Rusia y la rebelión del día 486 de la invasión a Ucrania

Lo que ocurrió es una consecuencia directa de no haber logrado el objetivo militar

¿Qué nombre recibe lo que se presenció el 24 de junio de 2023?

En términos generales, una rebelión es un acto de resistencia a la autoridad o de desobediencia, cuando existe una organización jerárquica en el Estado. Es también un delito tipificado, habitualmente un acto violento que usa armas para derrocar a la autoridad legítima se reconozca o se mienta sobre el motivo. Cuando es ilegitima, la doctrina reconoce que existe un derecho frente a la tiranía.


En algunos países, la ley la hace equivalente a la sedición, y por su parte, motín, sublevación o asonada se usa para un acto localizado, como puede ser un barco o una unidad militar.

¿Fue rebelión o insurrección? Para muchos pueden parecer similares, pero la gran diferencia es que la segunda no aspira a sostenerse en el tiempo ni cuenta con un programa definido, a diferencia de la primera que es organizada y que va más allá de la simple rección.

Una forma de mirar los hechos fue que su origen estuvo en la decisión de Putin de acabar con la ambigüedad, al poner a Wagner bajo el control de sus adversarios del Ministerio de Defensa y del Ejercito. La otra es la de la historia larga de Rusia, donde según la perspectiva occidental mayoritaria Rusia es imprevisible, bien reflejada en la conocida definición de Churchill, donde aparece como “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”. Por cierto, la visión rusa de su historia y tradición es completamente diferente.

Sin embargo, lo que destaca en la visión mediata o inmediata y en las diferentes lecturas y perspectivas es una sola cosa, que esta situación muestra la debilidad del estado post soviético, que el autoritarismo en la cúpula había logrado esconder bajo Putin. La lección que deja la rebelión del grupo Wagner es la de muchos sistemas con esta característica, que todo parece bajo control hasta el momento que deja de estarlo.

La pregunta es ¿Cómo se armoniza esta debilidad del Estado con el temor atávico al caos y al desorden de esta misma historia? Al respecto, probablemente la mejor explicación es que lo que ocurrió es una consecuencia directa de no haber logrado el objetivo militar que se pretendió con la invasión de Ucrania. Y si algo refleja la misma historia rusa, es que no perdona ese tipo de fracaso, fueran zares, uniformados, autoridades de partido o civiles.

Como consecuencia, aunque mantiene el control, casi inmediatamente Putin perdió autoridad y respeto. Aún más importante, para partidarios y detractores, dentro y fuera de Rusia, se resquebrajó esa aura que todo le salía bien y que la invasión al final le podría resultar.

Sin embargo, todo recomienda prudencia, por la sencilla y a la vez importante razón que, en ninguno de los participantes en estos hechos, se nota o se aprecia algo distinto a la ideología de la madre Rusia y su destino manifiesto, por lo que, en definitiva, fue una disputa entre duros y aún más duros, “pelea de osos bajo la alfombra”, recurriendo una vez más a la visión de Rusia de Churchill.

¿Qué fue lo que presenciamos en estas 24 horas? ¿Fue un equivalente al putsch de agosto 91 que precipitó el fin de la URSS? Al respecto, se recomienda cautela, ya que la Unión Soviética fue una creación artificial, la forma que adquirió el imperio bajo el comunismo, con demandas territoriales similares al pasado zarista y a la actualidad. Sin embargo, aunque en ambos casos duró poco el desafío, se unen en que las dos situaciones mostraron la debilidad del Kremlin, entonces como ahora. Y diferente de la URSS, Rusia tiene un milenio de historia.

FOTO DE ARCHIVO: El presidente ruso, Vladimir Putin, frente a miembros de las unidades militares rusas, la Guardia Nacional y los servicios de seguridad durante su discurso, elogiándolos por cumplir órdenes durante un motín del grupo mercenario Wagner, en la Plaza de la Catedral en el Kremlin en Moscú, Rusia. Sputnik/Sergei Guneev/Pool vía REUTERS/Foto de archivo
FOTO DE ARCHIVO: El presidente ruso, Vladimir Putin, frente a miembros de las unidades militares rusas, la Guardia Nacional y los servicios de seguridad durante su discurso, elogiándolos por cumplir órdenes durante un motín del grupo mercenario Wagner, en la Plaza de la Catedral en el Kremlin en Moscú, Rusia. Sputnik/Sergei Guneev/Pool vía REUTERS/Foto de archivo

Es imposible y hasta tonto decir que nada ha pasado, que el exilio fue el fin de la intentona de Prigozhin y que los mercenarios que lo deseen serán incorporados al ejército, toda vez que esas 24 horas le mostró a todo el que quisiera ver, la inesperada debilidad de un liderazgo político que no pudo detener la marcha hacia Moscú de un grupo privado conformado por más o menos 25.000 hombres, como también la falta de reservas militares que quisieran o pudieran enfrentarlos en territorio ruso.

