Sigue el misterio alrededor de la fallida rebelión armada que conmocionó a Rusia: las cuatro claves del conflicto interno
En la rebelión armada que sacudió recientemente a Rusia, ¿el jefe mercenario Yevgeny Prigozhin tuvo ayuda interna de la élite militar y política?
La incertidumbre también gira en torno al destino de Prigozhin y sus fuerzas militares privadas del Grupo Wagner, junto con el acuerdo que obtuvieron del Kremlin y lo que depara el futuro para el ministro de Defensa ruso a quien intentaron destituir.
Por último, y quizás la mayor incógnita: ¿Podrá Putin apuntalar las debilidades reveladas por los eventos del fin de semana pasado?
¿Tuvo Prigozhin ayuda interna?
Muchos observadores argumentan que Prigozhin no habría sido capaz de tomar las instalaciones militares en la ciudad sureña de Rostov del Don tan fácilmente el 24 de junio y montar su rápida marcha hacia Moscú sin la colusión de algunos miembros de la cúpula militar.
Miles de miembros de su ejército privado recorrieron casi 1.000 kilómetros (unas 620 millas) a través de Rusia sin encontrar resistencia importante y derribaron al menos siete aeronaves militares, matando por lo menos a 10 pilotos.
Prigozhin dijo que se acercaron a 200 kilómetros de Moscú cuando ordenó regresar a sus tropas, como parte de un acuerdo negociado por el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko. Ese acuerdo le otorgó amnistía a él y a las fuerzas de su contratista privado Grupo Wagner, lo que les permitió mudarse a Bielorrusia.
Algunos observadores del Kremlin creen que varios altos oficiales militares podrían haber respaldado su intento de destituir al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general Valery Gerasimov. O simplemente decidieron esperar y ver qué pasaba.
“El jefe mercenario de Wagner contaba con la solidaridad de los altos oficiales del ejército, y dado que estuvo cerca de llegar a Moscú sin encontrar ninguna resistencia en particular, es posible que no se haya equivocado del todo”, escribió el analista Mikhail Komin en un comentario para la Carnegie Endowment for International Peace (Fundación Carnegie por la Paz Internacional).
“Es muy posible que al comienzo de su ‘marcha por la justicia’, Prigozhin creyera que encontraría solidaridad entre muchos oficiales de las fuerzas armadas, y que, si su levantamiento tenía éxito, se unirían a ellos ciertos grupos dentro de la élite gobernante”, agregó.
Las fuerzas del orden rusas podrían compartir esta creencia. Algunos blogueros militares informaron que los investigadores analizaban si algunos oficiales se habían puesto del lado de Prigozhin.
Se cree que un oficial militar de alto rango, el general Sergei Surovikin —quien tenía vínculos desde hace mucho con Prigozhin— fue detenido. No está claro si Surovikin enfrenta cargos o dónde está detenido.
Los blogueros militares rusos informaron que algunos guardias fronterizos fueron acusados de no oponer resistencia al convoy del Grupo Wagner cuando cruzó a Rusia desde Ucrania, y algunos pilotos también enfrentan posibles cargos por negarse a detener el movimiento del convoy hacia Moscú.
Sin embargo, no hubo confirmación oficial de esas afirmaciones y fue imposible verificarlas.
Al señalar la falta de una respuesta militar más contundente al motín, algunos han mencionado la situación caótica e incierta y las dudas del Kremlin sobre el uso de la fuerza en áreas pobladas.
Mark Galeotti, un experto en asuntos de seguridad rusos con sede en Londres, advierte que el sistema de gobierno ruso es “jerárquico y lento” y no fomenta la iniciativa.
“En ese contexto, las personas simplemente no estarían dispuestas a actuar sin órdenes directas, ya sea porque temían que las dejaran en una situación difícil si adivinaban mal, o porque, en realidad, tenían cierta simpatía por Prigozhin”, añade.
El analista simpatizante del Kremlin Sergei Markov cree que algunos miembros del ejército ruso podrían haberse mostrado reacios a confrontar a Prigozhin inicialmente, pero que su actitud se endureció después de que las fuerzas del Grupo Wagner derribaron varios helicópteros militares.
Un acuerdo turbio y un futuro turbio
Otro misterio es el acuerdo que puso fin al amotinamiento. La principal agencia de inteligencia de Rusia abrió una investigación contra Prigozhin por la rebelión, pero el caso fue sobreseído más tarde como parte de ese acuerdo. Putin, Prigozhin y Lukashenko lo describieron como un arreglo destinado a evitar un derramamiento de sangre, pero se han dado a conocer pocos detalles.
También es incierto el futuro de Prigozhin y el Grupo Wagner. Putin dijo que los mercenarios que no participaron en el motín pueden firmar contratos con el Ministerio de Defensa, retirarse o mudarse a Bielorrusia, pero se desconoce cuántos se unirán a él y si seguirán siendo una sola fuerza.
