'The Last Shot': 25 años de la última gran hazaña de Michael Jordan

El 14 de junio de 1998 'His Airness' volvió a parar el tiempo para regalar una instantánea a la posteridad de la historia del deporte


DAVID SÁNCHEZ R., Marca

La historia del deporte la engrosan miles de héroes a los que nadie espera. Pero solo los más grandes tienen la deferencia de aparecer cuando todo el mundo los aguarda. Y Michael Jordan fue el más grande.

Hoy se cumplen 25 años dela canasta más icónica de la historia de la NBA. La de MJ, otra vez en un sexto encuentro de las Finales, sentenciando el partido, el campeonato y, como todo apuntaba en esos momentos, poniendo la guinda a la carrera del mejor jugador de todos los tiempos.


En el entonces Delta Center de Utah, territorio hostil para cualquiera y más para los de Chicago, ante los Jazz de John Stockton y Karl Malone, el tiempo pareció detenerse ante la última suspensión de 'His Airness' con la camiseta de los Bulls.

Un desenlace de guión

En realidad, la secuencia comienza dos posesiones antes, cuando Jordan anota una penetración que deja a Chicago un punto abajo. Aunque la determinación del mito no se redujo a esa mitad de la pista. Como tantas otras veces en situaciones límite, Jerry Sloan señaló jugada para aclarar la recepción de Karl Malone en el poste izquierdo. Jordan conocía el plan al dedillo y, tan pronto recibió 'El Cartero', abandonó a su marca para aparecer por sorpresa y, con un manotazo seco, barrer el balón de las manos de Malone y poner rumbo a campo contrario.

Jordan renunció al contraataque y prefirió jugar un aclarado ante Bryon Russell. Y en el momento en el que llegó a la diagonal izquierda del aro con espacio interior para maniobrar, el universo exclamó convencido que lo iba a volver a hacer.

The Last Shot Jordan

Un simple bote en arrancada bastó para que Russell temiese una internada y quedase postrado en el parqué cuando Michael frenó en seco. Apenas unos pasos por detrás del tiro libre, el dueño de la mecánica frontal más pulcra que existió firmó su obra maestra y, sabedor de estar posando para la eternidad, mantuvo la postura de tiro hasta escuchar el silencio del Delta Center.

La canasta paró el crono a 5,2 segundos del final, pero Ron Harper defendió a la perfección el intento triple de Stockton para cerrar el sexto anillo de Jordan y los Chicago Bulls. Que aquella noche tuvieron que ser más suyos que nunca por el renqueante estado de Scottie Pippen.

Lo perverso es que, por glorioso que fuese el instante, Michael no hizo más que cumplir expectativas. Sobre todo para aquellos que conocían bien al personaje y su juego.

Resulta imposible replicar 25 años después la sensación de certeza que transmitió el trío de acciones decisivas que Jordan enlazó para sellar el sexto anillo de su carrera. Pero se puede intentar a través de las voces y pumas que vivieron a Michael de cerca o reportaron gran parte de su carrera en el baloncesto.

David Halberstam, autor de 'AIR', un libro imprescindible para entender la figura de Jordan y cuya estructura heredó dos décadas después el célebre documental 'The Last Dance', recogió varios testimonios de viejos conocidos de Michael que bien podrían condensar lo que evocó aquel último minuto de juego impulsado por la experiencia de haber sido testigo de la grandeza y determinación de Jordan decenas de veces.

Sólo había una persona que había sido capaz de parar a Michael. Yo.

Harvey Leroy Smith, compañero de Jordan en el instituto

Harvey Leroy Smith, colega de instituto por el que descartaron a MJ en primera instancia, veía imposible que Russell parase a Jordan en un aclarado como el que le concedieron. En sus palabras, "sólo había una persona que había sido capaz de parar a Michael". Harvey se quiso referir a él mismo con unas declaraciones cuyo tono navegaba entre lo bromista y lo engreído.

Buzz Peterson, íntimo amigo de 'Mike' desde sus días en North Carolina, dijo que le había visto "hacer de defensor escoba" en incontables ocasiones como hizo al abandonar a Jeff Hornacek e ir en busca de Malone.

Tim Grover, su preparador físico, al percibir que su pupilo llegaba en buena forma a los instantes finales, sabía que iba a poder ser determinante. Y en los mismos términos se expresaron Chuck Daly (Pistons y Dream Team), Dean Smith (North Carolina); con palabras que no caminaban el terreno de la grandilocuencia sino del empirismo al que obligaba la determinación del mito.

