ANÁLISIS / Por blindarse más, Wilstermann defendió peor

José Vladimir Nogales, JNN Digital
Ante Vaca Diaz, Wilsermann quiso proteger demasiado pronto su ventaja. Todo lo que hizo fue cerrarse las puertas. Su retroceso comenzó por la inserción de Jonatá entre los centrales y colocar a Franco Martínez como medio centro, sacrificando a John Velásquez. La defensa, pese a la densidad, funcionó sin criterio en todos los aspectos, incluido el lamentable marcaje de Robson en el gol del empate (se precipitó sobre Cuadros, que lo sacó del camino con un amague) y la pobre actuación de Mario Cuéllar, un foco incendiario en una línea que, sin Julián Velásquez, perdió firmeza.


El medio campo cerró la persiana inmediatamente, pero con los habituales defectos de esta versión de Christia Díaz, sin intensidad en la presión, sin orden en los relevos. Al retrasar a Jonatá al fonde de la defensa, el centro del campo quedó baldío ante la falta de ubicación de Franco Martínez y la crónica dispersión de Machado. Sin un medio centro posicional -con corte y sentido de ubicación para ir a los cierres-, Wilstermann perdió el control del juego. Sin la pelota exhibía fragilidad en la contención, sólo atenuada por la evidente pobreza del rival en la construcción de jugadas, casi todas reducidas a esfuerzos individuales o al aprovechamiento de errores no forzados del rival (fallas de Poveda y Cuéllar en salida). Con el balón, todo resultó más complejo. Sin vuelo por las bandas, con la intrascendencia de Martínez y la distancia con los de arriba, Wilstermann enfatizó el juego directo, con escaso acompañamiento para Nahuelpán y sin apoyos para las evoluciones de Amaral. A ese nivel de prestaciones, con una estructura alterada por la cautela de su técnico, los rojos comenzaron a perder presencia y a padecer atrás, con las marcas desacomodadas y sin un escudo por delante.

La igualdad, anotada por Cuadros, revela cómo el equipo perdió orden tras las modificaciones introducidas por el comando técnico.


Fernández levanta un centro desde la derecha, Aponte, amablemente, le concede el espacio que necesita. Los defensas de Wilstermann, con Jonatá incrustado como libre, marcan en línea, sin tomar a las referencias. Entre defensas y volantes rojos aparecen cinco hombres de Vaca Diaz en un amplio espacio deshabitado. Martínez y Machado no cuidan la media luna, quedando todos expuestos ante la eventualidad de un rebote.


Machado debería colocarse a espaldas de Martínez, dentro de la media luna, para brindar soporte a los zagueros ante eventuales despejes en un espacio donde prevalecía el número de los locales.


Otra opción era que Martínez se ubicase por delante de los defensas en lugar de cuidar la espalda de Aponte, a cuyo relevo podía acudir Chatti. El asunto es que, a sus espaldas flotaban cinco hombres de Vaca Díez.


Tras el centro, gentilmente permitido por Aponte, Pinto cabecea con dificultad, pero el balón pega en un compañero y queda a disposición de Morales, que detecta a Cuadros y le envía un balón profundo. Sin rojos en zona de rebote, la jugada prosiguió por la orilla izquierda rival, y con la defensa visitante comprimida sobre el centro.


 Robson va a la caza de Cuadros, pero sale con tanta precipitación que queda anulado por un regate hacia afuera del colombiano, que alcanza el fondo y se coloca a tiro.


Ante el tardío cruce de Cuéllar, Cuadros dispara al primer palo, mal protegido por Poveda, y anota la igualdad para Vaca Diez. La marmórea solidez de la defensa roja en el campeonato se desvaneció en Pando, donde pesó en demasía la ausencia de Julián Velásquez, pobremente sustituido por Cuéllar. Tampoco Poveda ofrece las garantías que Giménez brinda en la custodia del arco. Sin embargo, las modificaciones que Díaz introdujo para proteger la escuálida ventaja degradaron el funcionamiento del equipo, que ya exhibía dificultades para manejar la pelota en la primera mitad. La racanería de los rojos estimulo a los pandinos, que con poco fútbol y escasos recursos se bastaron para colocarse a tiro de la victoria.

Entradas populares