Prigozhin podría no sentirse completamente seguro con Lukashenko, quien es conocido por su gobierno duro y que depende del apoyo político y financiero de Putin. Se desconoce el paradero exacto del líder mercenario. Lukashenko sostiene que está en Bielorrusia y el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, se rehúsa a decir dónde está.
Se puede esperar que Lukashenko mantenga un control estricto sobre las tropas de Prigozhin.
“Sospecho que la forma en que Moscú espera que esto se desarrolle es que los comandantes se trasladarán a Bielorrusia y luego posiblemente se retirarán para realizar operaciones en África”, opina Michael Kofman, un experto del Center for Naval Analyses (Centro de Análisis Naval). “Mientras tanto, intentarán recuperar el equipo pesado del Grupo Wagner y luego resolver cómo usar a los miembros no líderes que decidan quedarse”.
Otros creen que el Kremlin no permitirá que Prigozhin opere de manera independiente en el extranjero como lo hacía antes. Los informes procedentes de Siria esta semana indicaron que a las tropas del Grupo Wagner se les dijo que se presentaran en la principal base militar rusa en el país.
Aunque Rusia cerró su investigación penal sobre el motín, Putin señaló que las autoridades buscarán cualquier irregularidad en los libros contables del Grupo Wagner. Eso podría preparar el escenario para posibles cargos por delitos financieros.
En una revelación sorprendente, Putin declaró que el gobierno invirtió miles de millones de dólares en el Grupo Wagner, una declaración que siguió a sus anteriores negaciones sobre cualquier vínculo entre el Estado ruso y el grupo mercenario.
“Resulta que Vladímir Putin en realidad pagó por el amotinamiento con el dinero de los contribuyentes”, escribió el analista Andrei Kolesnikov.
¿Sobrevivirá el ministro de Defensa?
Si bien el objetivo declarado de Prigozhin era la destitución de los principales líderes militares, incluido el ministro de Defensa, algunos creen que Shoigu podría salir fortalecido de la crisis.
“Curiosamente, el principal beneficiario parece ser Shoigu: con Prigozhin y (el Grupo) Wagner fuera de escena, Putin ahora está inmunizado contra un motín similar y cualquier tipo de experimento con empresas militares privadas”, comenta la analista Tatiana Stanovaya.
Shoigu podría usar el enfrentamiento para deshacerse de cualquier señal de disidencia entre los altos mandos, agrega.
Pero Komin, de Carnegie Endowment, dijo que el amotinamiento de Prigozhin “reveló la escala de la crisis dentro de las fuerzas armadas rusas, que están desilusionadas por los constantes fracasos y cansadas de la guerra, y dentro de las élites militares y de seguridad”.
Eso podría posibilitar más pruebas similares a la autoridad.
“Cuando los oficiales superiores y de rango medio responden realmente a un motín armado con un ataque ‘a paso de tortuga’, hay pocas dudas de que el jefe de (el Grupo) Wagner no será el último retador que se enfrente a Shoigu y sus aliados y que busque capitalizar el resentimiento sobrentendido pero creciente dentro de las fuerzas armadas rusas”, agrega Komin.
También hay un debate sobre el futuro de los contratistas militares en Rusia.
Vladislav Surkov, ex asesor sénior de Putin, argumenta enérgicamente que estos contratistas representan una amenaza importante para la integridad de Rusia, y dijo que los ejércitos privados como el Grupo Wagner podrían convertir a Rusia en una “zona tribal euroasiática”.
¿Podrá Putin recuperarse de esto?
Aunque el acuerdo rápido con Prigozhin evitó una batalla por Moscú que podría haber sumido a todo el país en el caos, la crisis reveló debilidades impactantes en el gobierno de Putin.
Después de una respuesta tambaleante a la rebelión, Putin trató de reparar el daño a su reputación con una serie de eventos destinados a proyectar fuerza y autoridad. La televisión estatal recalcó el mensaje de que un rápido fin de la rebelión fortalecía aún más a Putin.
El mandatario habló con las tropas del ejército y los agentes del orden en una ceremonia en el Kremlin que imitó los ritos militares cargados de pompa del Imperio ruso.
El miércoles también viajó a la ciudad de Derbent, en la región mayoritariamente musulmana de Daguestán, para asistir a la festividad islámica de Eid al-Adha. Caminó entre multitudes que lo vitoreaban, hablando con la gente y estrechando manos, e incluso posó para una foto: un comportamiento extremadamente raro para un líder callado y reservado que fue notoriamente cauteloso con el contacto social durante la pandemia de COVID-19.
En un aparente intento por pasar la página de la rebelión, Putin se centró en asuntos como el desarrollo de la industria turística en Derbent o las innovaciones tecnológicas.
Pero a pesar de tales intentos y esfuerzos de control de daños por parte de la maquinaria de propaganda del Estado, la debilidad y vulnerabilidad de Putin se han vuelto evidentes.
“Este amotinamiento fue tan impactante que a muchos les pareció que el régimen estuvo a punto de colapsar, lo que socava significativamente la capacidad de Putin para asegurar el control a ojos de la clase política”, alerta Stanovaya.