Boca juega cada día peor: el 0-0 con Unión por la Liga Profesional confirma la idea de que tiene la cabeza en otro lado

En Santa Fe, el cuadro xeneize empató sin goles con el tatengue, que fue perjudicado por la anulación equívoca de un gol; más allá de las bajas, el visitante no ofrece buenas señales

Otra buena muestra de que los astros juegan su mismo partido, es el 0-0 que logró este jueves frente a Unión en Santa Fe. Un tiro en un palo, un gol anulado –todo un misterio– y, al menos, tres situaciones claras de gol resueltas por Chiquito Romero oficiaron de muestra. No sólo eso: el equipo azul y oro no dispuso de un solo remate efectivo al arco. No siempre va a atrapar un empate en estos términos. Y, si se erige en uno de los favoritos en la Libertadores, lo es sólo por el brillo de su camiseta. De su historia. Más allá de algunas ausencias, Jorge Almirón consigue algo impensado: Boca juega cada día peor.

Luis Vázquez, en inferioridad numérica; el delantero, que venía de quebrar una recha de varios meses sin anotar, volvió a ser suplente e ingresó en lugar de Miguel Merentiel.
Luis Vázquez, en inferioridad numérica; el delantero, que venía de quebrar una recha de varios meses sin anotar, volvió a ser suplente e ingresó en lugar de Miguel Merentiel.LA NACION/Carolina Niklison

Se ubica a 21 puntos de River, en el puesto 11 de la Liga Profesional de Fútbol En la tabla anual no está ni en zona de Copa Sudamericana. Es posible que cuando vuelvan los lesionados (casi todos, titulares) y se sume un par de refuerzos de alta categoría, el equipo tenga otra impronta. Hoy está lejos de ese ideal, que parece de otro mundo.

A veces es difícil interpretar al VAR. O, en todo caso, si la herramienta tecnológica, al menos en Argentina, está al servicio de la justicia o de las sospechas. A los 3 minutos del segundo tiempo, Claudio Corvalán, un defensor, aprovechó un descuido global de la defensa xeneize, capturó un pase de Imanol Machuca y sorprendió a Sergio Romero. Gol de Unión, anulado porque el juez de línea levantó la bandera por una supuesta posición adelantada. Andrés Merlos, uno de los árbitros más limitados del medio local, esperó el veredicto de la televisión.

Nicolás Figal, una de las pocas garantías de Boca; con varios cruces salvó a su arco.
Nicolás Figal, una de las pocas garantías de Boca; con varios cruces salvó a su arco.LA NACION/Carolina Niklison

No había dudas: se esperaba una rápida revisión de la acción y la confirmación del tanto. Sin embargo, como en tantas otras veces, se ratificó la decisión del referí. Minutos después, en la televisión se observó dos trazados de líneas confusos, en los que el codo izquierdo del Corvalán habría estado mínimamente adelantado. Pero los brazos no cuentan para el fuera de juego. No fue clara la imagen (parecía inclinada), no despeja dudas. Contrariamente, las potencia: un absurdo, uno más –más allá de poderosos y de humildes– que no sorprende en la idiosincrasia del fútbol argentino.

Antes y después, el entusiasta Unión, en proceso de adaptación luego de la intempestiva salida del DT Sebastián “Gallego” Méndez –se marchó a Vélez– y el arribo de Kily González, inclinó la pequeña cancha. Machuca, Kevin Zenón, Federico Vera, Enzo Roldán, desconocidos para el gran público, marearon a Boca, que apareció aturdido en todas sus líneas. El conjunto tatengue, además del tanto descartado por el VAR, había tenido una ocasión clarísima: un tiro de Jeónimo Domina a un poste, jugada también anulada por una posición adelantada. Boca se sostuvo con un par de cruces de Nicolás Figal y un par de atajadas de Romero, demasiado poco en un campeonato en el que siempre estuvo lejos del buen gusto, del arco del rival y, sobre todo, de una suma abultada de puntos, lo que más suele interesarlo.

Compacto de Unión 0 vs. Boca 0

La confusión xeneize es tan grande que Esteban Rolón duró 20 minutos en el campo de juego. Fue expulsado por una durísima infracción contra Vera, que salió lesionado y entre lágrimas. En esta acción, el VAR tomó nota: el planchazo había sido demasiado evidente. El volante, de poca actividad en la primera xenize, había ingresado por Juan Ramírez, uno de los tantos que juegan como titulares sin ser decisivos. Son varios, casi todos, lo que sufren ese síntoma: bajos rendimientos, poca motivación doméstica, tácticas inesperadas, cambios bruscos de un partido a otro (y en el mismo encuentro) y posiciones extrañas. Valentín Barco (una suerte de wing izquierdo), se choca con Fabra, Pol Fernández se confunde entre el extremo y el mediocampo, Alan Varela no arriesga, Miguel Merentiel corre, mete, espera y no puede asociarse con un colega que tenga sus ambiciones. El crédito es Cristian Medina: un buen valor, un chico de la casa, pero cuyo aislamiento en el nivel de rendimiento resulta todo un símbolo de la actualidad xeneize.

Luis Vázquez reemplazó a Merentiel, Agustín Sandez intentó darle algo de fuerza a la última línea. De un rígido 4-1-4-1 Boca pasó a un elástico 4-3-3 pero siguió con la tónica de la desorientación. No realizó un solo tiro efectivo al arco, vale insistir. Sí elaboró 4 intentos, contra... 21 de Unión. Algunos datos confirman la realidad. Boca tiene la cabeza en otra cosa. Seguramente, en la Copa Libertadores, la obsesión de siempre. Pero falta un mes para el choque con Nacional y, mientras tanto, el equipo debería hacer que su candidatura subcontinental no se tratara exclusivamente de la mística del pasado. Ni a la fortuna de un sorteo. Tiene que agregarle algo. Algo propio: fútbol, ganas, una identidad. Boca está encasillado en la columna del debe. Y no logra salir.


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