Ángel Di María fue presentado en Benfica, tuvo un recibimiento conmovedor y, fiel a sus festejos, les habló a los hinchas “con el corazón”
El campeón del mundo y referente del seleccionado argentino, que será compañero de Nicolás Otamendi, tuvo un regreso desbordante de entusiasmo en el estadio
Sonriente, dedicó sus primeros minutos frente al público para mantener sus manos en alto y luego llevar la derecha hacia el corazón para agradecer con gestos los aplausos, los cantitos, las fotos, los gritos y la muestra inmensa de cariño que le tributaron. Una y otra veces. Rui Costa, que como jugador nació y se despidió en Benfica, fue su compañero y es el presidente de la entidad, se apartó luego de acompañarlo para dejarlo disfrutar en pleno, aunque Di María le pedía que se uniera.
Todos cantaron por él y corearon su nombre mientras los teléfonos móviles enfocaban hacia el futbolista para captar imágenes y videos de un momento enternecedor. Di María continuó saludando detrás del cartel que tenía su apellido, su firma, un número 11 –que lo identifica– y la palabra “Bienvenido” en portugués y en castellano. Por un momento, el humo de los fuegos artificiales y las bengalas envolvió a todos, locos de alegría.
Y siguieron tronando los petardos a la par de los cantitos. El conmovedor recibimiento emocionó a Ángel, que aplaudió a los fanáticos, besó el escudo de Benfica que está en la camiseta del lado izquierdo, sobre el pecho, y se plegó al aliento, moviendo los brazos al compás de lo que entonaban. Y comenzó a saltar. Y pidió que lo imitaran. Y esa marea roja (con algunas camisetas argentinas mezcladas) que había debajo, sobre el asfalto y en un entrepiso, siguió su ritmo.
Fideo salió al balcón del estadio a las 19.04 (hora portuguesa). No era casual. Era una referencia al año de fundación del club, 1904, y luego de largos minutos de interacción gestual con los hinchas le alcanzaron un micrófono para hablarles. “Tuve muchas propuestas de muchos equipos, pero tuve la ilusión, las ganas y el entusiasmo de venir aquí, a casa otra vez, para sentirme feliz nuevamente”, les contó Angelito. La mayoría de los que estaban frente suyo lo había visto entre 2007 y 2010 en el campo de juego de las Águilas.
“Mis sentimientos son únicos, inigualables. Volver otra vez a mi casa, porque la siento como mi casa, es único. Elegí con el corazón, es la realidad, y nada más. ¡Muchas gracias!”, agregó quien, a los 35 años y aún vigente, llega con su estatus de ídolo. Es la nueva estrella de un equipo que sueña con llegar lejos en los torneos locales e internacionales. Estará en la etapa de grupos de la Champions League por tercer año seguido y esperar ir más allá de los cuartos de final, la instancia que no superaron en las dos últimas temporadas.
Tras dejar Juventus, de Italia, Di María se une a un equipo en el que ya juega otro campeón del mundo con el seleccionado nacional, Nicolás Otamendi, el capitán de Benfica. Llega con contrato por una temporada al club en el que tuvo su primera experiencia fuera de la Argentina, cuando dejó Rosario Central en un pase de 8,3 millones de dólares por el 80% de los derechos y dos millones más tiempo después por el 20% restante. Marcó 15 goles y 28 asistencias en 121 partidos en sus tres años en Lisboa, donde consiguió tres títulos antes de irse a Real Madrid.
“Lo que siento, como el día que llegué en 2007, es que hay que seguir trabajando, luchando e intentando conseguir títulos. Este año, Benfica logró la 38. Ojalá que el año que viene conquistemos la 39″, finalizó el jugador, en relación con las copas que acumula el club, que tiene planificados amistosos internacionales desde la semana próxima.