Noche de polémicas: gol anulado y protestas de penales en el Monumental
Del fuera de juego de Pablo Solari que sancionó el VAR a las manos en el área de Felipe Melo y Leandro González Pirez; el árbitro colombiano Wilmar Roldán acertó en todas las decisiones
Nicolás De la Cruz recibió de Nacho Fernández y con rapidez giró con los ojos clavados en Solari. El uruguayo controló y asistió a su compañero, que ensayó un remate fuerte que superó la resistencia del arquero Fábio; éste reclamó a sus compañeros por la facilidad con la que definió el puntano, uno de los argumentos ofensivos que dispuso el entrenador Martín Demichelis. La celebración de Solari y la explosión de los 80 mil hinchas de River, sin embargo, se convirtieron en preocupación cuando el referí no marcó de inmediato el centro del campo, aunque el asistente Dionisio Ruiz no había dudado de convalidar la conquista.
Desde la cabina del VAR, otro colombiano, David Rodríguez, llamó con celeridad a Roldán, que se ajustó el auricular para escuchar la orden, mientras los hinchas todavía festejaban la temprana apertura del marcador. Para River, romper la paridad en los primeros compases era el primer objetivo para encaminar una victoria que necesitaba para oxigenarse en la búsqueda de una plaza en los octavos de final de la Libertadores. Cuando revisaron las imágenes y trazaron las líneas, quedó demostrado que el pie derecho de Solari estaba adelantado respecto a la posición del defensor lateral izquierdo Guga, reemplazante de Marcelo, que sufrió una lesión muscular el fin de semana en Brasil y se quedó en Río de Janeiro.
De los lamentos por el gol anulado, River pasó en apenas dos minutos a reclamar una infracción contra Nacho Fernández, que ingresaba al área por la izquierda. Desde el piso, el volante millonario inició una tibia protesta y hasta corrió un par de metros a Roldán, que se mantuvo frío en la mirada y seguro de lo que había observado. El VAR no necesitó intervenir y las imágenes de televisión ratificaron que el juez colombiano acertó con la sanción, porque el zaguero y capitán Nino no había hecho contacto con el volante.
Dos minutos de tensión entre el gol anulado y el reclamo de la infracción en el área tuvieron en vilo a los hinchas de River, que cantaron, alentaron y apoyaron a un equipo que tuvo situaciones para abrir el marcador y también sufrieron con un par de corridas de Fluminense. El conjunto brasileño desnudó la fragilidad defensiva del local, que se alistó para atacar, para lastimar, porque el desafío empujaba a conseguir una victoria casi imprescindible.
No fueron polémicas únicas en la noche del Monumental. La relación de los simpatizantes argentinos con Felipe Melo, que se declaró hincha de Boca, siempre ofreció capítulos de rispidez. Y el partido tuvo su momento de explosión cuando el volante devenido zaguero central dominó con el pecho la pelota, que en el recorrido rozó la mano izquierda. Desde las tribunas, los espectadores apuntaron la acción, pero el árbitro Roldán y sus asistentes continuaron el juego sin dejarse influir por el ambiente. Nuevamente el colombiano mostró su jerarquía.
Más tarde, el juez debió soportar protestas de Fluminense tras un centro que ejecutó Samuel Xavier y en el que el balón golpeó el brazo derecho de Leandro González Pirez, que barría para cerrar. El movimiento fue observado por el árbitro, que aplicó correctamente el reglamento al indicar que se trataba de la mano de apoyo del zaguero. No necesitó de la asistencia de la tecnología para la sanción.