La inteligencia británica señala el “avión clave” de Rusia que derribó el Grupo Wagner

Los paramilitares habrían destruido un avión Ilyushin II-22M, cuyas labores de comando, control aéreo y retransmisión de radio han sido claves en la guerra. Sin él, Rusia tiene un problema.

Sergio Murillo
As
Siguen cayendo cristales de la ventana rota en la que se ha convertido la relación entre el Grupo Wagner y el Kremlin. La revuelta liderada por el jefe de los paramilitares, Yevgueni Prigozhin, ha sido la punta de un iceberg que lleva meses flotando en el Donbás. Y con ese pico helado se ha topado Rusia, inconsciente de la peligrosidad que entraña depender militarmente de unos mercenarios.

Más aún cuando la élite se halla profundamente dividida, la economía por los suelos, la población desmoralizada y el ejército incompetente e ineficaz. El cóctel es tan confuso que nadie sabe reaccionar a cada vidrio que se desprende de una amistad que nunca llegó a ser transparente. El último movimiento de los paramilitares podría añadir todavía más leña al fuego moscovita.

Una importantísima baja militar

Según ha informado el ministerio de Defensa de Reino Unido en su parte diario sobre la guerra en Ucrania, las fuerzas de defensa aérea de la compañía militar privada habrían derribado helicópteros militares rusos y un avión de puesto de mando aerotransportado de tipo Ilyushin II-22M. Es decir, Wagner atacando a las tropas de la Z. En Kiev se frotan las manos.

Y no se trata de un golpe de poca monta. El avión al que han acertado es parte de una flota relativamente pequeña. Una docena, en total. Todos muy utilizados. La particularidad es la misión que cumplen en el campo de batalla: cumplen tareas de comando y control aéreo, además de retransmisión de radio. “Han jugado un papel clave en la orquestación de las fuerzas rusas en su guerra contra Ucrania, detalla el informe británico. En resumidas cuentas: sin estos aeroplanos, Rusia no podría haber llevado a cabo la invasión a gran escala.

Otro factor importante que eleva la relevancia de estos artefactos en el conflicto es la superioridad que representa para la tecnología de Kiev, incapaz de pararlos. “Como activos de alto valor, han operado dentro de la seguridad del espacio aéreo ruso, mucho más allá del alcance de los sistemas de defensa aérea ucranianos”, resume el parte londinense.

¿Habrá consecuencias?

Llegados a este punto de la guerra, cada paso es tan nimio como brillantemente valioso. Igual que dos peones al final de una partida de ajedrez. “Es probable que la pérdida de este avión tenga un impacto negativo en las operaciones aéreas y terrestres rusas”, desliza. En lo que respecta al corto plazo, el gabinete es más claro: “El impacto psicológico de perder una gran cantidad de tripulantes de esta manera dañará la moral dentro de la Fuerza Aeroespacial Rusa”. Desmoralizar al desmoralizado.

Y en lo relativo al largo plazo, el servicio de inteligencia británico matiza que “existe la posibilidad de que los niveles actuales de tareas deban reducirse para administrar de manera segura la flora restante”. Y esto, en escenario militar, se traduce en que se truncará la capacidad de Rusia para comandar y coordinar unas tropas confusas, perdidas en línea de batalla. Todavía peor cuando se trate de operaciones de alto ritmo. De la ventana que era la ‘amistad’ entre Wagner y el Kremlin sólo queda el marco.

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