Edinson Cavani en Boca: entre las ganas de jugar y ponerse la camiseta 10 y las urgencias de Almirón
El uruguayo tuvo un día frenético: se hizo la revisión, firmó el contrato con el Xeneize hasta diciembre de 2024 y fue presentado en una Bombonera con muchos hinchas; ¿Y Benedetto?
Los protagonistas suelen afirmar que saben lo que genera el Mundo Boca. Hasta que lo conocen de verdad. Incluso a un hombre “de tantos kilómetros recorridos”, tal como se definió el uruguayo, lo sorprendió. Todo transcurrió tranquilo mientras dejó su país por la mañana de ayer: frenó, unos pocos micrófonos le consultaron las primeras sensaciones y ante ellos lanzó la primera gran frase que se le recordará. “Boca es el más grande de Sudamérica y del mundo. Estoy feliz”.
Ahora bien, cuando pisó el aeropuerto internacional de Ezeiza, todo derivó en el descontrol esperable. Esperable por quienes conocen el oasis azul y oro que causa una llegada así. Cavani, por su parte, debió agarrarse de todos lados para que la ola de gente lo llevara hasta el asiento del auto. Con alegría, eso sí. Primero, lo recibió Sergio “Manteca” Martínez, el autor de los festejos noventeros trepado del alambrado que su compatriota quiere replicar en esta modernidad. Cuando encontró serenidad en el automóvil, empezó a agitar los brazos para contagiar a uno de sus hijos gritando el “¡Dale, Bo!” que aturdía.
Sin Cavani ni Benedetto
Mismas situaciones se repitieron al llegar al hotel, a la clínica para los chequeos médicos, a la Bombonera y dentro de ella. “Le preguntaba a Raúl [Cascini] y al “Chelo” [Marcelo Delgado] si la clínica era de Boca. Todo aquel que me cruzaba, me saludaba y me deseaba lo mejor. Ahí está lo que es el hincha de este club. Me tocó vivir una situación similar en Napoli: no había pisado la cancha y la gente ya me demostraba mucho cariño. Es la pasión de este club”, relató con la gracia de una persona que seguía anonadado.
En sus primeras declaraciones durante la conferencia de prensa de presentación fue claro sobre el motivo que ahora sí lo llevó a aceptar el desafío: “Las charlas con Román [Riquelme] ya venían de años y eran de amistad. Uno fue tomando ciertas decisiones, pero ahora estamos cerca de casa y felices. No hay país que se parezca más al nuestro (por Uruguay) que Argentina y no hay club como Boca en el que pueda hacer los últimos pasos de mi carrera”. Su convicción y entusiasmo van a la par de lo que siente la parcialidad xeneize.
La perla de sus declaraciones estuvo sobre el final, cuando la memoria lo hizo retroceder más de veinte años. “Cuando tenía 12 o 13 vinimos con una categoría uruguaya. Una de las visitas era al museo de Boca, estábamos felices. Estaba la posibilidad de entrar a la cancha, pero nos comunicaron que sólo se podía mirar el campo desde las gradas. Nunca imaginé lo que iba a pasar en mi carrera para hoy (por ayer) salir a ese mismo estadio. Me emociona”.
Flor de fiesta le prepararon. El club colocó un telón gigante en el palco preferencial con el lema “Boca es grande por su gente”, miles de socios se amontonaron en los otros costados del estadio y la Bombonera hizo el resto. Rugió. “¡Uruguayo, uruguayo!”, fue la bienvenida estruendosa cuando salió vestido de jugador, con la N°10 ya en su cuerpo. Y una de sus nuevas respuestas debió ser interrumpida ante un cántico que hace rato no era generado por alguno: “Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, los goles de Cavani que ya van a venir”.
“Es una responsabilidad muy grande ponerme esta camiseta y este número. Significa la motivación de seguir en el fútbol, porque vivo de las emociones y de esa adrenalina de salir a la cancha”, había comentado en tierras charrúas. En la noche boquense ya se refirió a la posibilidad de jugar el miércoles ante Nacional, en su país, por la ida de los octavos de final de la Libertadores: por un lado, metió el freno; por otro, fue atrevido.
“Tenemos que tomar la mejor decisión. Son las primeras horas acá. De a poco empezaré a conversar con el cuerpo técnico. También es lógico ver qué hice en los últimos 15 o 20 días y decidir. Ya estoy acá para estar a disposición y estoy acá para jugar, tomar los riesgos que se hayan que tomar. A eso vinimos, ¿no?”, sonrió. Las ganas se le desbordan. Una hora más tarde, salía la lista de concentrados de Jorge Almirón y Cavani no estaba entre los convocados. Lo quieren llevar de a poco. Tampoco estuvo Darío Benedetto, por una contractura en el gemelo, por lo que el 9 titular será Miguel Merentiel.
Las horas del martes serán clave, entonces, para Jorge Almirón. Porque, encima, se bajó Darío Benedetto ante una contractura en el gemelo interno derecho, según informó el club. La planificación del entrenador pasa por no exigir de arranque al refuerzo estelar y sí que aproveche las primeras horas para prepararse de cara a la revancha: es más factible que, al menos, sume unos minutos.
Le regaló su camiseta a “Manteca”, cantó con la gente y hasta saltó junto a su familia para diferenciarse de aquel que “¡se fue a la B!”. “Ojalá que podamos recorrer un camino largo y vivir lindas emociones”, les dijo a los hinchas. Cavani ya está en Boca. El operativo se hizo realidad. Arranca el gran objetivo de ser felices.