Es cierto que se evitó la confrontación armada (Putin menciono “guerra civil” en un discurso posterior), pero de todos los escenarios, el peor para la estabilidad mundial y por cierto para los rusos, es que la desintegración de la URSS se repita en la Rusia de hoy, que ya tuvo el desafío checheno en el Cáucaso.

En los hechos del 24 de junio hay un interés extranjero que es legítimo, ya que existe arsenal nuclear y todavía no hay información suficiente, si estos insurrectos que tomaron la sede del comando militar en Rostov que controla parte de la invasión, alguna vez tuvieron o pretendieron cercanía con estas armas.

En 1991 los propios militares protegieron esas armas de los golpistas, una evidencia más de la responsabilidad con la que se actuó en la guerra fría en ambos campos con relación al armamento nuclear. Quizás se debió a que predominaba la Destrucción Mutua Asegurada (el MAD en inglés) donde era el último resorte, ya que se suponía que un enfrentamiento de ese tipo podría acabar con la vida misma en la tierra.

Sin embargo, hoy Rusia ha rescatado de esa época la idea del uso del armamento nuclear no como en Hiroshima o Nagasaki, sino en forma táctica como un elemento más de la lucha militar. Este es un escenario distinto, y el mundo se está recién adaptando a este fuerte cambio de la doctrina que aseguraba solo su uso como el último recurso.

En Ucrania hubo un desinterés manifiesto de Occidente, ya que de hecho había un conflicto militar desde el 2014 en el Donbas, es decir, algunos de los mismos lugares del enfrentamiento actual, que además se usó como argumento para no incorporarla entonces a la OTAN, situación que se mantiene hasta el día de hoy, al igual que la postulación a la Unión Europea, actualmente, en lista de espera. De hecho, en Holanda se condenó en un juicio a quienes allí derribaron un avión, donde murieron todos los pasajeros.

La ironía de lo que paso el 24 de junio, es que, a partir del fracaso de la toma rápida de Kiev, es decir, a partir de las primeras semanas de la invasión, la apuesta de Putin fue por una guerra de desgaste, que ahora aparece debilitando a Moscú antes que a Zelenski, en días donde la esperada contraofensiva aparecía sin poder penetrar las defensas rusas.

Políticamente, la debilidad demostrada por el Kremlin demuele por sí solo el argumento que se necesitaba la incorporación de territorio ucraniano para que se terminara la invasión, ya que la salida ofrecida por Bielorrusia fue aceptada sin reparos. Fracasó su inteligencia en anticipar lo que ocurriría como también hubo incapacidad de los militares para reprimir a los insurrectos, por lo que vendrán cambios en ambos, y no solo como parte de la negociación con Prigozhin.

Pero, lo ocurrido no debiera llevar al engaño de que va a haber un cambio en el Kremlin, ya que nada indica una ruptura en la posición rusa sobre la invasión y sus demandas territoriales, y si hubiera una transición, la pregunta es ¿transición a qué?

Al respecto, yo no creo que se cambie la doctrina de amenaza atómica que ha surgido después que se complicara la invasión. Hoy, ese es el gran poder ruso, sobre todo, en las actuales condiciones.

Archivo - Imagen tomada de un video y publicada el 20 de mayo de 2023 por el servicio de prensa de Yevgeny Prigozhin, jefe del contratista militar privado ruso Grupo Wagner, en la que sus soldados ondean una bandera de Rusia y de Grupo Wagner sobre un edificio dañado en Bájmut, Ucrania. (Servicio de Prensa de Prigozhin vía AP, Archivo)
Archivo - Imagen tomada de un video y publicada el 20 de mayo de 2023 por el servicio de prensa de Yevgeny Prigozhin, jefe del contratista militar privado ruso Grupo Wagner, en la que sus soldados ondean una bandera de Rusia y de Grupo Wagner sobre un edificio dañado en Bájmut, Ucrania. (Servicio de Prensa de Prigozhin vía AP, Archivo)

Es también parte del atractivo para su actual alianza con China, donde el interés de esta aumenta junto con la debilidad de Rusia, ya que sus decisiones tienen hoy un marcado tinte geopolítico, con intereses muy distintos a los de USA y con la insistencia de ser tratada como la potencia que es.

