Almirón está feliz, ¿y nosotros?
Boca mejoró contra un Huracán que está en descenso. La rompieron Medina y Barco, volvió a meterla Vázquez, pero la base no está. Esto no alcanza para la Libertadores.
Almirón es un técnico que venía en un tobogán empinado, después de desperdiciar su segunda chance consecutiva en España, luego de haber sido echado de Lanús -el lugar de sus mayores logros, donde por poco no le hacen una estatua- y de haber derrapado en San Lorenzo con una campaña malísima, y se encuentra con Boca. Con un Boca a la deriva, sin conducción futbolística ni dirigencial -un director deportivo serio difícilmente lo hubiera contratado. Después de ver el 2023 del entonces equipo de Ibarra, los primeros palotes de Almirón parecían una enciclopedia fundamentada en Ancelotti + Guardiola + Klopp. Pero la realidad es que esa impresión inicial se desvaneció rápidamente. El actual entrenador recibió a Boca en la décima fecha: estaba 12º, a diez de River, y hoy está 9º a, 19; tenía cuatro partidos ganados y cuatro perdidos, y ahora tiene 10 y 9. O sea...
Felicidad, lo que se dice felicidad, no sentimos. Los hinchas podrán irse a la casa un poco mejor luego del partido ante Huracán -no perder de vista que es un equipo que está en descenso- que frente a Unión. Pero si nos ponemos a mirar lo que viene, no hay grandes motivos como para confiar. A ver: el equipo ganó 1-0 y generó varias chances, tres de un Vázquez al que parece habérsele abierto el arco -enorme definición en el 1-0-, una doble de Fabra y Barco -palo y travesaño-, una más del Colo, otra de Merentiel... Al lado de lo que pasó en Santa Fe, cuando no se pateó al arco, es una maravilla (difícil jugar peor que en Santa Fe). Pero también es cierto que el resultado, aun contra este pobrísimo Huracán, estuvo en duda hasta la última jugada. Más por la endeblez de la defensa de Boca que por méritos del rival, que no supo cómo terminar las varias contras que se le presentaron ante un equipo mal parado en retroceso y una defensa que con Valdez y Valentini da casi las mismas garantías que con Roncaglia.
Mientras tanto, estuvimos esperando en vano un golcito de Talleres para postergar unos días el festejo de River. Y dependemos de que Tigre venda a Retegui para tener unos mangos y salir a comprar. ¡De Tigre, que no pagó ni el préstamo! ¡Retegui es nuestro! Pero ojo, le ganamos a Huracán y entramos en zona de Sudamericana. ¡Vamos, Boca!