Crónica de un nuevo fracaso

Alianza Lima volvió a salir por la puerta falsa de la Copa Libertadores con su mejor plantel en por lo menos una década. Chicho Salas, el señalado.

Dan Lerner
As
Quizás esta vez dolió más que las anteriores. Había con qué ilusionarse. Había equipo, presupuesto, esperanza. Todo empezó bien: empate en casa contra el subcampeón y luego la primera victoria después de partidos. Y de visita. Llegado a ese punto, Alianza Lima estaba puntero en el grupo G de la Copa Libertadores, una situación bastante improbable dado su historial en el certamen y la dificultad de su zona.

Pero la realidad golpeó con fuerza. No fue un baldazo de agua fría: fue un tsunami que se fue armando de a pocos, como cuando el mar se retira demasiado y los bañistas huyen sabiendo lo que se viene. Alianza no tuvo tiempo para huir, recomponerse, trazar otro plan, refugiarse en sus ideas. Ahí está uno de esos grandes problemas: ¿cuál es la idea de juego de Guillermo Salas?

Salas, el señalado

Luego de sumar cuatro puntos en los primeros dos partidos, los íntimos cayeron en un hoyo. Perdieron, jugando realmente mal, ante Atlético Mineiro en Brasil; luego tropezaron en casa ante Libertad; volvieron a perder en Matute ante Mineiro; y se fue goleado en casa del Athlético Paranaense. Cero puntos en cuatro partidos. Como en los viejos tiempos. ¿Por qué?

Sin intención de poner excusas, Alianza tuvo algo de mala suerte. Se lesionaron, en momentos clave, Gino Peruzzi -que no tiene un reemplazante ni remotamente a su altura- y Andrés Andrade que, valgan verdades, tenía al mejor suplente de la Liga 1. Christian Cueva, sin embargo, no le ha ofrecido a su equipo casi nada. Un par de gambetas, algunos pases en profundidad y poco más. Los primeros meses de su retorno se parecen a los de Yoshimar Yotún en Sporting Cristal. Si logra recuperarse como el zurdo, serán buenas noticias en La Victoria.

Más allá de eso, lo que ha quedado bastante claro es que Salas no ha encontrado respuestas en el banco cuando los titulares no han rendido. Chicho no tenía Plan B. Los cambios eran hombre por hombre, o a lo más juntar a los dos centrodelanteros para buscar el área sin cesar. No hubo demasiada lucidez desde el cuerpo técnico cuando las papas quemaron, algo que los hinchas vienen reclamando desde hace algunas semanas.

La buena noticia para Alianza -la única, dado cómo se fue de la Libertadores- es que ahora se puede concentrar únicamente en el Clausura y en conseguir el tricampeonato. Con la clasificación de Sporting Cristal a la Sudamericana y el muy probable pase de Universitario a la segunda ronda de ese torneo, los íntimos tienen una importante ventaja sobre sus dos rivales más fuertes. Es cuestión de ver el vaso medio lleno, aunque, valgan verdades, parece estar más bien medio vacío.

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