San Lorenzo vs. Central Córdoba, por la Liga Profesional: sin poder de fuego, el Ciclón suma frustraciones y se aleja del objetivo
En el Nuevo Gasómetro, empató con Central Córdoba; hizo dos goles en cuatro partidos, aunque en los tres últimos no pudo marcar
El acto se hizo costumbre en las últimas jornadas en el Nuevo Gasómetro. El abrazo entre el entrenador local, Rubén Insua, y el visitante: esta vez fue el turno de Leonardo Madelón, con el que el Gallego compartió plantel en los días en que los dos vestían la camiseta del Ciclón. Para Insua había un acontecimiento extra: la entrega de un presente en conmemoración de los 100 encuentros dirigiendo al equipo. La cifra llegó en dos ciclos, pero es suficiente para que se convierta en el sexto DT con mayor presencia en el club. Muy lejos de Héctor Veira, que comanda la lista con 385 encuentros. El emotivo prólogo, los aplausos y el reconocimiento se archivó apenas giró la pelota. Con el movimiento también empezó el déficit que acorrala en los últimos partidos a San Lorenzo: ausencia de ideas para atacar, desatenciones para defender.
Lo mejor del partido
La urgencia por una victoria para no alejarse de la pulseada por el título, pero también para romper la serie sin triunfos que no solo lo retrasan en la Liga Profesional: San Lorenzo dejó de depender de sus propias fuerzas en la Copa Sudamericana. Atado, confuso, impreciso, el Ciclón era presa fácil de Central Córdoba. Los santiagueños, de los conjuntos que ofrecen menos control de la pelota, se enseñó astuto para incomodar al rival. Las inconexiones posibilitaban cortes rápidos y salidas veloces hacia el área de Batalla. Sin un futbolista de área, los movimientos de las piezas –Gamba, Besozzi, Farioli; las trepadas de Rius- lo desarticulaban y San Lorenzo se contagiaba del murmullo que descendía desde las tribunas. En particular cuando Gamba anticipó al guardavalla y la pelota rozó el poste.
Con el grito que desata el nudo ausente, la desconfianza empezó a envolver a Bareiro: el atacante pasó del aplauso en la primera acción de riesgo a la reprobación. Del control, giro y asistencia a Giay –el remate no tuvo dirección- a la pifia en un cabezazo, tras la habilitación precisa de Braida. Tampoco la fortuna lo acompañó al paraguayo cuando pretendió controlar un fortísimo disparo de Braida, que más que un pase fue directo al arco. La baja performance –en parte por la escasez de juego asociado del resto para generarle las oportunidades- provocó que Insua, promediando el segundo tiempo, lo reemplazara con Blandi.
Una costumbre que presenta San Lorenzo son las modificaciones en el entretiempo. Todo un síntoma del flojo funcionamiento que el entrenador desea corregir. La presencia del colombiano Sánchez en la zona de volantes le quitó un socio a Barrios, el futbolista desequilibrante y creativo que ofrece una estructura que se destaca por el orden y los desplazamientos articulados más que por la inventiva. El 3-4-3 que repite Insua y que fue el dibujo que solidificó la campaña y alimentó ilusiones en tiempo de frustraciones, enojo y desesperanza, actualmente no rinde porque las individualidades tampoco sostuvieron el nivel del comienzo del torneo.
Un puñado de asociaciones, además del ingreso de Leguizamón por Sánchez, impulsaron a San Lorenzo. La luz la encendía Barrios, como conductor y también como definidor de la acción. De un envío de Braida que el arquero Mansilla rechazó con los puños hacia el medio del área, el Perrito sacó un remate que tenía destino de red y fue interceptado por el zaguero Canto. Luego, más incómodo, puso a prueba al guardavalla, que respondió con mayor seguridad. Era el mejor pasaje del Ciclón, que empujaba con algo más de fútbol y la habitual entrega y sacrificio que pide su entrenador, aunque también el rival le provocó un susto: Gamba, desde fuera del área, apuntó por encima de Batalla y el balón apenas superó el travesaño.
La combinación Braida-Barrios por la izquierda, con el apoyo de Martegani –al que Insua le ordenó que se muestre con más convicción y se convierta también en conductor- y la presencia de Elías, más el surco que transitaba Leguizamón por el sector derecho, las fórmulas a las que San Lorenzo recurrió para destrabar el desarrollo y romper el resultado. La aparición por sorpresa de Gattoni en el área a punto estuvo de romper la paridad, pero el zaguero conectó la pelota en una posición incómoda y no logró darle la dirección correcta, a pesar de estar en el área menor.
La expulsión de Rius, por doble amonestación, el último envión anímico que dispuso San Lorenzo para ganar. No tuvo resto futbolístico para armar una jugada que lo encendiera y lo reposicione en la pulseada por la corona, esa que lentamente empieza a alejarse.