Rodrigo Aliendro: de sufrir dos descensos y repartir pizzas en Ituzaingó, a triunfar en River con 32 años
El experimentado mediocampista maneja los hilos del Millonario, que se encamina hacia un nuevo título; su increíble historia en el ascenso argentino
Aliendro es sinónimo de buen fútbol. Un jugador que se destaca desde hace años en el fútbol local, pero al que la oportunidad de vestir la camiseta de uno de los denominados ‘cinco grandes’ le llegó a una edad avanzada, nada menos que con 31 años. Lo pidió Marcelo Gallardo y, luego de una grave lesión en sus primeros meses con la camiseta riverplatense (fractura de macizo facial con hundimiento de malar y compromiso del piso de la órbita), fue operado, se recuperó y se asentó como titular indiscutido en el equipo que ahora dirige Martín Demichelis.
Juega y hace jugar al Millonario. De 5, de doble 5 o de interno. Generalmente con más responsabilidades defensivas que ofensivas, pero con inteligencia en el ataque y una cuota de gol que engrandece aún más su repertorio.
‘Peti’ no la tuvo fácil para dedicarse por completo a lo que, según sus propias palabras, es ‘lo único que sabe hacer’: “No sé hacer otra cosa más que jugar al fútbol. Fui un bendecido. Si no estuviera jugando al fútbol, no sé qué habría hecho”, reconoció alguna vez el mediocampista que tuvo un recorrido extremadamente inusual para alguien que se destaca en River con más de 30 años (actualmente tiene 32). Casualidad del destino, hace poco se descubrió que defendió la camiseta de la fundación que inauguró Gallardo en Merlo antes de mudarse a Mónaco, en 1999.
Sin ir más lejos, sus primeros pasos los dio con la banda roja, en Infantiles, pero lo dejaron libre por cuestiones meramente futbolísticas. Así lo explicó Ricardo Lazbal, quien en ese entonces trabajaba en la cantera de la institución riverplatense: “Rodrigo hizo esa etapa en Infantiles, después decidieron darle la libertad de acción pensando en que capaz no tenía proyección”, comentó en diálogo con La Página Millonaria el DT que, años más tarde, le abriría las puertas de las inferiores de Chacarita luego de un nuevo tropiezo en Argentinos Juniors.
Jugó en la B Nacional (hoy Primera Nacional), en la B Metropolitana (actualmente denominada Primera B) y también en la C, con un descenso a la D incluido. Recibió muchos ‘no’ y se las tuvo que ingeniar para subsistir debido a que el sueldo no le alcanzaba. Pero la fuerza de voluntad le auguraba un futuro prometedor. Debutó en Primera en marzo de 2012, vistiendo la camiseta del Funebrero, en un partido ante San Lorenzo correspondiente a los 16vos de final de la Copa Argentina. Desde entonces disputó apenas un puñado de partidos y, finalmente, la recordada perdida de la categoría en la promoción ante Nueva Chicago provocó su salida, junto con la de varios compañeros.
Se fue cedido a Ituzaingó, de la Primera C. Y la rompió. Permaneció ahí durante una temporada completa, en la que se asentó como titular indiscutido: 32 partidos disputados (varios de ellos como titular) y tres goles, uno a Cambaceres, otro a Sportivo Italiano y uno de colección ante Dock Sud, con una excepcional definición de rabona.
Mientras tanto, para sumar un mango extra a su bolsillo, trabajaba como delivery en una pizzería de la zona oeste de la Provincia de Buenos Aires: “Siempre les agradezco a los dueños de la pizzería por el laburo. Fue un momento lindo. Lo disfrutaba, no es que era un trabajo que me costaba. Iba a entrenar a la mañana y a las siete de la tarde llegaba a la pizzería y me quedaba hasta la medianoche. En ese momento tenía más tiempo libre y lo aprovechaba para hacer ese trabajo que me ayudó y sirvió mucho para la vida”, expresó en alguna oportunidad el polifuncional volante.