Titulando la Historia

Idéntica narrativa esgrimió la prensa en las jornadas posteriores. Las principales cabeceras estadounidenses e internacionales coincidieron en definirlo como algo grandioso, pero hasta cierto punto esperado. No porque las circunstancias no fuesen peliagudas para los Bulls, que llegaron a ir perdiendo la serie 2-1 y que estaban tres puntos abajo a 41 segundos del final, sino por la mera presencia de Jordan.

Edición del diario MARCA del 16 de junio de 1998
Edición del diario MARCA del 16 de junio de 1998

MARCA le dedicó una doble página en su edición del 16 de junio. "No es de este mundo", fue el titular que lució una crónica que lamentaba la posibilidad de estar ante el último instante de magia de la leyenda. "Es un héroe en la vida real", rescató MARCA entre las declaraciones de Jerry Sloan (entrenador de los Jazz) sobre una figura cuyo destino, como el de los héroes, estaba escrito. Aunque en este caso era uno glorioso.

Portada del Chicago Tribune del 15 de junio de 1998: "El placer del sexto"
Portada del Chicago Tribune del 15 de junio de 1998: "El placer del sexto"

"Asombrado, aunque no sorprendido, ante un nuevo final de temporada, otro campeonato ganado, que pareció guionizado por los escritores de los anuncios que Jordan protagoniza", reflejaban las páginas del New York Times sobre el público del Delta Center que presenció cómo Jordan les hurtaba las ilusiones por segundo año consecutivo.

El Chicago Tribune cerró su crónica con un precioso punto final a una era inolvidable para la ciudad de Illinois. "Si realmente es el fin, toda una nueva generación de aficionados podrá decir con orgullo: 'Sí, yo estaba allí cuando Michael jugaba'".

"Se va como el indiscutible jugador más decisivo de la historia", fue la sentencia del Washington Post, "jugó los 37 segundos finales con la misma brillantez y precisión que ha marcado toda su carrera", recogió la cabecera de la capital estadounidense en un aparte.

Los Angeles Times también tiró de predestinación para explicar la hazaña: "Cuando pusieron su destino en las manos de Jordan en su último intento ante la historia, el resultado estaba escrito".

Entrega de Sports Illustrated del 15 de Junio de 1998: "MJ se alza de nuevo"
Entrega de Sports Illustrated del 15 de Junio de 1998: "MJ se alza de nuevo"

Y Sports Illustrated, la revista deportiva más prestigiosa de Estados Unidos, lanzaba un enunciado que escondía una plegaria. "Nadie, ni siquiera Jordan, sabe si las heroicidades del domingo son el final de carrera perfecto o simplemente la última de una serie de actuaciones sensacionales que continúan", escribió Phil Taylor antes de dejar la puerta abierta a un nuevo regreso que finalmente no se dio.

¿Pero por qué se acababa?

El éxito, más aún cuando se dilata en el tiempo, no acostumbra a llegar sin costes, y el desgaste sufrido por aquel proyecto alcanzó límites insospechados entre 1997 y 1998. Esta vez a Jordan no le estrangulaban presiones externas como lo hicieron en 1993, año de su primera retirada, pero el futuro de Phil Jackson y Scotie Pippen con Chicago sí se tambaleaba. Poniendo en riesgo colateral el del mismísimo 23.

A nivel interno, la dinastía de los Bulls en los años 90 estuvo marcada por los continuos roces entre plantilla y cúpula directiva. Probablemente, la menos alineada de cuantas existieron en el deporte de la canasta hasta el cisma Kobe-Shaq-Jackson de la trilogía 'laker' de principios de siglo.

Jordan y Pippen hablan durante un partido
Jordan y Pippen hablan durante un partido

Jerry Reindsorf, propietario que se hizo con los Bulls pocos meses después de que Jordan cayese del cielo desde el número tres del draft de 1984, era un directivo que sólo aparecía en el momento de asestar el estoque final de las negociaciones. Actitud que sólo Michael y David Falk (representante tan talentoso y sanguinario como su cliente en la pista) lograron alterar en el transcurso de los años.

Nunca el vestuario de ningún equipo, menos aún el de una liga nominalmente afroamericana que miraba con recelo el poder blanco, tuvo demasiado interés en llevarse bien con la directiva. Pero la implacabilidad de Reindsorf en las negociaciones, que le granjeó fama de tacaño en años de bonanza, hacía esta grieta más profunda de lo habitual.

Jerry Krause, figura exageradamente vilipendiada a posteriori en el poso que dejó la dinastía de los Bulls, era un hombre peculiar. Al que le gustaba tenerlo todo bajo control y que recelaba del poco mérito que se le atribuía en favor de ensalzar las hazañas de Jordan y compañía en cancha.