No hay que cometer el error de actuar como si China no existiera o tuviera solo un rol económico, como tampoco la ingenuidad de pensar que por razones comerciales va a” presionar” o a alejarse de Rusia. Como la alianza no es entre iguales, conviene más verla como el equivalente a la relación actual entre USA y la Unión Europea, donde es muy notorio que uno es más igual que otro.

En todo caso, dado el momento de una contraofensiva que parece con poco avance, es un buen momento para Ucrania ya que reduce las presiones que pudo haber enfrentado para la Cumbre del 12 al 14 de julio de la OTAN en Lituania. ¿Cambiará en algo la política occidental? ¿Se modificará la actitud para el ingreso de Ucrania a la Unión Europea y a la OTAN o continuará solo como una promesa?

También hay dudas al interior de Rusia si lo de Prigozhin fue un acto aislado o hubo apoyo y estimulo detrás. Al respecto, no parece que hubiera interferencia desde el exterior, y como es un fenómeno solo entre rusos ¿qué viene ahora? ¿Guerra entre clanes? Al respecto, hay variados tipos, todos armados en Rusia. ¿Represión del Servicio de Seguridad Federal, sucesor de la KGB, a todo adversario potencial? ¿Qué pasa con los otros ejércitos privados? No solo los chechenos, ya que el grupo Wagner era solo el más conocido y numeroso, desde el momento que al menos han combatido otros cuatro en esta guerra, y, de hecho, el grupo Redut compuesto por alrededor de 7.000 hombres fue de los primeros en invadir Ucrania, combatiendo incluso cerca de Kiev. ¿Serán todos incorporados oficialmente al ejército, debilitando el propio esfuerzo bélico?

Aún más, hasta la empresa Gasprom tiene su propia estructura armada para proteger sus pozos y otras inversiones. Otro ejemplo de la debilidad que está demostrando no solo el ejército sino el Estado ruso en su conjunto, lo que no es buena noticia ni para los rusos ni para la estabilidad de esa parte del mundo, como tampoco para la previsibilidad de las relaciones internacionales.

¿Se abre una oportunidad para la negociación?

En lo personal no creo, ya que nada indica todavía que Rusia quiera retirarse de Ucrania, pero ¿habrá por lo menos transferencia de poder desde las manos de Putin?

Ahí creo que sí, aunque no inmediatamente, y encuentro más probable que sea al interior del propio sistema que ha diseñado Putin, es decir, a los gobernadores, que al haber sido electos hace poco, y la mayoría cercanos, ya han tomado una importancia creciente para el esfuerzo bélico, por ejemplo, en la conscripción.

Lo que debe quedar claro, es que al igual que en toda su historia, no se ve una alternativa liberal, desacreditada por lo demás, en la crisis y pobreza de la década del 90. Además, la calle ahora nos mostró una novedad, formas espontaneas de apoyo a los insurrectos y su líder, como no se habían visto desde el inicio de la guerra. Nada logrado además por las protestas democráticas o por las sanciones.

El poder absoluto se resquebrajó. Ese es por ahora el gran cambio, pero todavía dentro del sistema creado por Putin. Debe haber prudencia más que entusiasmo. Rusia puede seguir deparándonos sorpresas.

FOTO DE ARCHIVO: Combatientes del grupo mercenario privado de Wagner, incluido Roman Yamalutdinov (izquierda), salen de la sede del Distrito Militar del Sur para regresar a la base, en la ciudad de Rostov-on-Don, Rusia, el 24 de junio de 2023. REUTERS /Stringer/Foto de archivo
FOTO DE ARCHIVO: Combatientes del grupo mercenario privado de Wagner, incluido Roman Yamalutdinov (izquierda), salen de la sede del Distrito Militar del Sur para regresar a la base, en la ciudad de Rostov-on-Don, Rusia, el 24 de junio de 2023. REUTERS /Stringer/Foto de archivo

Y como conclusión, la pregunta del millón: ¿Cómo afectará lo ocurrido a la guerra y a la invasión?

Es una pregunta hecha con humildad por la forma como han errado muchos pronósticos, incluyendo por cierto y, en primer lugar, algunos míos.

Quizás es parte de esa “niebla” de toda guerra de la que hablaba von Clausewitz. No se ha despejado, pero la foto del minuto muestra que Moscú aparece tranquila cuando nada ha vuelto todavía a ser normal en el Kremlin.

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