Golazo de Rodrigo Aliendro ante Dock Sud
A pesar de que en las infantiles de River jugaba como ‘puntero derecho’, en el León dejó una buena imagen desempeñándose en el medio como acompañante de Oscar Ibáñez, uno de los máximos ídolos de la historia de Ituzaingó. El propio Ibáñez recuerda esa sociedad en diálogo con LA NACION: “Con Rodri compartíamos el doble 5 en esa campaña (2013-14). Él jugaba un poco más adelante. Yo era el de contención y él, el que se soltaba y llegaba más al área. Ya tenía el despliegue y la característica de recuperar pelotas como ahora. Fue un verdadero placer jugar al lado de él”, afirma.
Durante su préstamo en el club dejó una buena imagen. Su intención era sumar minutos, pero sus grandes actuaciones le permitieron ganarse el cariño de los hinchas y el reconocimiento de sus propios compañeros. “Venía buscando minutos y se lo ganó a base de buenos rendimientos”, comenta Ibáñez. Sin embargo, su buena labor no fue suficiente para evitar el descenso a la Primera D. El segundo consecutivo en la carrera de Rodrigo. Anecdótico, porque dicha temporada serviría de trampolín para el nacido en el Partido bonaerense de Merlo.
“Seguramente sirvió para el despegue de él. Obviamente en ese momento nadie pensaba que podía llegar a estar donde está hoy, pero el paso por Ituzaingó le sirvió para ganar minutos y volver a Chacarita con otra experiencia”, cierra Oscar Ibáñez, un socio perfecto para Rodrigo en sus inicios, así como Enzo Pérez en su vigente etapa en River -aunque también se convierte en figura cuando el capitán del Millonario no juega-.
Rodrigo regresó al Funebrero y, un año después, se marchó a Atlético Tucumán, club en el que disputó más de 100 partidos, entre los cuales se destacan sus comienzos en Primera División y su incursión en la Copa Libertadores. Pasó a ser un referente del Decano. Siempre con un trabajo silencioso. Pocas veces con actuaciones inferiores a los seis puntos.
En 2019 lo compró Colón, club en el que consiguió el primer y, hasta el momento, único título en su carrera: la Copa de la Liga Profesional 2021. Su simpleza a la hora de jugar lo convirtió en uno de los mejores mediocampistas del fútbol argentino, motivo por el cual los grandes comenzaron a pelearse por él cuando, en 2022, se hizo público que no renovaría contrato con el Sabalero y pasaría a estar en libertad de acción.
Rechazó ofertas de Vélez, Independiente y Boca Juniors, como así también un interés concreto de Universidad de Chile. Las vueltas del destino lo depositarían nuevamente en el lugar en el que comenzó: River. Gallardo lo pidió cuando estaba a punto de firmar con el ‘Rojo’, en junio de 2022. Por recomendación de Enzo Francescoli, mánager del club, era el elegido para reemplazar a Enzo Fernández, que estaba en el tramo final de la negociación para arribar a Benfica de Portugal. Y Aliendro no dudó. Era una posibilidad imposible de rechazar para alguien que había transitado la austeridad del fútbol del ascenso. Una especie de revancha por el ‘no’ recibido cuando vistió la banda roja en Infantiles.
Hoy es el termómetro de un equipo encendido, que se mantiene como líder absoluto de la Liga Profesional 2023 -le saca 10 puntos de ventaja a Talleres, su inmediato perseguidor, con 18 por disputarse-. Juega y hace jugar. Un tiempista perfecto. Ágil con la pelota en los pies y prolijo a la hora de marcar y recuperar la posesión. Sus botines negros y la ausencia de tatuajes, tinturas o cortes de pelo excéntricos, rememoran aquellos mediocampistas centrales de la década de los ‘90. La simpleza como bandera, adentro y afuera del campo de juego. Ya se ganó su primera ovación en un Monumental repleto, en el encuentro ante Defensa y Justicia. Y merecido. Aliendro es sinónimo de buen fútbol.