Phil Jackson da indicaciones a sus jugadores
Phil Jackson da indicaciones a sus jugadores

Y, aunque el general manager tuviese parte de razón en referir los pocos piropos que recibió su sobresaliente labor, esto le llevaba muchas veces a menospreciar el talento y trabajo de jugadores y técnicos. Ya es célebre el desagradable trato que recibía por parte de la plantilla de los Bulls, sobre todo de los grandes pilares del vestuario. Las más de las veces, con su físico como objetivo.

Unos roces que tomaron otro cariz, de mayor inquina, desde que Krause se obsesionó con un Toni Kukoc que dominaba Europa a inicios de los 90, mientras Scottie Pippen iba siendo consciente de la encrucijada que suponía su contrato firmado en 1991.

En el vestuario, molestaba que Krause quisiese estar junto a los jugadores en todos los viajes, entrenos y concentraciones. Sentían que invadía un espacio que no debía, por lo que se esforzaban en dejarle claro que aquello era territorio hostil para él.

No seguirás aquí ni aunque terminemos la temporada 82-0

Jerry Krause a Phil Jackson a inicios de la temporada 97-98

Lo cual también constituyó la principal fuente de disputas con Phil Jackson, a quien Krause tenía muchas ganas de largar en 1997 por lo que juzgaba como una personalidad venida a más gracias a su trabajo y a los jugadores que le había facilitado. "No seguirás aquí ni aunque terminemos la temporada 82-0", llegó a decirle. Al fin y al cabo, fue Jerry quien confió en Jackson primero como ayudante de Doug Collins y después como su sustituto en 1989.

No sin dificultades, el verano de 1997 terminó con las renovaciones de Jackson, Rodman por un año y 4 millones, y Jordan, que cobraría 33,14 millones por un curso más. Mientras, Pippen permanecería con un contrato que le reportaba 2,7 'kilos'. Cifras muy alejadas de lo que percibía un jugador de su ascendencia en la época.

Todo este magma provocó que el alero se negara a operarse de un pie que acabó maltrecho la temporada 96/97. "No voy a arruinarme el verano", aseguró. Acabó retrasando la cirugía de su tobillo hasta octubre en un claro acto de revancha por la situación contractual que tanto le frustraba. Pippen no volvió a jugar hasta pasado el primer tercio de enero del 98, fecha para la cual los Bulls acumulaban un 24-11 de récord.

Dennis Rodman (derecha) y Michael Jordan (centro) durante la presentación previa al partido
Dennis Rodman (derecha) y Michael Jordan (centro) durante la presentación previa al partido

En su ausencia, Jordan y Rodman tuvieron que elevar el nivel por encima de lo deseable a esas alturas de temporada regular. Precisamente, la buena racha de Chicago en diciembre de la mano de un 'Gusano' que se fue a los 18,2 rebotes por noche derrochando energía en ambos extremos despertó cierto recelo en Pippen, que volvió aprisa calmando las aguas hasta la llegada de los playoffs.

El primer MARCA Leyenda

El MARCA Leyenda es un galardón otorgado a la excelencia deportiva. A figuras que han marcado la diferencia y han ayudado a empujar las barreras de sus respectivas disciplinas. Y, probablemente, nunca nadie haya supuesto un antes y un después en el panorama deportivo como lo fue Michael Jordan, el primer MARCA Leyenda en la trayectoria de este diario.

En 1997 había pocas personas sobre la faz de la Tierra que acumulasen mayor fama y notoriedad que el 23 de los Bulls. Por ello, la cabecera deportiva número uno decidió crear un galardón propio que otorgar al indiscutible número uno del momento. Sería en París, ciudad que albergaría una porción de la pretemporada del equipo de Chicago y en la que se dieron cita cientos de medios de todas partes del mundo.

La expedición de MARCA la formaron David Pecker y Rafael Alique después de que el entonces director del diario, Manuel Saucedo, declinase el viaje por las pocas posibilidades de lograr el encuentro con 'His Airness'. En aquellos días en París, Jordan trató de eludir cualquier contacto con la prensa que no fuese estrictamente necesario por contrato. Algunos medios incluso llegaron a titular en sus crónicas de la gira que Jordan "se escondía". Pero la suerte quiso que la estrella se parase a atender a MARCA con su exquisito tacto y carisma natural delante de micrófonos y cámaras. Si alguien tenía que ser la primera leyenda reconocida por este diario, ese era Michael.

