NATIONS LEAGUE | ESPAÑA - ITALIA / Joselu cita a España con Modric

El delantero del Espanyol entra en el 84′ y marca en el 88′ para batir a Italia y meter a La Roja en la final de la Nations League. Yeremy Pino abrió la victoria.

Héctor Martínez
As
Los domingos son día de fiesta y más aún si uno los disfruta jugando al fútbol con Luka Modric. Así será. Su Croacia espera en Róterdam a España, que fue capaz de dejar en el camino a Italia y plantarse en su segunda final de la Nations League consecutiva. Costó lo que debía costar, el camino azzurro siempre está lleno de piedras, pero la victoria permite a la Selección ganar oxígeno en su viaje hacia metas más altas, ya saben... El gol de Joselu en el 88′, cuando la prórroga ya se ponía la chaqueta, sirvió para cerrar una victoria que se había abierto con el tempranero tanto de Yeremy Pino tras un error del rival de esos que sirven para dar al traste con horas y horas de pizarra, vídeo y entrenamientos.

Uno puede llevar 120 partidos con su selección, haber librado mil y una batallas en el tapete internacional de clubes, creerse un central de toque y chistera porque es lo que ha visto hacer en YouTube (Beckenbauer o Baresi, por ejemplo) o en directo (Ramos), pero lo primero que se le pide a un defensa es que no avive el incendio cuando ni siquiera hay incendio. Es lo que hizo Bonucci en el minuto dos del partido. Cierto que el pase de Donnarumma no era el mejor de los favores, pero el de la Juve decidió mal y se enredó ante la presión de Gavi, el balón quedó en botas de Yeremy Pino y este resolvió con la tranquilidad que solo tienen los canarios. Rosquita al fondo de la red y viento a favor para una semifinal que, pese a ello, sabíamos que sería larga, muy larga. Lo que ocurre es que sin apenas tiempo para alterar el guion, Italia se vio con un penalti a favor tras mano indiscutible de Le Normand, cuyo debut con La Roja no podía resultar más amargo. Siete minutos habían pasado entre el gol español y esa pena máxima. Immobile engañó a Unai en el lanzamiento y con el 1-1, el partido repartía de nuevo sus cartas.

A un lado del espejo, Immobile se descolgaba unos metros para entrar en juego y mover la defensa española; al otro, Morata hacía lo mismo, lo que alimentaba segundas jugadas de Rodrigo Moreno y especialmente de Gavi, que disponía de espacio para hacer daño como tan bien sabe hacerlo. En esas estábamos cuando Frattesi marcó tras aprovechar un error de Jordi Alba a la hora de intentar despejar un pase en profundidad. El VAR, sin embargo, salió en auxilio de La Roja y el fuera de juego anuló la ventaja italiana en el marcador.

A partir de ahí el duelo osciló entre el dominio infructuoso de España, algo que se ha convertido ya en una especie de mantra por más que pasen los años, y las contras de Italia, que cada vez que metía un balón en largo sorprendía a Le Normand y Laporte con el paso cambiado. Frattesi entraba en juego, Zaniolo lo hacía cada vez menos por banda derecha, Gavi ganaba peso en la ofensiva española y Yeremy sufría cierto apagón. Los minutos pasaban y las ocasiones de gol escaseaban hasta tal punto que hubo que esperar al minuto 44 para asistir a la más clara, un disparo desde fuera del área de Tolói en el que el balón se marchó un metro por encima del larguero de Unai.

De la Fuente y Mancini tenían claro qué botones tocar. Asensio suplió a Rodrigo Moreno, desdibujado junto a la banda, mientras que en Italia dejaban el césped Bonucci y Spinazzola en favor de Darmian y Dimarco, pareja que hace menos de una semana luchaba por la Champions con la camiseta del Inter. España entró mejor en esa segunda parte, tal y como lo había hecho en la primera, y fruto de ello llegó la ocasión más clara, en este caso por partida doble: en el primer remate, el zurdazo de Merino lo salvó milagrosamente la manopla de Donnarumma, mientras que en el segundo, el balón de Morata se escapó rozando el palo. Pero sucedió como tantas veces sucede en el fútbol, que un par de uys bastan para que un equipo se lo crea y el balón ya no queme en sus botas.

Mancini echó más leña al fuego, Cristante y Chiesa, el dominio de España que en ocasiones anestesia al rival no gustaba al seleccionador azzurro. El duelo se aproximaba a eso que desde hace casi un siglo se conoce como zona Cesarini, el momento de la verdad; con ese nombre y esos rivales enfrente, tan italianos como el propio Cesarini, España debía cuidar muy mucho el balón y no cometer ni un desliz. Lo hizo con los que estaban sobre el césped, sobre todo con el pletórico Rodrigo, y alguno más que se sumó en los instantes finales a la causa, como Fabián, Canales, Ansu Fati o Joselu. Sobre todo Joselu. El aún delantero del Espanyol (tic, tac, tic, tac...) volvió a demostrar su idilio con el gol como ya hiciera en marzo ante Noruega. Entonces fue un doblete. Ante Italia ha sido un gol en el 88′ que volvió a dibujarnos la sonrisa cuando no sabíamos cómo acomodarnos en la silla camino a la prórroga. A partir de ahora, habrá que llamarla zona Joselu. No suena igual, pero...


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