Situación límite en el Ártico

Un estudio publicado en Nature pronostica que entre 2030 y 2050 el Ártico estará sin hielo en septiembre. En el año 2100 podría haber casi seis meses sin hielo. El Polo Norte sufre.

Juanma Bellón
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El oceáno Ártico vive momentos complicados. El hielo cada vez es menos sólido y en menos de una década, en las peores previsiones, puede perder por primera vez todo su hielo en el mes de septiembre. Es la conclusión del informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) y publicado por Nature.

“Proyectamos un Ártico sin hielo en septiembre entre 2030 y 2050 en todos los escenarios considerados”, describe el estudio hecho a partir de simulaciones generación partiendo de situaciones de emisiones de gases efecto invernadero intermedios y altos, y también bajos, en los que se retrasaría algo más este deshielo ártico, que aumentaría más en años futuros. Para 2100 se calcula que la región ártica este casi seis meses sin hielo.

La disminución del aérea de hielo marino del Ártico comenzó a acelerarse desde el año 2000 como consecuencia del calentamiento global que no permite que se congele con tanta solidez como debería. Si bien, esta reducción se inició en 1980 y desde entonces la superficie del hielo es un 12% menor. El hielo se derrite más rápidamente a consecuencia de las más altas temperaturas. La época de más hielo y en la que más se extiende la banquisa es marzo, la crítica del deshielo es septiembre y octubre. Ahí se reinicia el ciclo del hielo.

El estudio de Yeon Hee Kim, Seung Ki Min, Dirk Notz y Elizaveta Malinina revela las consecuencias de este deshielo del Polo Norte: “Afectará a las sociedades humanas y los ecosistemas. Y lo hará tanto en el propio Ártico como más allá porque va a cambiar la actividad marina, acelerará el calentamiento global y alterará el ciclo del carbono”.

Discutibles beneficios económicos

Este deshielo también deja un discutible y dudoso beneficio a la actividad comercial, porque en septiembre, el momento de mayor deshielo, se multiplican las rutas marinas en busca de combustibles fósiles como el petróleo y el gas. Y también se transportan muchas mercancías por la ruta del Norte que utilizan muchos cargueros para ahorrar millas náuticas. En 2022 se movieron por esas aguas hasta 34 millones de toneladas.

Cifra récord en una ruta que ya se ha abierto incluso a eventos turísticos, cuando hasta hace apenas una década era un tránsito poco seguro y completamente impensable en invierno. El único lugar por el que aún no se navega es el mar de Wandel, en el norte del Groenlandia. Sin embargo, en el estudio de Nature se concluye que en unos años quizás los barcos también pueden acceder allí.

Rutas comerciales, combustibles fósiles, un terreno abierto a nuevas batallas geopolíticas con tintes comerciales entre las grandes potencias mundiales. China y Rusia ya han mostrado su interés por la zona. Sin embargo, las consecuencias ecológicas para la zona pueden ser nefastas...


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