Un último recorrido por el duro Este

Cuando se habla del dominio de Jordan durante la década de los 90, a menudo se omiten las carencias de talento de las que adoleció el baloncesto en una etapa más bien gris, aunque no por ello menos nostálgica. El propio Michael y su magnetismo ayudaron a maquillar años de racanería táctica y extrema dureza, herencia de los Pistons de Chuck Daly y sus 'Bad Boys'.

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La batalla del Madison Square Garden (1998)

Sirva la primera ronda del Este disputada entre Knicks y Heat aquel año 98 para condensar la tensión física que se acumulaba sobre el parqué y que en aquella decidió estallar, dejando por el camino a un Miami que había quedado segundo en temporada regular. Ocho encuentros (la primera ronda se jugaba al mejor de cinco) le bastaron a Chicago para plantarse en las finales de la Conferencia Este tras liquidar a unos recién nacidos Nets y a unos Hornets de retales.

Allí llegaron también los Pacers de Reggie Miller, que se encontraban en un punto de elevada madurez con Larry Bird, hijo pródigo de Indiana, en los banquillos. Los Bulls derramaron sangre, sudor y lágrimas para derrotar a los de Indianápolis en siete encuentros. Aquel equipo no era solo Miller, al que acompañaban Mark Jackson en la dirección de juego y Rik Smits, un fino pívot en ataque al que Antonio y Dale, Davis ambos, se encargaban de proteger al otro lado.

Chicago lo cerró con un agónico partido en casa en el que Jordan tuvo que irse a un 28-9-8 y Pippen hacer un trabajo inconmensurable en el rebote para dotar de oportunidades a unos Bulls peleados con el tiro y la defensa de los Pacers.

Michael Jordan driblaa Jeff Hornacek con Karl Malone por los suelos
Michael Jordan driblaa Jeff Hornacek con Karl Malone por los suelos

Las Finales ante Utah se presentaban igualadas hasta que encontraron en el tercer partido un punto de inflexión: los Bulls le endosaron un 96-54 a unos Jazz incapaces que, aún así, ganaron el quinto en Chicago.

Éxodo dinástico

La victoria es analgésica, y a la vuelta de los Bulls a Chicago para celebrar el sexto campeonato ante los suyos, la salida de Phil Jackson al estrado fue contestada por un sonoro "¡Un año más! ¡Un año más!". El 'Maestro Zen', con su habitual calma, comenzó la rueda de agradecimientos. Sólo para apuntalarla con lo siguiente: "Si este ha sido nuestro último baile, ha sido un precioso camino".

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Los Bulls celebran su sexto título en ChicagoFoxNews

Por si las palabras de Jackson no bastaban para cerrarle la puerta a la esperanza, Pippen se despidió de manera tajante y definitiva para dar comienzo al desfile de salidas que firmarían el fin de la dinastía.

Portada de MARCA del 14 de enero de 1999
Portada de MARCA del 14 de enero de 1999

Un nuevo cierre patronal iba a dilatar la agonía pero, uno a uno, fueron cayendo todos los pilares de los Bulls campeones. El primero fue Jackson, que el 22 de junio de 1998 cerraba su etapa como entrenador de Chicago. "Es tiempo de marchar", rezaba en un escueto comunicado.

Jordan en su día dijo no querer jugar bajo el mando de nadie que no fuese Phil, pero el 'lockout' estaba retrasando su decisión durante meses de angustia para el aficionado de los Bulls y la liga en general. Finalmente, el 13 de enero, 'His Airness' se sentó ante los micrófonos para anunciar su segunda retirada.

La marcha de MJ provocó las definitivas salidas de Dennis Rodman, a cuyos derechos como agente libre renunciaron los Bulls. Y, por supuesto, la de Pippen, que firmó un 'sign and trade' para acabar en Houston con un contrato de cinco años y 67 millones de dólares.

Jerry Krause con Tym Floid, sucesor de Phil Jackson, durante la despedida de Jordan
Jerry Krause con Tym Floid, sucesor de Phil Jackson, durante la despedida de Jordan

Al inicio de la temporada 98-99, de la rotación primaria de los campeones sólo Ron Harper y Toni Kukoc sobrevivieron. Y del 62-20 se pasó al 13-37. Pero poco de esto es relevante, pues aquella temporada la marcó el vacío que dejó Michael en lo que parecía el broche de oro a una carrera legendaria.

Sin embargo, la naturaleza de Jordan, el anhelo de esa depredación ejercida en cancha como motor vital que ya le había sacado del retiro en una ocasión, le devolvió a las canchas una vez más en 2001. Todo ello sin perturbar un ápice la memoria de aquel tiro que hoy cumple sus bodas de plata. Un instante de perfección en la carrera deportiva que más se acercó a ella.

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