ante Arabia Saudita en Qatar 2022

¿Por qué, entonces, el fútbol argentino no intenta parecerse a las principales ligas del mundo? La respuesta tiene componentes económicos y hasta políticos. “En el sistema que usa la FIFA sólo el trazado de las líneas del offside cuesta 7500 dólares por partido”, informan desde la casa del fútbol argentino. “Y agregan: “¿Te imaginás si pagáramos ese precio? ¡Habría que vender la AFA!”, grafican. Más allá de los más de 40 sponsors de la selección campeona del mundo, lo cierto es que el VAR se paga en dólares y el fútbol argentino, en general, se maneja en pesos.

“El sistema cuesta 4 millones de dólares al año”, detallan desde las oficinas sobre la calle Viamonte. En 2023 se jugarán 567 partidos al año (378 de la Liga Profesional y 189 de la Copa de la Liga), por lo que el costo del VAR en el fútbol argentino asciende a algo más de 7 mil dólares por partido. Una empresa tecnológica (la china TCL) auspicia cada intervención del VAR, pero ese sponsoreo no alcanza para cubrir los costos, que “incluyen US$ 1,5 millones anuales por los enlaces de datos hacia el edificio de Ezeiza”. La AFA dice que “el 70% de los costos del VAR” se absorben con recursos propios. Es decir, US$ 2,8 millones.

Una cabina de VAR del fútbol argentino, con el logo de la empresa que lo auspicia
Una cabina de VAR del fútbol argentino, con el logo de la empresa que lo auspiciaTélam

Hay otra explicación para el retraso tecnológico: la falta de tecnología de punta. “Más allá de la diferencia en dólares entre un sistema y otro, también está la posibilidad de ingresar los equipos que se precisan”, se escudan en la AFA. Y hay más: en caso de que en algún momento el fútbol argentino pudiera importar los “fierros” (así se los conoce en la jerga televisiva) necesarios, luego habría que capacitar a los encargados de usarlos. Y aquí se vuelve al principio: el factor humano. Los árbitros.

Podría citarse el error de Diego Abal, asistente de VAR en Gimnasia (La Plata) vs. Sarmiento de Junín, cuando anuló un gol del Lobo por un supuesto offside de córner, que no existe en el reglamento. La AFA se valió de esa equivocación para despedirlo, en teoría amparada legalmente porque el árbitro ya estaba pasado de la edad límite. O la amarilla que Ariel Penel le quitó a Maximiliano Centurión (Arsenal) en un partido ante Vélez en el José Amalfitani a instancias de la asistencia tecnológica. El protocolo del VAR establece que las faltas de amonestación no son pasibles de ser revisadas. ¿Y qué tiene que ver el VAR en esos casos? Nada: el foco allí hay que ponerlo en la capacidad y conocimiento de quienes toman las decisiones, algo que no se relaciona con la tecnología.


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