El biógrafo de Oppenheimer, contra el uso de inteligencia artificial en armas nucleares
Kai Bird, cuyo libro ganador del premio Pulitzer inspiró la película Cristopher Nolan, apoya la iniciativa de un senador de prohibir el uso de IA en los lanzamientos. “Los humanos siempre deben mantener el control exclusivo sobre las armas nucleares”, dijo
Kai Bird, el biógrafo cuyo libro ganador del premio Pulitzer inspiró la película Oppenheimer, que por estos días bate records de taquillas en los cines de todo el mundo, expresó su apoyo al intento de un senador estadounidense de prohibir el uso de inteligencia artificial en los lanzamientos de armas nucleares: “Los humanos siempre deben mantener el control exclusivo sobre las armas nucleares”, sostuvo.
Bird es autor de Prometeo americano, un monumental volumen que recopila 30 años de investigaciones sobre el auge y caída del científico que puso su talento al servicio del arma definitiva.
La obra, que coescribió junto con Martin J. Sherwin y que acaba de lanzar en la Argentina el sello Debate, fue adaptada al cine por Christopher Nolan en un filme protagonizado por Cillian Murphy.
El autor se reunió en Washington con Ed Markey, el senador demócrata de Massachusetts que está intentando agregar la disposición nuclear de Inteligencia Artificial (IA) a un importante proyecto de ley de gastos de defensa.
“Los humanos siempre deben mantener el control exclusivo sobre las armas nucleares”, sostuvo Bird. Y acotó: “Esta tecnología es demasiado peligrosa para jugar. Este proyecto de ley enviará una poderosa señal al mundo de que Estados Unidos nunca dará el paso imprudente de automatizar nuestro comando y control nuclear”.
Un portavoz del senador aseguró al periódico The Guardian que Markey y Bird “compartieron sus preocupaciones mutuas sobre la proliferación de inteligencia artificial en la seguridad y defensa nacional sin barandillas, y los riesgos de usar armas nucleares en el sur de Asia y en otros lugares”.
“La vigilancia internacional de las armas nucleares es posible porque las armas nucleares son muy difíciles de construir. Oppenheimer gastó 2.000 millones de dólares y utilizó a miles de personas en todo Estados Unidos para construir esas primeras bombas”, había dicho hace unos días el director del filme, Nolan, en una entrevista con The Guardian.
“Es tranquilizadoramente difícil fabricar armas nucleares y, por lo tanto, es relativamente fácil detectar cuándo un país lo está haciendo. No creo que nada de eso se aplique a la IA”, había señalado el realizador.
La biografía sobre Julius Robert Oppenheimer (Estados Unidos, 22 de abril de 1904 -18 de febrero de 1967) aborda su vida personal y existencial entrelazada con un tema crucial como la consecución de la bomba atómica y sus paradojas de paz durante la Segunda Guerra Mundial.
El libro obtuvo el Premio Pulitzer en 2006 luego de tres décadas de que Sherwin empezara a recopilar información y, en los noventa, se uniera Bird para avanzar a partir de entrevistas, búsqueda en archivos del FBI, análisis de las cintas con discursos e interrogatorios, y de hallazgos de documentos privados del físico nuclear.
En su investigación, Bird y Sherwin reconstruyen lo que tiene como epicentro la madrugada del 16 de julio de 1945, en el desierto de Nuevo México, cuando se detonó en secreto la primera bomba atómica. Fue el resultado exitoso del Proyecto Manhattan liderado por Oppenheimer, a pesar de sus relaciones con el comunismo y sus aportes económicos a los republicanos en la Guerra Civil española. El físico dirigió a varios centenares de científicos reunidos en un pueblo construido expresamente para ellos desde 1942.
Tras aquella prueba y el uso de la bomba en Hiroshima y Nagasaki, Oppenheimer luchó contra la guerra nuclear y la bomba de hidrógeno. Pero su pasado simpatizante con el comunismo y sus nuevas luchas lo convirtieron en blanco de la persecución de brujas de la era McCarthy: fue acosado por el FBI, calumniado como espía de la Unión Soviética y obligado a dimitir de cualquier función pública.
“Su vida privada fue arrastrada del mismo modo hacia el esperpento; su casa fue allanada con micrófonos ocultos, y su teléfono intervenido. No sería hasta 1963 que el presidente Kennedy lo rehabilitaría y, con ello, su figura obtendría otro cariz para los ciudadanos del mundo”, señala la síntesis del libro difundida por la editorial.