VILLARREAL 2-ATLÉTICO 2 / Una montaña rusa en 92 minutos

El Atlético concentró todos sus males a lo largo del año en Vila-real. Regalo de Barrios para el gol de Jackson a lo Nahuel. Correa, en el gol, y Griezmann, en el pase, remontan, pero Grbic se lesiona y Pascual empata en el 93′.

Patricia Cazón
As
Durante treinta y siete minutos el Atleti terminaba segundo esta Liga. Pero lo que fue su 22-23 se concentró en ese último partido en La Cerámica para que lo perdiera sin necesidad, si quiera, de que se lo arrancara con una victoria el Madrid. Primero por el propio rival, ese Villarreal siempre difícil, china en el pie, más en su estadio, que a los rojiblancos se le atraganta tamaño Everest. Ese Villarreal que en la segunda jornada desató los primeros nervios del Metropolitano ya y que se asomaba a esta última sin nada más que jugarse que el honor y las despedidas, quizá, de hombres como Chukwueze, Jackson y Pau. Segundo, por ese nombre que se leía en su once, Barrios, titular cinco meses después para, nada más comenzar el partido, hacerse un Nahuel: como pasara con el argentino en su debut en el Metropolitano, regalaría el primer gol a los de Setién.

Si hubiera sido asistencia, hubiese sido perfecta. Un pase de cabeza directo al pie de Jackson para que éste, solo, enviara mordido a la red. Pero eso no era una asistencia sino un despeje y el Atleti, hasta ese momento, un despropósito, con el centro del campo de la casa, Koke-Saúl-Barrios, atragantándose en un triángulo de los horrores que parecía pensar solo en bermudas. Hasta que Griezmann dijo basta cuando el reloj bordeaba el veinte. El francés se dirigiría a lanzar un córner sabiendo bien a quién enviarle el balón: Correa se había ido introduciendo entre defensas amarillos. El enésimo truco del MVP de esta Liga fue un lanzamiento raso y directo para que el argentino empalara a la red y lo dedicara al cielo. Era la asistencia número 15 del francés. Y aún habría una 16. Pero antes el Cholo vería pasar todos los frames de los árbitros y el VAR en esta 22-23 ante sus ojos resumidos en una acción: Jorgensen, titular como premio, despejaba un cabezazo de Saúl y el rechace le caería, franco, a Griezmann para el remate a bocajarro. Su tiro lo despejaría Mandi con el brazo sin tenerlo apoyado o pegado. Fue claro, pero los del VAR debían estar ya de parranda, otra vez desconectados, como tantas veces esta Liga, cuando se trata de Atleti.

Cuando el partido regresó, del Bernabéu llegaban noticias: gol de Sancet. Si el Atleti marcaba, la segunda plaza era suya. El Atleti se juntó para robar y combinar rápido. Pase de Hermoso a Griezmann y, de Griezmann, genialidad: balón para un Correa en carrera que, en una brizna, dribló para desembarazarse de Jorgensen y marcar a puerta vacía. Otro gol para mamá allá arriba.

El Villarreal quería dominar con balón pero no encontró el cómo hasta que no pisara la hierba Lo Celso. Un Lo Celso a quien Witsel derribaría por detrás, roja, mientras Benzema igualaba de penalti en el Bernabéu y se apretaba el aire en La Cerámica sobre los rojiblancos. Seguían dependiendo de sí mismos, de su resiliencia. Lo Celso había aportado claridad mientras el Atleti daba pasos atrás y Grbic se lucía, parada a parada, en su mejor partido de rojiblanco. Pero, entonces, lesión. Porque Grbic caía como antes esta 22-23 Oblak y le tocaría salir a Gomis para debutar de manera oficial, que oficioso lo había hecho en el primer partido del verano 2022, de delantero.

Su primera acción fue repeler un córner, el segundo, embolsarse un balón sin nervios. La tercera ver cómo Hermoso y Saúl no se aclararon en despejar un balón que quedó suelto en el área para que Pascual le batiera en el 92′ y se esfumara la plata para un Atleti que reclamó una falta a Morata en el inicio de la jugada, un rodillazo en la espalda de Pau. Pero el árbitro no vio y el VAR tampoco y el Atleti volvió a morir en la orilla, como siempre que en esta 22-23 compitió por algo. Que no lo alcanzó, que no le dio. Porque Griezmann es mucho, pero para este verano alguien puede apuntarse algo: Griezmann solo no siempre puede todo. Aunque le acompañe Correa.

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